Las desafiantes acciones de las tecnológicas Amazon, Apple, Google, Twitter y Facebook han hecho saltar todas las alarmas sobre la libertad de expresión
La efervescencia política que vive Estados Unidos (EEUU) desde la llegada de Donald Trump a la Presidencia en el 2016 tuvo en el 2020 su escenario cumbre con la pandemia, las violentas protestas en más de 20 estados, tras la muerte de un afroamericano a manos de un policía en Minneapolis; la etapa preelectoral, los comicios del 3 de noviembre y los acontecimientos posteriores.
La determinación de los grandes medios convencionales de comunicación y de los gigantes estadounidenses de tecnología de adherirse a una Agenda Global 2030, aprobada en el Foro Económico Mundial (Foro de Davos) sobre Desarrollo Sostenible y aprobada en septiembre del 2015 por la Organización de Naciones Unidas (ONU), ha conducido a EEUU y a otros países a enfrentarse a una nueva realidad. Esta Agenda manifiesta abiertamente que el mundo necesita un «Great Reset» (cambiarlo todo y comenzar de cero).
El presidente Trump reseñó públicamente y dio a conocer las verdaderas intenciones de este proyecto que busca un gobierno centralizado universal, en contra de los fundamentos y principios básicos occidentales de autonomía económica, independencia, libertades individuales, tradición nacional y privatización.
Trump, en sus cuatro años de mandato, ha hecho historia. Se convirtió en el mayor opositor y relator de las intenciones de este polémico diseño mundial de clara tendencia socialista, que otorga luz verde al poder supremo del estado (integrado a un bloque monolítico) y la centralización de poderes.
La censura, un ataque a los valores democráticos en EEUU
La censura y cierre de plataformas digitales en EEUU es una declarada guerra a los seguidores del capitalismo tradicional. La utilización de un acontecimiento cuestionable y controversial, como los sucesos en el Capitolio el 6 de enero, indican cómo la intención de cumplir con esta agenda globalista ha calado y fragmentado a la mayoría de las instituciones civiles, políticas, económicas y judiciales en EEUU.
La violación del elemental derecho individual en la mayor democracia del planeta (la libre expresión y opinión) al presidente de EEUU, a sus asesores más cercanos y a sus seguidores no solo en este país, sino en el resto del mundo, reafirma una espeluznante realidad a la que se ha enfrentado de manera frontal la administración Trump.
Los monopolios estadounidenses
Pero más allá del mandatario estadounidense, la prohibición de Parler.com (plataforma digital que acogió a millones de conservadores en busca de esa libertad de expresión) desenfunda y pone a la luz pública la violación a las leyes antimonopolio en EEUU y en el resto del mundo.
Vivimos ahora una nueva era en política con definidos lineamientos para un llamado nuevo orden mundial mediante la tecnología y la complicidad de los grandes medios de comunicación convencionales.
Luego de la desenfrenada censura de los gigantes como Google, Facebook, Twitter, YouTube y Amazon, entre otros, contra quienes desestiman las directrices de izquierda y la izquierda radical, ha nacido un fenómeno mundial: la emigración de clientes hacia otras plataformas libres de cualquier censura (por el momento) e incluso entre las cadenas tradicionales de Televisión como Newsmax y OAN en EEUU. Es el caso también de Signal y Telegram, que ha saltado a más de 500 millones de usuarios activos en el negocio que dirige desde hace 7 años el ruso Pavel Durov. “Las personas ya no quieren ser rehenes de los monopolios tecnológicos”, afirma Durov.
El éxodo por la libertad de expresión
En apenas 72 horas, se afiliaron a la red digital Telegram 25 millones de personas, 38% de Asia, 27% de Europa y 21% de América Latina, lo cual revela el fenómeno de transición en el mundo.
Tras una caída en Wall Street del 12% de las acciones al siguiente día de cerrar la cuenta de Trump y sus colaboradores cercanos, el jefe de Twitter, Jack Dorsey, reconoció que la prohibición de Trump “sienta un precedente «peligroso» y representa un fracaso para promover una conversación saludable en la plataforma”.
«Tener que prohibir una cuenta tiene ramificaciones reales y significativas», comentó Dorsey en varios twitts. «Si bien hay excepciones claras y obvias, creo que una prohibición es un fracaso nuestro en última instancia para promover una conversación saludable». Twitter perdió ese día casi 5.000 millones de dólares en valor de mercado.
Facebook y Twitter han perdido más de 51,000 millones de dólares en valor de mercado combinado, después de cerrar cuentas de Trump, algunos de sus principales asesores y partidarios, reveló un artículo de The Epoch Times.
Amazon asestó un revés más a Parler.com al informarle que necesitaría buscar otro servicio de alojamiento web, con el argumento de que en este sitio se permitían mensajes que incitaban a la violencia.
El director general de Parler, John Matze, censuró las sanciones y las describió como “un ataque coordinado de las gigantes tecnológicas para aniquilar a la competencia en el mercado. Fuimos muy exitosos demasiado rápido”, señaló Matza en un mensaje.
Demanda judicial y creciente escrutinio
El Departamento de Justicia, junto a una coalición de fiscales estatales en EEUU, interpuso una demanda antimonopolio contra Google. La acusa de mantener, ilegalmente, un monopolio en la búsqueda de contenidos al aislar a sus rivales de los canales de distribución clave.
La demanda judicial exige a la compañía tecnológica cambios estructurales, lo que abre la puerta a una posible fragmentación de la compañía en el mayor caso antimonopolio en una generación, solo comparable a los presentados contra Microsoft en 1998 y al de 1974 contra AT&T, que llevó a la ruptura del sistema de telecomunicaciones Bell, según Reuters.
El gobierno afirma que Google realiza casi el 90% de todas las consultas generales en motores de búsqueda en Estados Unidos y casi el 95% de las consultas en teléfonos móviles.
Desde el principio de su mandado, el presidente Donald Trump ha hecho alusión a los poderes de las grandes tecnológicas. En reiteradas ocasiones advirtió del «peligroso poder de las compañías de tecnología» en contra de la libre expresión y de los principales valores democráticos en EEUU.
Preocupantes asaltos a la democracia
El reciente intento del Presidente de extraer del presupuesto de defensa para el 2021 la Sección 230, que libera de responsabilidad a las multinacionales tecnológicas, no surtió efecto y propició un proceder violatorio, deliberado, insólito e inaceptable en un sistema democrático como el de EEUU.
Por su parte, Whatsapp, propiedad de Facebook, presentó a sus más de 2.000 millones de clientes nuevas reglas que muchos consideran que elimina la protección de privacidad, por lo cual millones han comenzado su éxodo hacia otras plataformas. “Acepte que podemos utilizar todos sus datos o váyase”, es la interpretación que han hecho millones sobre las regulaciones que entran en vigor el 8 de febrero. Sin embargo, este viernes acaba de anunciar que esa fecha fue postergada, debido a la emigración de millones de usuarios en esa plataforma.
«Estamos postergando la fecha en que se pedirá a las personas revisar y aceptar los nuevos términos», dijo Whatsapp, propiedad de Facebook, quien ha sufrido un fuerte revés financiero en los últimos días.
Elon Musk, el fundador y presidente de Tesla y en la actualidad el hombre más rico del planeta, es un ferviente opositor de Facebook y ha recomendado a sus millones de partidarios utilizar Signal, una aplicación de mensajería que emplea cifrado de forma predeterminada. Más de 7,5 millones de descargas registró este sitio en días recientes.
Musk también ha vertido sus opiniones contrarias a la prohibición de los mensajes del Presidente en Twuitter y Facebook. “Mucha gente va a estar súper descontenta con la alta tecnología de la Costa Oeste como el árbitro de facto de la libertad de expresión”, opinó el también presidente ejecutivo de la empresa aeroespacial estadounidense SpaceX.
El nacimiento de una Nueva Era Digital
Gab.com, Duckduckgo.com, Parler.com, Rumble.com, MeWe.com y DLive.com son algunas redes sociales y plataformas que conforman una constelación que en los últimos 4 años ha nacido para acoger a los clientes insatisfechos e indignados con la censura, discursos de odio y retórica política que promueve el vandalismo, la destrucción de la historia y los valores patrios, la violencia y el caos anárquico.
Este ecosistema marginal -llamado Trumpnet- podría estar listo para dar vida a los emergentes poderosos de la internet a nivel mundial, con la promesa de no incinerar la libertad de expresión ni coartar los derechos civiles.
El presidente Trump anunció una posible plataforma propia para sus seguidores y los amantes de valores nacionalistas en EEUU y el mundo, un proyecto que pudiera destrozar las intenciones del globalismo y al que podrían sumarse otras empresas .com, que fragmentarían el poder alcanzado por las grandes tecnológicas estadounidenses y chinas.
Nuevamente se impone una de las premisas fundamentales del capitalismo: la competencia. Sin embargo, los gobiernos deberán asumir también su cuota de responsabilidad -con leyes o decretos- en la era de tecnología y desarrollo acelerado, que ha puesto en peligro la democracia universal, los derechos individuales y la soberanía de cada país.