Conversaba el domingo 19 de noviembre, día del balotaje en Argentina, con una periodista
brasileña sobre el proceso previo a los resultados; le decía que era previsible que ganaría la
derecha; y ella me respondía “bueno aquí ambos candidatos son de derecha”. El diálogo se
puso interesante al manifestarme jocosamente “tampoco es para que los venezolanos
salgan a celebrar”, a lo que respondí que sin duda nos alegraría que Massa no resultara
electo por ser el de Alberto Fernández (actual Presidente de Argentina), el de Cristina
Fernández de Kirchner y el del peronismo que generó un mal gobierno y sobre todo
mantuvo una política complaciente con violadores de derechos humanos como Nicolás
Maduro, tal como lo ha establecido la Misión internacional independiente de determinación
de los hechos de la ONU.
La interesante conversa terminó cuando me dijo: “los dictadores como Maduro y Bukele
(presidente de El Salvador) no son de derecha ni de izquierda, son dictadores”; posición con
la que no estoy de acuerdo, pues creo que los dictadores sí tienen ideología, pero al final el
objetivo de ellos en el poder es otro distinto que ser de uno u otro, sino permanecer en el
poder como sea y a costa de lo que sea.
Es aquí donde viene una superficial discusión ideológica sobre si son buenos o malos los
gobiernos de izquierda o derecha, o estamos hoy frente a un ciudadano pragmático que
quiere la solución de sus problemas y que no se deja llevar por la prosa o el verso
ideológico. Veremos qué tanto hace Javier Milei, como presidente, de todo lo que prometió y
que va desde dolarizar la economía, privatizar los medios de comunicación del Estado hasta
la reducción de los ministerios. Lo que sí está claro es que los argentinos se cansaron de
los 20 años de los Kirchner y ahora apuestan por un cambio.
Si nos damos una vuelta por Colombia, Gustavo Petro que tiene un año y cinco meses en el
poder, llegó por el sueño de un cambio en una sociedad muy desigual que pedía girar a la
izquierda porque ya estaban cansados de la derecha. Hoy, seis de cada diez colombianos
ya se divorciaron de Petro, de su economía, de su forma de ejercicio en el poder y de sus
alianzas con Maduro. Como lo describe el profesor Gilberto Tobón, ex candidato a la
alcaldía de Medellín, en una entrevista con la revista semana: “Gustavo Petro no deja
sucesor así lo intente, vuelve la derecha al poder y de paso le cierra el espacio a la
izquierda por dos décadas más, regresa la derecha reforzada. Sus alianzas con Maduro no
le convienen al país”.
Y tiene razón el profesor Tobón, pues la última decisión de Petro de anunciar desde
Venezuela y junto a Maduro una alianza estratégica de Ecopetrol y PDVSA es catastrófico,
la primera está obligada a producir menos petróleo por el tema ambiental, y la segunda que
en sus buenos tiempos producía tres millones de barriles diarios, hoy si acaso llega a 700
mil barriales diarios y con ayuda, ya que la destruyeron y la saquearan por completo. Así
que luce como un mal negocio para Petro y se lo cobrarán los colombianos.
En Ecuador, Daniel Noboa de derecha ganó la presidencia y mantiene a la izquierda de
Rafael Correa en la raya, recuerden que la izquierda duerme con un ojo abierto y siempre al
asecho. El Brasil de Lula lo regresó al poder y castigó a la derecha o ultraderecha o el
llamado modelo de Bolsonaro que jugó tanto con fuego que se quemó de momento. Ojo,
Lula ganó con una diferencia muy mínima llegando al 50.9%.
De El Salvador de Bukele y toda la popularidad de la que goza en el continente como un
buen gobierno y excelente comunicación, se mantiene siempre bajo la lupa por algunas
formas de gobernar que pudieran dar indicios de quererse perpetrar en el poder, sobre todo
con temas como los ataques a libertad de prensa.
Pudiéramos seguir citando otros países y sus modelos de derecha o de izquierda, pero se
nos haría muy extenso y aburrido el artículo, lo que sí creo es que en este actual panorama
político latinoamericano la clave es el pragmatismo de sus pueblos en elegir lo que más les
convenga en el momento, el secreto está en la alternancia en el poder, en la independencia
de las instituciones para que el ciudadano tenga el deber, responsabilidad y oportunidad de
cambiarlo con su voto. Nadie tiene que calarse ni dictadores ni malos gobiernos, es un
derecho humano elegir el destino de cambiar y vivir mejor.
@edwardr74