El ambiente de cambio político que vive el Zulia, desde el pasado 21 de noviembre,
ha traído consigo altas expectativas para el nuevo año que recién comienza.
Expectativas que, para ser satisfechas, requieren de dos elementos básicos: el
primero, la capacidad, la creatividad y el ingenio de los nuevos gobernantes y sus
equipos de trabajo para buscar soluciones a los problemas del estado y de sus
municipios; y, el segundo, la sabiduría de los ciudadanos para comprender que la
recuperación del Zulia no es obra de un día para otro, debido a la destrucción total
que heredaron el gobernador Manuel Rosales y los alcaldes de los veintiún
municipios zulianos.
Reconstruir al Zulia es uno de los más grandes desafíos de nuestra historia
contemporánea. Todos hacemos falta en este momento en el que decidimos
caminar por la vía del cambio para hacer posible la construcción del Zulia grande
que merecemos. Es una tarea que nos convoca a todos, para demostrar una vez
más la reciedumbre y la fortaleza de la que estamos hechos los zulianos, capaces
de crecernos y de unirnos como uno solo en circunstancias tan difíciles como las
actuales.
Tenemos a nuestro favor un entorno cargado de buenas vibras; la esperanza
destaca como luz que ilumina a todo el Zulia; esa esperanza debemos transformarla
en la fuerza para dejar atrás la destrucción y el desamor por nuestra tierra e
incorporarnos todos, desde las trincheras de cada uno, para empezar a hacer lo que
nos corresponde hacer como buenos zulianos.
Llegó el momento de que en el Zulia hagamos bien las cosas; gobernantes
responsables, probos y transparentes; capaces de colocar el interés general de los
zulianos por encima de parcialidades y particularidades; con suficiente conexión
emocional para unirnos a todos, practicando siempre la inclusión y la amplitud; con
capacidad para hacernos soñar con el Zulia que anhelamos, más allá de los
apremios del día a día, para ser de nuevo el Estado de vanguardia que hemos sido
a lo largo de nuestra historia. Un Estado donde todos podamos vivir mejor.
Pero ese cambio que llegó, resultaría infructuoso sin la organización y la
participación activa de los zulianos. Atrás quedó el tiempo de la quejadera y la
espera a que el gobierno lo resuelva todo. Tenemos mucho que aportar en el
progreso del Zulia, vamos a convertirnos en verdaderos ciudadanos,
comprometidos con un mejor porvenir con oportunidades para todos. Hagamos un
solo equipo fuerte y decidido, si queremos salir de la postración en la que nos
encontramos.
Esa unidad indestructible nos hace falta para salir airosos de los desafíos que se
nos vienen. Como, por ejemplo, garantizar la gobernabilidad del Zulia que permita
la suficiente estabilidad política y financiera para que el gobernador Rosales pueda
cumplir con la palabra empeñada con los zulianos. Exigir y defender nuestros
derechos, mediante procesos de negociación con el gobierno central sin pruritos ni
radicalismos, porque lo que está en juego es el bienestar de cada uno de los
zulianos. Este es un tema delicado que exige inteligencia, estrategia y apoyo
ciudadano y, sin duda, es una de las grandes responsabilidades del nuevo
gobernador.
Otro desafío inmediato, con carácter de emergencia, es la recuperación de los
servicios públicos básicos y de las mínimas condiciones de operatividad para que
el Estado inicie un nuevo proceso de recuperación económica que nos permita salir
del profundo hoyo en el que hemos caído. Ello exige una mancomunidad de políticas
y esfuerzos entre los tres niveles de gobierno. De lo contrario, la carga será muy
pesada y la capacidad de respuesta más tardía. De nuevo se hace necesario la
voluntad y la estrategia para negociar colocando en primer lugar al Zulia y su gente.
Y por último y no menos importante, debemos sumar un desafío vital para el Zulia.
Cambiar el cortoplacismo y la inmediatez, herencia perversa de la revolución, por la
planificación a mediano y largo plazo que nos permita nuevamente soñar con un
Zulia moderno, tecnológico, de progreso y de referencia obligada nacional e
internacionalmente. Debemos cambiar lo pequeño por lo trascendente, sin caer en
la grandilocuencia que tanto daño nos ha hecho. Pensar, reflexionar y planificar el
Zulia que nos haga sentir verdaderamente orgullosos de lo que podemos hacer a
pesar de las adversidades. Esa es una deuda que debemos saldar con el Estado.
Soy practicante del optimismo con base en la realidad circundante; creo
profundamente en las capacidades de las sociedades para levantarse y
reinventarse, echando mano de experiencias que dejan lecciones que nos han
enseñado que, frente a las adversidades, aparecen magnificas oportunidades que
podremos aprovechar si estamos conscientes que todo es posible cuando todos nos
proponemos un objetivo supremo. Confió en los zulianos, en su trabajo productivo
y en su infinita creatividad e inventiva para construir caminos nuevos y perdurables
en el tiempo. Como diría un destacado venezolano, Teodoro Petkoff, “estamos mal
pero vamos bien”.
Efraín Rincón Marroquín (@efrainrinconm)
Consultor Político