El embajador ruso ante la ONU, Anatoly Antonov, se convirtió este viernes en el Colin Powell de esta guerra, en la que Vladimir Putin parece haber plagiado una página de la contienda de Irak hasta niveles esperpénticos. La reunión del Consejo de Seguridad que convocó para denunciar la existencia de programas de armas biológicas en Ucrania, presuntamente en colaboración con EE UU, dejó perplejos a muchos, indignados a la mayoría y particularmente preocupados a los líderes del mundo occidental.
Según la embajadora estadounidense ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, «la intención detrás de esas mentiras parece clara y es profundamente preocupante», entonó. «Creemos que Rusia podría usar agentes químicos o biológicos para asesinatos, como parte de un falso incidente o en apoyo a las operaciones militares tácticas».
Con ello seguía la que dijo siempre ha sido la estrategia de Estados Unidos en esta guerra para abortar preventivamente las acciones de Putin, «contarle al mundo lo que sabemos con transparencia», recordó. «Y ha ocurrido exactamente como anticipamos».
El presidente ruso no se tomó en serio entonces el precio que pagaría su país por la invasión de Ucrania, que todavía sigue negando, pero ahora tiene una nueva amenaza sin especificar sobre la mesa. El presidente Joe Biden advirtió este viernes que si lleva a cabo un ataque biológico «pagará un precio muy severo». Ni él ni el portavoz del Pentágono, John Kirby, quisieron entrar en detalles sobre cuál sería, ni sobre cuáles son sus fuentes de inteligencia, pero existieron en que los aliados de la OTAN están unidos y la organización es «más relevante que nunca», afirmó Kirby.
Esta unidad se reflejó este viernes en las intervenciones diplomáticas del Consejo de Seguridad, donde también se sintió el desmarque de potencias como China, India y Brasil, que insistieron en que la organización multinacional investigue seriamente las acusaciones rusas. Thomas-Greenfield las desmintió rotundamente con una advertenencia: «Sólo voy a decir esto una vez: Ucrania no tiene un programa de armas biológicas. No hay laboratorios de armas biológicas apoyados por Estados Unidos, ni cerca de la frontera rusa, ni en ninguna parte».
Lo único que hay, según la embajadora estadounidense, es un laboratorio médico que Ucrania opera por su cuenta y que ha permitido detectar y diagnosticar enfermedades como la covid-19. «Estados Unidos ha asistido a Ucrania para que lo haga de forma segura», aclaro. «Es un trabajo del que estamos orgullosos y hemos hecho abiertamente. No tiene absolutamente nada que ver con armas biológicas»., dijo.
Rusia tenía poca credibilidad entre los diplomáticos y frente al mundo, porque, como observó la diplomática, «está fracasando en su batalla para crear una realidad alternativa». Y es que mientras el ministro Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, negaba el jueves que hubieran atacado un hospital de maternidad en Mariupol, periodistas de todo el mundo mostraban las imágenes de las embarazadas heridas. «Las pruebas gráficas se amontonan, pagaréis por vuestras acciones», prometió Thomas-Greenfield.