Cuando el mundo quede liberado del satánico imperio de la inteligencia, no habrá más nada que buscar, solo dedicarnos a la contemplación idílica de un hombre que se cree un Dios.” Neuro J. Villalobos R.
Soy uno de los convencidos que la dinámica socio cultural nos obliga a salir urgentemente del atraso representado en el actual régimen que tenemos conduciendo el país para poder superar la era de la modernidad entendida como la han descrito algunos autores que perciben la existencia de un individualismo exacerbado, un consumismo irracional y una moral relativista, hedonista y acomodaticia. Los nuevos tiempos exigen mejores tiempos en los cuales debe haber mayor equilibrio y apertura, más sacrificio quizás, pero profundo conocimiento y acentuados valores.
Ya lo he manifestado en ocasiones anteriores, tenemos que estar conscientes que estamos transitando también de una era a otra que algunos científicos sociales la han denominado la Postmodernidad o la Posmodernidad, de cualquier manera, la Real Academia Española considera correcta las dos formas de escribirlas.
Dada la trascendencia e importancia del tema por su impacto en todas las ciencias, en el Comité de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología que es uno de los sectores en los que incide la acción de Venamérica, que yo me honro en coordinar, tenemos programado para el martes 28 de noviembre a las 4pm, hora de Miami, un conversatorio que el ponente ha titulado: “El advenimiento de la Postmodernidad: El tránsito a una nueva “episteme”, cuya disertación central estará a cargo del reconocido, afamado y respetado Dr. Polo Casanova Olivo, PHD venezolano en Filosofía, Cs. Políticas, Cs. Económicas, Literatura Americana y Relaciones Internacionales. Con él tendremos oportunidad de aclararnos muchos aspectos de ese tránsito de una era a otra y de su impacto real en el presente y futuro de la humanidad.
Tenemos que estar claros que no hay vuelta atrás. No se puede seguir gobernando a nuestro país en contracorriente o con decisiones improvisadas que sólo interesan a grupos de poder determinados. Estamos obligados a saber hacia dónde se dirige el mundo y cómo vamos a conducir el país, procurar montarnos en ese tren o la historia y nuestros descendientes nos lo reclamarán, con sobradas razones. Para ello, no nos cansaremos de repetirlo, la condición necesaria, aunque insuficiente, es salir del régimen actual que nos conduce en sentido contrario al que se dirige el mundo, sin siquiera mirar por el retrovisor.
Tenemos que dejar atrás lo que con gran acierto afirmara Epicuro hace muchísimos años: “la manía de hablar siempre y sobre toda clase de asuntos lo cual es una prueba de ignorancia y de mala educación, y uno de los azotes del trato humano.” Entendamos que debemos fijar nuestra atención en los temas que constituyen solución a los problemas que sufre nuestra población y también la humanidad, en el entendido que los logros de la civilización humanizadora, a los que ya no se puede renunciar, han sido posibles gracias a que necesariamente se ha tenido que incurrir en concesiones a la barbarie.
Debemos tener claridad también que no es el capricho de un gobernante lo que debe signar la relación con los otros, con los que no piensan igual que él. El compromiso es con el futuro de los pueblos, con su soberanía, sus valores y su cultura, su bienestar y felicidad lo que debe guiar a los Estadistas que pretendan gobernar en este planeta.. Tenemos que volver a las raíces que nos hacen comúnmente humanos y no a las vanas manifestaciones nacionalistas, ideológicas, etnicistas y otras particularidades que van siempre, como dice Savater, de rama en rama haciendo monerías y buscando distingos.
Debemos confiar en nosotros mismos y en lo que un pequeño grupo de ciudadanos pensantes y comprometidos pueden hacer para cambiar el estado de cosas que nos oprimen y retienen. Debe ser una característica de los próximos mandatarios promover el diálogo tanto a lo interno, con aquellos grupos que los adversan, como a lo externo, para reforzar lazos con países aliados o acercar aquellos que hayan sido considerados como adversarios. El desarrollo nos necesita a todos y muchos recursos de todo tipo. Todo ello con la vista puesta en función de los más elevados intereses de la Patria y del bienestar de sus ciudadanos.
Si algo nos hace iguales son nuestras raíces humanas común a todos los pueblos y la diversidad cultural es el modo propio de expresarlas tanto por su riqueza como por su generosidad. El régimen que nos oprime ha quedado desnudo frente al mundo. Abusando del desaire y la ofensa como diplomacia, no se da cuenta que cada vez son menos los que creen en sus engaños, porqué la verdad vuela entre las dudas, como las palomas en el aire, que les ofrece resistencia, pero a la vez las sostiene.
Neuro J. Villalobos Rincón