Como en esas películas donde el personaje principal es herido, se revuelca en el fango y luego se levanta para decir «no ha sido nada, solo un rasguño», el dólar ha comenzado a recuperarse en el mercado informal cubano, luego de una caída que ha durado apenas un par de semanas. En las calles de la Isla crece la convicción de que el tropezón solo ha sido para tomar impulso y que la moneda estadounidense no tendrá frenos en su subida.
A inicios del mes de mayo, el también conocido popularmente como «fula» llegó a rozar los 400 pesos cubanos en las redes clandestinas de compra y venta de divisas. Aquella cifra, además de inédita, dejó en evidencia la endeblez de los salarios en la Isla, donde un profesional de la salud, con una especialidad a sus espaldas, apenas gana mensualmente el equivalente a menos de 50 dólares. La bajada del valor de la también llamada, irónicamente, «moneda del enemigo», no significó una moderación de los precios de productos básicos.
Dinero respaldado
Los que reciben dólares desde el extranjero contuvieron el aliento y la cartera para evitar vender sus divisas en los días en que el verde experimentó una caída. Pero tampoco los que solo viven de un salario en moneda nacional pudieron saborear que el billete con el rostro de George Washington llegará a cambiarse por debajo de los 350 pesos. Ningún negocio privado, de esos que han comenzado a extenderse por la Isla y ofrecen fundamentalmente alimentos importados, bajó el precio de su mercancía. Ningún conductor de un taxi colectivo, comerciante de frutas y vegetales o transportista de productos agrícolas le restó un centavo a sus tarifas.
¿Por qué esta parálisis ante el descenso del valor del dólar? La razón señala al escepticismo alrededor del débil peso cubano y a la convicción popular de que, amén de las oscilaciones y de cualquier traspié que sufra la moneda estadounidense, es un dinero respaldado por elementos de los que carecen casi en absoluto esos billetes con la imagen de José Martí, Antonio Maceo y Calixto García. El dólar goza de todo aquello que le falta al dinero nacional: confianza entre quienes lo usan, respaldo productivo y entidades financieras internacionales que lo apuntalan.
Remontada del dólar
Otro motivo para no dejarse arrastrar por el batacazo que sufrió el verde fue la sospecha de que su desliz estaba siendo influenciado por falsos anuncios de venta de divisas, a menor precio, salidos de la fábrica de bots que tiene el régimen cubano. En las calles de la Isla muchos consideraban que el oficialismo se había empleado con fuerza para lograr adulterar el resultado del algoritmo que, en el sitio independiente El Toque, calcula el valor de las monedas extranjeras en el mercado negro cubano. Esa intuición iba acompañada por la convicción de que mantener ese pulso era casi imposible para la Plaza de la Revolución y de que terminaría perdiéndolo, como ha ocurrido.
Esta semana, el dólar ha vuelto a rozar los 400 pesos cubanos y el pronóstico a corto y mediano plazo es que su remontada se mantenga sin grandes obstáculos en el camino. No hay que ser experto en finanzas ni graduado de Economía en una universidad para concluir que la moneda nacional está herida de muerte. La baja productividad de la industria, del sector agrícola y de los otros entramados generadores de bienes y servicios han cavado la tumba del peso. Las restricciones para sacar efectivo de los bancos, en parte motivadas por la crisis económica, pero también por una voluntad oficial de recoger el circulante para forzar la bajada de las divisas, ha aumentado el recelo alrededor de la moneda con la que se pagan los salarios. La dolarización informal se ha extendido y los emprendedores prefieren entenderse en el lenguaje de las divisas. Los pocos cubanos que mantienen ahorros han comprendido que es mejor guardar verdes bajo el colchón.
El éxodo masivo que vive la Isla desde hace varios años también ha terminado por coronar al «emperador dólar». La demanda en el mercado informal de esa divisa está motivada, en buena medida, por la necesidad de costear boletos para emigrar y de financiar los costos del traslado a través de Centroamérica hasta la frontera sur de Estados Unidos. En los bolsillos de esos migrantes no tienen cabida los billetes con la cara de Camilo Cienfuegos ni de Ernesto Che Guevara, el papel moneda que llevan tiene impresos la mirada penetrante y el porte señorial de Abraham Lincoln. (ms)
@yoanisanchez