La iglesia católica venezolana en su exhortación pastoral sobre Renovación Ética y Espiritual Frente a la Crisis hecha pública en enero de 2015, también expresó coincidencia con la angustiosa situación económica generalizada que afecta a la nación. Dentro de un contexto general, en lo económico menciona: “que el pueblo se ve sometido a dificultades nunca vistas para tener acceso a artículos de primera necesidad. Una deuda externa gigantesca, que hipoteca el futuro de los venezolanos, la inflación desbordada, la devaluación de nuestra moneda, el contrabando de extracción y el desabastecimiento de productos básicos han generado ell empobrecimiento creciente de amplios sectores de la población, particularmente los de menos recursos económicos. Esta crisis se acrecienta por la corrupción administrativa, el centralismo, el saqueo de las divisas del fisco, la reciente baja de los precios del petróleo, y por la ineficacia de las medidas y planes que está aplicando el gobierno nacional para enfrentarla.”
Esa fue una síntesis maravillosa de una situación espantosa que ha empeorado con el tiempo. Sin embargo se atrevió a proponer y recomendar: “Es necesario que, dejando a un lado concepciones ideológicas rígidas y fracasadas así como el afán de controlarlo todo, el gobierno impulse reformas que eliminen trabas a la producción, detengan la inflación, y solucionen el desabastecimiento y la carestía de los artículos de primera necesidad. Entre otras cosas promoviendo la actividad privada en la economía, consagrada en la Constitución. Venezuela necesita un nuevo espíritu emprendedor con audacia y creatividad. Es urgente estimular la laboriosidad y la producción dando seguridad jurídica y fomentando empresas eficientes, tanto públicas como privadas. Pero también es necesario observar una conducta ética, recta y honesta. . . . . la grave crisis que confrontamos en Venezuela revela una situación aún más profunda: una crisis moral, de valores, actitudes, motivaciones y conductas que es preciso corregir. . . . . No podemos creer en Dios y actuar de cualquier manera.”
La Universidad Católica Andrés Bello, producto de las investigaciones hechas en conjunto con la Universidad Simón Bolívar y la Universidad Central de Venezuela publicó en un encartado sus “Propuestas Venezuela 2015” para las áreas social, educativa, política y económica. En esta última área, también sus propuestas son coincidentes con las que ya he mencionado, no obstante, agregan mayor valor ya que están sustentadas por la aplicación de instrumentos científicos.
Fedecámaras en su asamblea nacional celebrada en el mes de julio de ese mismo año, asumió como tema de fondo su “Compromiso con Venezuela”, el cual se fundamentó en tres consensos fundamentales. 1. La necesidad de crear confianza para la inversión y el emprendimiento. 2. La necesidad de eliminar los obstáculos que enfrenta la producción nacional, y 3. La necesidad de apoyar la iniciativa de los venezolanos estableciendo prioridades claras para la inversión pública y para la promoción de la inversión privada.
La obsesión ideológica de una supuesta revolución pudo más que el interés por el progreso de la Patria. Ana Teresa Torres refiriéndose a esa terca conducta, nos dice que el culto revolucionario tiene sus raíces en el seguimiento arbitrario del ejemplo bolivariano entendido como la pasión por arrasar con el pasado y el permanente deseo de empezar todo desde sus cimientos. Es así cómo hemos llegado a un momento crucial: una sociedad fracturada por tendencias opuestas y aparentemente irreconciliables; un país destrozado en su capacidad productiva; destruídas sus instituciones fundamentales y socavados sus valores y principios como sociedad civilizada que exige urgentemente de un gran esfuerzo de recomposición material, social y moral.
La Ciencia Económica, como toda ciencia, tiene sus leyes derivadas de la observación de procesos que se repiten constantemente durante la producción, distribución, intercambio y destrucción de productos y bienes. No son leyes del capitalismo ni del socialismo. Son leyes científicas que es necesario conocer para que en el diseño y ejecución de una política económica integral se garantice el ansiado desarrollo económico que supone la creación de riqueza y su equitativo reparto.