A raíz de la agresión imperial de Rusia contra Ucrania, que se circunscribe en el ámbito de la barbarie, algunos intelectuales socialistas se han atrevido a comparar el caso Ruso-Ucrania, con los casos Estados Unidos contra Irak o Libia, en el sentido que si no justificamos lo primero, como aceptamos lo segundo. Pues bien, yo les respondo, que son situaciones muy diferentes, no se puede comparar la actual Ucrania, que es una República con un régimen democrático e incluso semipresidencialista a cargo de un líder humanista como lo es Volodímir Zelenski, con la Irak de Sadam Huseín o la Libia de Mouammar Kadhafi , que fueron dictadores y violadores de los más recónditos derechos humanos y sendos peligros para la humanidad. Ahora bien, independientemente del régimen que se trate, sea una dictadura o una democracia, un misil destruyendo un hospital o una escuela y matando sus habitantes, nos debe causar una profunda repulsión y tristeza.
Al mismo tiempo esos intelectuales, nos hablan que los planes de la OTAN para la dominación mundial comenzando por Europa, siguiendo con el Cono Sur y culminando en el Caribe y Centroamérica son un verdadero peligro para la paz mundial. Hasta donde tengo entendido, la OTAN fue creada en la posguerra motivada por la preocupación de las potencias occidentales ante la expansión mundial de la Unión Soviética, sus países miembros tenían que garantizarse la libertad y la seguridad, mediante acciones políticas, diplomáticos y militares, y entre otras, promover una cultura de diálogo y cooperación entre los países de la zona euro atlántica. Ahora bien, si la OTAN ha revisado sus objetivos y hoy se propone el dominio del planeta, habrá que preguntarse: ¿Contra cual enemigo lucha?, si la respuesta es; contra el “modus vivendi” ruso, chino, iraní, cubano o del socialismo del siglo XXI, entonces cabe otra pregunta: ¿Cuándo será el bendito día en que la OTAN alcance sus objetivos?
Es lamentable que la mayoría de los movimientos de izquierda, no se han deslastrado de los postulados anacrónicos del marxismo, incluso, llegue a pensar que el denominado socialismo del siglo XXI, era una opción novedosa en contraste con el denominado capitalismo salvaje, pero profundizando en la propuesta de su autor, el alemán Heinz Dieterich, cuyo modelo económico, entre otros factores, se basa en que los precios no pueden depender del mercado, ya que ello es fuente de asimetrías sociales y de la sobre explotación de los recursos naturales, en contraposición, el autor, aboga por una economía de valores, pero he aquí el detalle, valores fundados en la teoría valor del trabajo que implica que un producto (bien o servicio), no debe estar en función de las leyes de la oferta y la demanda. Por lo tanto, el valor del trabajo se mediría sencillamente por el tiempo de trabajo que requiere un determinado producto; además de los valores agregados a dicho trabajo, es decir, el tiempo de trabajo que se usó para producir las herramientas o servicios que se emplean en el trabajo mismo, lo cual a su vez lleva a un ciclo complejo de tiempos de trabajo sumados recíprocamente.
Para solucionar el problema práctico que implica la teoría de la economía de valores, Dieterich se fundamenta en la denominada Rosa de Peters, que es una especie de matriz, que permite calcular el valor más próximo posible de cualquier producto, no basándose en el tiempo invertido, sino en el socialmente necesario por el gasto total que se consume para terminar un producto y dejarlo apto para el consumo, sin tomar en cuenta el precio de mercado.
En realidad considero que este modelo de Peters es interesante, al igual que muchos aspectos de la propuesta de Dieterich, pero al no considerar las leyes del mercado, de oferta y demanda, su implementación llevara cualquier economía al fracaso y al empobrecimiento social. Como lo he sostenido siempre, las leyes de la economía son leyes de la vida, son leyes que muchas están en función del comportamiento natural del ser humano. Los investigadores de las teorías económicas socialistas, no entienden que un producto puede tener una excelente calidad y haber consumido un considerable tiempo socialmente de trabajo, pero no necesariamente tiene que despertar interés en el consumidor, y esa realidad, lleva a que su precio tienda a disminuir y viceversa.
La propuesta de Dieterich en términos económicos no se diferencia demasiado de uno de los postulados marxistas, el referido a la teoría del valor del trabajo, el cual sostiene que el valor de una mercancía depende del trabajo socialmente necesario para producirla, calculándose con base en el tiempo promedio requerido por las empresas del sector para fabricar un determinado producto. Entonces cabe la pregunta: ¿Donde quedan los gustos, preferencias y disposición del consumidor en meterse la “mano en bolsillo” para adquirir ese producto?
Por otra parte, muchos líderes socialistas latinoamericanos, que incluso, algunos están asumiendo el poder, están destinados al fracaso, si no entienden el valor que agrega al aparato productivo nacional, y por ende, a la sociedad entera, la propiedad, la iniciativa privada, el emprendimiento, el arte de la gerencia y las leyes de la economía. Pero lo más dramático y sorprendente, es la perfecta irresponsabilidad de la gente que les confía el voto a sabiendas de la realidad venezolana.
La única vía hacia el desarrollo de Latinoamérica es mediante la educación y calificación de su recurso humano, con políticas económicas estratégicas en el marco de la democracia, el estado de derecho y la economía de mercado, cualquier condición diferente, simplemente atrasa la sociedad, así como nosotros hemos visto retroceder el país cincuenta años en veinte.
Alberto Barboza / Coach Gerencial en liderazgo, planificación y productividad
Mail: [email protected]
TW: @Abarboza192