A Marco Adriano, con afecto y admiración
Hitler, Stalin y Mussolini hoy en pleno siglo XXI: revividos. A través de Trump, Xi, Putin, Ortega, Bukele, Erdogan, Orban y paremos de contar. El autoritarismo reta a los sistemas abiertos y democráticos. Quedarse por la fuerza y las malas.
La violencia al servicio de un Yo Supremo (Roa Bastos) que aplasta y reprime todo tipo de disidencias que cuestione los cimientos de un poder sin alegría. En Venezuela sabemos mucho de esto. Los cubanos: ni que se diga. Y la Nicaragua del matrimonio feroz es otra terrible muestra.
“La base de gran parte de la locura del hitlerismo es su deseo increíblemente drástico y severo de purgar a Alemania de los elementos no alemanes, de crear una Alemania exclusivamente destinada a los alemanes completos”. Esto es del laureado periodista estadounidense John Gunther (1901-1970) en su libro “Líderes del Siglo XX”, edición mexicana de 1968.
Trump y su “América Primero” entroncan con esa misma aspiración nazi. “A partir del 11 de abril, los migrantes venezolanos en Estados Unidos deberán registrarse obligatoriamente en el Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS), informó la Embajada de EE. UU. para Venezuela. El incumplimiento podría acarrear multas o cárcel”. Ser venezolano en la tierra del Tío Sam ya tiene las dimensiones de una sospecha. La locura del trumpismo es un riesgo hoy muy cierto para el mundo.
Estos tiranuelos, muy inteligentes la mayoría, adolece de salud mental. Son tóxicos por naturaleza. Del tipo sociópata, psicópata, narcisista y demás especies oscuras. Pasan por ser gente normal y en realidad les patina el coco. Son trastornados cuyo único refugio es el manicomio. Aunque andan sueltos y son expertos en llevar mil máscaras, razón por la cual pasan inadvertidos.
Y así como hay un inconsciente individual (Freud), también hay otro colectivo (Jung), más no por ello absolutamente sano. Estas patologías psiquiátricas que se derivan de mentes desequilibradas conectan con otras muchas con cerebros mutilados. El loco de atar sabe explotar esto muy bien.
La mentira es su principal habilidad. La manipulación, abierta o sigilosa, otra bien efectiva. Y como no tienen empatía, y apenas emociones y sentimientos, el dolor ajeno les resbala por completo. Además, nunca son responsables de nada. Y si se equivocaron y dañaron a otros por sus acciones no reconocen ningún resquicio de culpa.
La egolatría es su plan de vida. Y si les damos poder, o ellos lo conquistan, terminarán por destruir el tejido social e imponer una historia trágica. El cementerio es su verdadera Iglesia. Y su ideología no es más que depredar a los otros.
Estos enfermos mentales se resisten a una cura. Además, nunca cambian. Son un problema ya no sólo de salud pública sino de sobrevivencia sociológica. Calígula y Nerón son paradigmas de esto que anotamos. La sociedad aún no es capaz de protegerse de estos personajes sin escrúpulos.
Su impulsividad les delata y la base de su moralidad es la irresponsabilidad junto al desprecio más absoluto al bienestar del otro. Son muy conscientes de las catástrofes que desatan porque viven odiando y envidiando. Nada les alcanza; nada les es suficiente. Y lo pretenden todo.
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN
@LOMBARDIBOSCAN