“No dejes que tus errores definan otro de tus días. Recupera la confianza, poco a poco. Deja a un lado la desilusión que te ha provocado el mundo.” Daniel Habif.
Ningún ser humano puede jactarse en su ciclo vital de no haber sufrido una decepción por alguna actitud, expresión, acción o palabra proveniente de otra persona o grupo al cual perteneció, o de ella misma. Puede ser justificada o injustificada, ella dependerá de los hechos que sólo nosotros podemos evaluar objetivamente si somos sinceros con nosotros mismos. La desilusión que la decepción provoca puede causar un sentimiento de culpa que nos intranquiliza, que muchas veces solemos confesar sólo a Dios por no tener el valor suficiente de hacerlo ante los demás.
En un artículo anterior escribí una cita de Habif que expresaba que el engaño se ha convertido en un signo de nuestros tiempos, el cual se pavonea y exhibe con orgullo, mientras la deslealtad, por otro lado, se ostenta con vanagloria en lugar de ser objeto de vergüenza.
Todo este preámbulo lo hago por una razón no tan sencilla ya que es mucho el militante o seguidor del chavismo que hoy se debate en una frustrante confusión ante la lealtad y fidelidad a seguir en el extraviado camino revolucionario y el engaño que sus líderes forjaron o atender a lo que la razón y la realidad evidencian, que les causa decepción. Su indecisión está entre seguir a quienes terminaron siendo fieles a sus conveniencias o seguir los principios que la ética, la moral y sus propias convicciones le aconsejan.
Es una decisión vital tener que admitir su decepción y frustración producidas por el engaño de un pseudo líder y de sus adláteres ante la ruinosa situación material que exhibe el país y la dolorosa pérdida de los valores morales que acongoja y entristece a los venezolanos, acciones ambas de las que ellos se hicieron actores o cómplices.
En todo caso, tienen que reconocer que la angustia los invade porque a ella la provoca un temor existencial complejo y a veces incomprensible que tiene que ver con el abandono de esos valores morales o una crisis existencial derivada de otras causas. Sería aconsejable deslastrarse de esos miedos y sentimientos de culpa que los mantiene en incertidumbre y los puede hacer infelices por el resto de sus vidas.
La nuestra es una sociedad que requiere ejercer el control de su propio destino y para ello nos necesita a todos dedicados con sinceridad, pasión y orgullo. Ya aparecerán los verdaderos líderes que conduzcan al país por los senderos correctos; que no tengan nada que perder porque se entregan sin pedir nada a cambio; que no tengan nada que ocultar porque su accionar es transparente y que no tengan nada que demostrar porque sus hechos lo respaldan.
Es necesario asumir nuevamente el compromiso con la Patria a quien se le debe genuinamente esa lealtad y fidelidad, porque como manifiesta Habif, “La fidelidad es inherente a la bondad y a la anchura del corazón, a los principios de la moral y la ética. La lealtad es inherente a la razón, al deber y al deber ser.” Reconstruir la Patria requiere de nuestro mayor esfuerzo, el daño que se le ha causado es muy ancho y profundo, por tanto, ese esfuerzo nos exige despertar sin dolores, sin rencores, sin traumas, sin decepciones a cuesta, y sin miedos, para colocarnos a la altura de cumplir con las tareas inconclusas con mayor responsabilidad como ciudadanos y como personas de bien.
Neuro J. Villalobos Rincón