Daniel Hernández Luengo: Anécdotas del Teatro Baralt

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Sucintos relatos sobre los antecedentes históricos del añoso Teatro Baralt abundan apilados en la buhardilla de lo memorable, lugar éste donde a través del cristal de la belleza innata puede apreciarse el vasto esfuerzo de una cofradía de ciudadanos que, como dignos representantes del bien común, sumaron inmensurables esfuerzos para proveer a Maracaibo de un espacio cónsono para las artes.

Actualmente, luego de celebrarse el centésimo cuadragésimo aniversario de la apertura, continuamos en la eterna diégesis de los sucesos acontecidos a través de los años en el importante coliseo, sin embargo, hay datos pocos conocidos que pueden resultar de sumo interés para quienes reescriben la historiografía zuliana en la estepa de lo habitual.

Con respecto al fresco de Baralt, situado sobre el telón de la sala alta, imperan galimatías contrastantes por consideraciones personales de terceros que asumen posiciones radicales, esto ha conllevado a exponer libremente fantásticas teorías que en vez de aclarar el panorama oscurecen por intrepidez el horizonte. Ante ello, trataré de dilucidar el asunto sin pretender imponer criterios o creerme conocedor de la verdad absoluta.

En el primer teatro (julio de 1883) diseñado por Manuel de Obando, fue pintado el famoso retrato del insigne filólogo zuliano en la cúspide del escenario, lamentablemente, hasta el sol de hoy se desconoce su autor.

Posteriormente, para la segunda inauguración (diciembre de 1932) conocida por ostentar el diseño estructural del belga, León Jerome Höet, se mantiene la incógnita en cuanto a si mantuvieron el prístino fresco del homenajeado escritor o si realizaron uno nuevo. En caso de que hayan decidido mantener la primera pintura, por lógica debió ser intervenida por algún especialista de la época 49 años después.

Varios artistas plásticos afirman audaces que el imponente rostro pintado al óleo es obra del precursor del Art Decó venezolano, Antonio Ángulo, hijo de Pradelio Ángulo, propietario del Bar “La Zulianita”, y, responsable de diseñar el plafón que se exhibe por casi 92 años. Otros, alegan que quien verdaderamente asumió dicha responsabilidad fue Régulo Díaz “Kuruvinda”, ayudante de Antonio en el montaje, debido a su destacado talento para hacer retratos. Ambas teorías continúan siendo un misterio.  

Otra referencia importante que la mayoría de las veces pasa desapercibida, es que 9 socios comanditarios de la excelsa erudición acompañaron al egregio literato en las alturas del recinto inmaculado aquel 24 de julio 1883.

Las cintas plegadas con los nombres de importantes letrados venezolanos fueron ubicadas sobre los óvalos de la arquería del piso superior, como si estuviesen ensalzando el legado del gran maestro, entre ellos: Cecilio Acosta, Pedro José Hernández, Andrés Bello, José Ramón Villasmil, Rafael Arvelo, Fermín Toro, José Luis Ramos, Heriberto García de Quevedo y Juan Vicente González.  

Privilegiados nos sentimos los zulianos de celebrar cada aniversario de esta edificación declarada Monumento Histórico Nacional desde 1981, que sigue develando valiosos detalles de su glorioso pasado, y continúa en la espera de otros tantos por develar.

Prof. Daniel Hernández Luengo

Individuo de número / Sillón No 4

Academia de Historia del Zulia