José Siaba Serrate: Estados Unidos en el mejor de los mundos: crece más y más se desinfla

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La recesión solo aparece en los presagios de la curva de rendimientos invertida y en la caída puntual de la canasta líder de indicadores económicos. Wall Street barre con los viejos récords.

Estados Unidos se empeña en desairar a los pronósticos. ¿Recesión? ¿Cuándo? El consenso esperaba que creciera 2% en el último trimestre del año pasado. Y se quedó muy corto: 3,3%. La economía es indomable. Explotó en 2021 cuando se despachó con una expansión de 5,8% (y la inflación minorista se desbordó a 7%). Entonces, la FED tomó el guante y apretó las clavijas con una feroz suba de tasas. La actividad se frenó a 1,9% en 2022, pero no chocó contra la pared.

¿La recesión se corrió para 2023 como las predicciones? No. Se creció más: 2,5%. Es arduo certificar el aterrizaje cuando en ningún momento se suspende el vuelo, o, como en la actualidad, si aumenta la velocidad de crucero. ¿Y la recesión? Solo aparece en los presagios de la curva de rendimientos invertida y en la caída puntual –ya van 21 meses consecutivos– de la canasta líder de indicadores económicos. La Bolsa, que también se comió el amague con un bear market en 2022, se embarcó en un potente mercado alcista, ese mismo año, a partir de octubre.


Estados Unidos está en el mejor de los mundos. Crece con más vigor y atenaza mejor la inflación. Se esperaba que el deflactor del PBI trepase 2,8% en el cuarto trimestre. Marcó 1,5% apenas. El consenso se pasó de largo. El segundo semestre fue increíble. La economía duplicó su crecimiento y encajó el deflactor del PBI exactamente en la meta de 2% de inflación, por primera vez desde 2020. Es temprano para cantar victoria, hay mediciones de precios que no son tan magras todavía, pero es imposible pensar en otra cosa. La legendaria FED de Paul Volcker, que a fines de los años 70 y principios de los 80 debió enfrentar una inflación de similar estatura, causó dos recesiones para abatirla, y nunca logró menguar tanto la inflación como los registros que acredita Jay Powell sin haber concluido aún la faena. Lo de Volcker, en comparación, fue una carnicería. Y, que conste, sería injusto criticarlo.

Estados Unidos: la decisión de la FED
¿Qué hará la FED en su reunión esta semana? Nada. Si todo está hecho y no es prudente festejar por adelantado. Dos motivos de preocupación reciente se esfumaron ya. En su momento, Powell se asustó con la merma de las ventas minoristas y anticipó, con brusquedad, el pivote de la FED hacia la baja de tasas. Falsa alarma. La información es contundente. El bache del gasto se compensó con la demanda de servicios. Y en diciembre el consumo repuntó exultante en todos sus renglones.

A fin de octubre, Powell, que no aumenta las tasas desde julio, debió aplacar, eso sí, la suba de las tasas largas, que él mismo alentó para moderar los bríos excesivos del tercer trimestre (+4,9%).

Las tasas de diez años cayeron de 5% a menos de 4%. Y ya se vio el resultado. La economía creció 3,3% y no se debilitó como se temía. Otra luz amarilla fugaz: la inflación al consumidor dio un brinco de 0,3% en diciembre. Sin embargo, el deflactor del consumo personal (PCE), la vara que usa la FED, apenas si se elevó 0,17%. En los últimos seis meses, la inflación PCE acusó un avance anualizado de 2% (y la versión núcleo, 1,9%). En los últimos tres meses, 0,5% (y 1,5%, la núcleo).

Es el mejor de los mundos, ya se dijo. Demasiado bueno para confiarse en que sea verdad, señaló tiempo atrás el Gobernador Chris Waller. Pero la data insiste. ¿Qué hará la FED en marzo, o en mayo? ¿Bajará las tasas como ansían los mercados? Es a voluntad. El banco central puede hacer lo que quiera, ya recuperó a pleno sus grados de libertad. La economía retoza saludable, la inflación converge dócil a su meta, y la tasa de fed funds hace medio año que se estacionó en 5,50%. Con una tasa real generosamente positiva, Powell y su gente pueden elegir la fecha de su primer recorte a piacere.

La Bolsa la vio primero. Y lanzó el mercado bull en 2022. Y la semana pasada barrió con los viejos récords del S&P 500. Una economía en modo Duracell le mejora sustancialmente la valuación. La FED la vio después. Y suspendió la suba de tasas en julio y más tarde colocó el guiño de las bajas por venir. Pero todavía hay muchos que no la ven.

Y Donald Trump arrasó en las primarias republicanas. Sus partidarios no tienen dudas, el 71% está convencido de que la situación está cada vez peor, como en los tiempos de Lehman. Trump lidera las encuestas nacionales por amplísimo margen. “Es la economía, estúpido”, piensan los votantes que no son data-dependientes. Menudo problema para la FED que sí lo es y puede obrar a voluntad. No querrá influir en la elección. Pero cómo convencer a las partes, cualquiera sea su decisión. Parece la receta para moverse poco y no incitar críticas de más.

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