La decisión de los tres líderes de las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP), Iván Márquez, Jesús Santrich y el Paisa, de regresar a las armas para enfrentar a un Estado democrático como Colombia, es el pretexto para volver al tráfico ilícito de oro y drogas de Venezuela. Además, de incorporarse a los grupos irregulares o paramilitaresque sostienen a Nicolás Maduro y al Estado-mafioso.
A través de estos negocios ilícitos, Maduro logra resistir las sanciones de Estados Unidos a la estatal petrolera y minera de Venezuela. Según la declaración del jefe del Comando Sur de Estados Unidos, el almirante Craig Faller, al diario The Hill en mayo pasado, “el narcotráfico ilícito a través de Venezuela ha aumentado 40%”.
Los guerrilleros Márquez y Santrich anunciaron la decisión dos días después de su visita a Cuba. Según el ex presidente de Colombia Andrés Pastrana, fueron trasladados a la isla en el avión de uso exclusivo de Maduro, en compañía del hermano de Hugo Chávez, Adán Chávez. Por lo que el régimen cubano está detrás de esta decisión de las FARC-EP. Cuba necesita apuntalar a Maduro después de los acontecimientos del 30 de abril y los nombramientos en los altos mandos de las Fuerzas Armadas en julio, con los cuales Diosdado Cabello aumentó su poder de influencia dentro del régimen bolivariano.
En Venezuela es vox populi el rechazo de Cabello a Cuba, y viceversa. En consecuencia, el régimen de Cuba busca, con el retorno de las FARC-EP a las armas, influir en los cuerpos irregulares que administran el territorio venezolano con el fin de sostener a Maduro en el poder. Porque la guerrilla colombiana tiene presencia en 13 de los 24 estados, con mayor influencia en la frontera con Colombia. Por este motivo, las FARC-EP comunicaron la propuesta de establecer una alianza inmediata con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional de Colombia en el segundo video. La televisora Telesur ha sido la plataforma usada por las FARC-EP para lanzar sus videos, según el periodista Alberto Federico Ravell.
En Venezuela se libra una lucha por restablecer la democracia encabezada por Juan Guaidó y los 59 gobiernos que lo respaldan, primordialmente Donald Trump. Y por el otro lado, Maduro y los gobiernos principalmente de Cuba, Rusia y en menor grado de Irán, Turquía, la mayoría de los países de la Comunidad del Caribe y China batallan por derrotar el “imperio estadounidense”.
Durante los 40 años de la guerra fría, Estados Unidos y la ex Unión Soviética libraron guerras proxy a lo largo y ancho del planeta. Cuba intervino con fuerzas regulares en la guerra de Argelia-Marruecos (1963), el Congo (1965), Siria (1973-1974), Angola (1975-1991), Etiopía (1975-1988) y Nicaragua (1979-1990). El objetivo era la implantación o sostenimiento de gobiernos afines al marxismo-leninismo (lucha de clases).
Durante 30 años, los cubanos fueron el ejército mercenario de la Unión Soviética que suministraba el respaldo técnico en estas luchas.
Después de la caída del Muro de Berlín, el fin de la lucha de ideologías, el combate se vuelca contra los valores de la civilización occidental (derecho y libertad). Y Estados Unidos vuelve a ser el enemigo que tienen que vencer Rusia, China e Irán, fundamentalmente.
Sin embargo, Cuba, después del Período Especial, promueve la exportación del modelo cubano de control social, desarrollado durante casi 60 años. Necesita facturar por su modelo para poder sobrevivir en una época de desorden constante, en la que se afianzan los regímenes autoritarios.
En una época en la cual la guerra convencional y proxy se transforma en guerras asimétricas con una narrativa que debe permitir al débil (en nuestro caso, Maduro) desafiar al fuerte (Estados Unidos), invitando a otros a seguir sus pasos (grupos narcoterroristas), al tiempo que renueva sus esperanzas (Cuba-Maduro) al demostrar su vulnerabilidad (60.000 barriles de petróleo diarios – sufrimiento de un pueblo).
Por lo tanto, la hipótesis de guerra de un bloqueo naval a Venezuela por parte de Trump con el objeto de estrangular las finanzas que sostienen a Maduro mediante los negocios ilícitos es enfrentada por Maduro-Cuba con “la lucha armada” de las FARC-EP y el ELN en primera línea. Cuba está en segunda línea, prestando los servicios de inteligencia, contrainteligencia y seguridad. Y Rusia suministra los equipos y pertrechos para la guerra asimétrica, utilizando su brazo de apoyo en conflictos, el Grupo Wagner, como los militares de campo (responsable de la instalación, mantenimiento, reparación de los equipos).
En definitiva, el anuncio de las FARC-EP persigue sembrar desesperanza entre las fuerzas que luchan por restaurar la democracia en Venezuela. Sin embargo, en estos momentos la duda está en quienes se encuentran del lado incorrecto de la historia, Maduro. Por lo que incorpora a su ejército irregular a las FARC-EP, narcoterrorista.