“Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice que no”. Es una cita y, con ella, ejercito una breve lectura del país hoy.
Es una cita que pertenece a Camus, en “El hombre rebelde”. La gran obra de Camus, que a pesar de ser escrita en 1951 nos sigue despertando hoy, como a muchos, las mismas preocupaciones, cuando decidimos romper con los cepos ideológicos que nos ataban a la ortodoxia marxista que no nos permitía ver los desafueros y violaciones de los derechos humanos, que contradictoriamente se hacían en nombre de la humanidad, la justicia y de la razón, por ejemplo, en la Unión Soviética y, también, en otras experiencias comunistas y, actualmente, en los regímenes autocalificados de “progresistas”, verbigracia, el chavismo-madurismo.
La cita me parce útil para dar cuenta como, en un período cortísimo de tiempo, particularmente, en dos actos de naturaleza electoral, el primero, el 22 de octubre y, el segundo, el 3 de diciembre, se nos asomó un país que se rebela o mejor dicho que se rebeló contra una forma de hacer política y de ordenar la sociedad.
Ambos actos se han convertido en un enorme “acto constitutivo”, más importante, de lo que aparentemente se cree. Se convirtieron en la consolidación de nuestra condición de ciudadanos y no solo de habitantes del país, cuestión, que a pesar de la tan cacareada “democracia participativa y protagónica”, el chavismo nos había convertido, al dar, por actos cumplidos sus decisiones, y que en un inicio los venezolanos aceptaron supinamente.
No cabe duda que las mayorías de las decisiones que el chavismo, expresó en un sin número de planes, uno de los cuales llamó ostentosamente “El plan de patria”, aquella, de catálogo, travestido de “plan de la Nación”, mediante la cual se destruyó el país que se había construido.
En ambos actos los venezolanos soltaron las amarras que había impuesto, inicialmente, Chávez y, luego, Maduro. En el primero acto, el venezolano, le dijo SI, a un nuevo liderazgo. Un SI, que era un NO a la dictadura, que los liberaba de las ataduras que ella había impuesto a un país que inicialmente había consentido en su instalación por pura ignorancia.
Así, que ese 22 de octubre, es un enorme acto de rebeldía, el primer acto de rebeldía después de la sequía movilizadora de los años 2020 al 2022, parálisis de la sociedad debido entre otras causas a la pandemia del Covid que nos recluyó en la inmovilidad absoluta.
No bien el régimen leyó con asombro los resultados de la primaria, se encaminó a inventarse un referéndum para que la gente le “indicara una hoja de ruta” al régimen para “enfrentar un viejo problema” (el diferendo con Guyana) al que Chávez y el mismo Maduro, en su condición de canciller, habían renunciado a su reclamo.
Ha sido el segundo gran acto de rebeldía de los venezolanos, tan contundente como el primero, o quizás más, pues aquí se enfrenta, por un lado, a una de las ideas más manoseadas por todas las dictaduras cuando estas han colapsado: el nacionalismo y el patriotismo y por otro, como consecuencia de las anteriores, a ser calificados de “traidores a la patria” que es también la acusación usual que hace la dictadura a todos aquellos que luchan contra ella.
Es en la repuesta de ese NO, independientemente, de la razón de la convocatoria, en la que le gante visibiliza su condición de ciudadano y no de mero habitante de un país, su país, al que los convocantes del referéndum han destruido.
No es un NO cualquiera. Todos los venezolanos, sabemos que ese territorio en reclamación desde hace mas de su siglo es nuestro, allí no hay discusión. Solo que ese NO (“no voy a votar” en el referéndum) afirma, como dice Camus en su novela, la afirmación de “la existencia de una frontera”, ”un limites que no pasareis” y que las “cosas (ya) han durado demasiado”.
Los venezolanos han decidido que de ahora en adelante el régimen solo obtendrá un NO, el NO, de un país rebelde.
@enderarenas