Ender Arenas: Una mirada lejana

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Roberto Briceño León nos muestra las cifras que, una vez más, revelan el estado de ánimo actual de los venezolanos: 70% de los compatriotas, dice, ser pesimista con respecto al futuro. Bueno, es que treinta años de sufrimiento, incertidumbre, de necesidades básicas insatisfechas, en fin, de eso que solemos llamar sufrimiento, es un tiempo harto suficiente para “tomarnos las cosas a lo trágico” y no es ninguna exageración dado nuestro carácter, imbuido de cierta naturaleza melodramática, que ha sido cincelada a fuerza por Delia Fallo, Pilar Romero, Leonardo Padrón, Julio César Mármol, Ibsen Martínez, César Miguel Rondón y otros guionistas de las más célebres telenovelas venezolanas.

Pero es algo que incomoda, pues, cuando los venezolanos decimos que somos pesimistas con respecto al futuro, estamos diciendo que el horizonte temporal que ha impuesto el chavismo, ese interminable y duro presente actual, se mantendrá incólume en el futuro por venir.  

Los sectores opositores tienen o deben crear su propio horizonte temporal y evitar que la dictadura siga encerrando al país en el único tiempo que la  dictadura desea que los venezolanos vivan: el presente, un “presente continuo”, donde la nomenclatura en el poder es quien dispone del tiempo de todos y tiene el monopolio en la estructuración del tiempo con la imposición de plazos mediante la ampliación de los suyos y reduciendo los plazos de todos y, por supuesto, de los asumidos como enemigos.

Todos sabemos, que quien pone los plazos es el que tiene el poder, que se expresa en el más manido lema de la dictadura: “hemos llegado para quedarnos, por las buenas o por las malas”

¿Es posible revertir las expectativas negativas de los venezolanos sobre el futuro por venir? Sí, es posible, siempre y cuando el liderazgo, construya un nuevo encanto que remita a un futuro por conquistar. ¿Es difícil?, si lo es, pero, es posible. La idea es de crear una “ilusión para todos” de que el futuro será diferente, será mejor, porque “solamente las ilusiones son capaces de mover a la gente”. A veces, mucho más que la verdad. Bueno, casi siempre.

Esta breve perorata nos remite a la posibilidad de la transición democrática, que los pesimistas, ese 70 % de lo que nos hablan las encuestas de Roberto Briceño León no lo ven posible.

En notas anteriores he condicionado la transición democrática a la convocatoria a de una masiva movilización popular que derive en una sublevación multitudinaria, que en el pasado la hubo con éxito, solo que “la otra agenda”, de cierto grupo de empresarios representados en FEDECÄMARAS junto con algunos sectores de la FAN torcieron los resultados al apropiarse de la mayor movilización de la gente que registra la historia del país.

Obviamente, el país de 2025 no es el mismo de 2002, pero hay un rasgo que un nuevo movimiento como el citado debe mantener: igual que el del 11 de abril de 2002, una movilización masiva debe conservar la indignación que motivó a la gente a oponerse al régimen, en ese entones bajo la dirección de Chávez, y debe conservar su naturaleza iracunda.

El analista John Magdaleno señala, en una entrevista con César Miguel Rondón, que para que se produzca, la ansiada transición democrática debe concatenarse algunas variables. En primer lugar, alude a la movilización colectiva, cuestión que comparto plenamente y agrega otras variables, que según su análisis de cientos de experiencias de transición, deben estar presentes: “el uso de las elecciones, la situación económica, la presión externa, el ciclo de negociación privada con algunos sectores de poder”.

Es una propuesta interesante, sin embargo, descuida, en primer lugar, que Maduro no es que sea un presidente ilegítimo, porque su mandato es el resultado de un enorme fraude, él es un dictador y lo es porque él y su cuadro burocrático tienen la capacidad autoritaria de cambiar los resultados que el pueblo se ha dado. La represión que ha implementado ha sido dura, pero lo que, fundamentalmente, la caracteriza como dictadura es su capacidad de darse los resultados que lo mantengan en el poder.

No es un proceso que tiene a Maduro como el origen de todos nuestros males y miedo. Todo comenzó con Chávez, quien, en un mismo, movimiento empezó por erosionar la Democracia y liquidar la República.

Es Chávez, quien convierte al ciudadano, en “pueblo”, que derivó en pura masa de maniobra y manipulación, desmontó las formalidades democráticas y, finalmente, es el responsable del deslave de las instituciones y la división de poderes, es decir, de la Repúvlica. Maduro, solo ha sido, el ejecutor de un proyecto de orden que ha terminado en el más desastroso desorden.

Magdaleno, quien asesora al sector que promueve la participación de sectores de la oposición en todo proceso electoral que sea convocada por el régimen habla del uso de las elecciones como una mediación importante para la transición democrática. Es obvio, la importancia de las elecciones, no solo para la transición democrática. Ellas son fundamentales para la consolidación de la democracia que es un momento diferenciado de la transición democrática. Yo no dudo de su valor.

 Pero, este, es un debate que tiene que ser agotado, no con los desplantes de que: “si nos roban, volvemos a votar y si nos vuelven a robar volvemos a votar y así hasta que un meteorito, acabe con la vida en el planeta”. O, el repetido, como un mantra: “se vota para no ceder espacios”, como si estos no hayan sido totalmente colonizados por el régimen y que cuando siente el peligro de ver cedido algunos de esos espacios, solo cambia los resultados, pues esto no es un modelo competitivo, hace bastante tiempo, dejó de comportarse como “Una democracia iliberal”, pues, derivó hacia una dictadura dura y pura.

La vieja forma de “democracia participativa y protagónica” fue desde siempre, desde los inicios del régimen, una enorme hipocresía.

La otra variable a discutir, es la que Magdaleno señala como “el ciclo de una negociación privada con algunos sectores del poder”. Creo que nunca en la historia política del país se haya trajinado tanto en negociaciones entre sectores del poder y la oposición, tanto con los sectores fundamentales del primero, como con sectores gubernamentales que tienen posiciones menos radicales.

Reuniones públicas, han sido muchas. Negociaciones privadas, también han debido ser muchas. El caso, es que los actores gubernamentales, los públicos y los privados, que se han sentado a negociar no son confiables y una vez que logran los resultados que al régimen beneficia, los actores del régimen, no cumplen con lo acordado y se retiran de la negociación.

No ha habido negociantes internos y externos, públicos y privados, incluyendo, reyes y mandatarios de países centros, y de la “periferia” también, que no hayan sido burlados por los personeros del régimen que se han sentado a negociar.

No quiere decir, que toda negociación debe ser desestimada, pero ellas (las negociaciones) deben montarse en base, primero, a principios y valores sustantivos y luego soportado por un cuadro político-institucional que obligue a los acordantes a cumplir con lo acordado.

Todo es debatible. Sin embargo, hay un aspecto que, en la intervención de Magdaleno, en su dialogo con César Miguel Rondón, que es reprochables, según mi punto de vista.

 Esto es, cuando, muy propio de los promotores de la participación en las elecciones, que cuestionan, a veces, directamente, a veces, veladamente como en este caso, el liderazgo que ha emergido después de las primarias. Magdaleno, sostiene que los actores que participarían en esas negociaciones han sido impuestos por quien ejerce ese liderazgo, pero él no quiere nombrar a nadie para no meterse en ese “pleito”, esas fueron sus palabras más o menos.

Pero, todos los que escuchamos la entrevista sabemos a quien apuntaba, utilizando, lo que en literatura llamamos “el silencio narrativo” donde no se dice nada, pero sí, se dice. Aquí, el objetivo, sin decirlo, es desacreditar, dañar la imagen y la reputación de MCM.

El caso es que los actores que el propondría les ha sido retirado la confianza por los ciudadanos, por ejemplo, Henrique Capriles, el líder opositor, en un pasado muy reciente tiene menos de 3 % de confianza que la gente todavía le confiere, Rosales apenas sobre pasa el 2% de confianza

Y Magdaleno, que es uno de los mas brillantes analistas que lee la realidad política venezolana, lo sabe.

La confianza es una apuesta a futuro que se le otorga a aquellos que sus acciones son transparentes y consistentes, en todo tiempo y en todas las circunstancias. La gente percibe que estos actores han abusado y traicionado la confianza que les fue otorgada y se las ha retirado, generando a partir de entonces una relación negativa con dichos actores.

Pero, bueno, esta es solo la opinión, de muchas que a diario se lee, de un observador de la situación venezolana, pero desde afuera y lejano. Con la gente que he conversado, gente común, con los problemas a su espalda, anda cada uno por su lado, con miedo, unos hablando de nada y los otros también.

@enderarenas