Esta semana, mediante un video, realmente enigmático, en él, Rosales acompañado de cánticos que recuerdan la copa mundial de futbol, ganada por Argentina, apoya a Henrique Capriles, pero, de tal cuestión no lo supimos, sino hasta el final del video donde parecen fotografiados juntos.
Una buena cantidad de analistas han calificado la alianza Rosales- Capriles de alianza natural, incluso, la misma María Corina Machado la califica de alianza legítima.
Y sí, cada quien hace política de acuerdo a la concepción que tenga de ella. La mayoría la concibe en términos instrumentales y convierte a los “otros” en simples objetos de cálculo.
Es el caso, de, por ejemplo, Rosales, pero no es el único. En Venezuela la mayoría de su clase política concibe al ciudadano como “naturaleza inerte”, como simples objeto. En ese sentido, siempre se parte de la falsa idea, que en tanto objetos, esos “otros” carecen de estrategias y es allí donde la mayoría erra en sus cálculos, pues los otros actúan con enorme margen de imprevisibilidad y construyen sus propias estrategias y se sustrae a la posibilidad de ser calculados, rebasando los límites conceptuales y estratégicos del que calcula previamente la acción de esos “otros”.
En este contexto sitúo la alianza Rosales-Capriles.
Pero, además, ambos políticos tienen una característica adicional: esto es que probablemente no haya políticos más líquidos en la política venezolana que Rosales y Capriles (con la clara excepción de Maduro, que supera a ambos).
Por políticos líquidos, me refiero, instrumentalizando la categoría de Zygmunt Bauman de “modernidad líquida”, a una singularidad de la sociedad actual que se caracteriza por el cambio fluido, reiterativo, constante, incierto y acelerado, características que se hace dominante en todas las dimensiones de la sociedad, incluyendo el amor y por supuesto la política que no es una excepción.
En el caso de los nombrados (Rosales y Capriles) se trata de políticos que se han caracterizado por sus valores flexibles, volubles e inestables. Por supuesto, tales características se observan más en Rosales que en Capriles.
¿Qué los une?, ¿acaso, la ideología? No. Para nada. En esta hora no sabemos cómo se mueven ideológicamente. En un principio, Un Nuevo Tiempo, en tiempos, de Pablo Pérez, se hizo un esfuerzo por darle un perfil y una consistencia ideología de carácter socialdemócrata. Pero, tal preocupación fue cancelada con la defenestración de Pablo Pérez por Rosales quien le dio una impronta populista a la naturaleza socialdemócrata de su partido, acabando con una discusión iniciada por Pérez. Rosales se ha caracterizado porque su naturaleza líquida fluye por el eje progreso-retroceso, con principios demasiados mutables.
En cuanto Capriles, su concepción de la vida se caracteriza por una posición poco secularizada, expresada en su grito de batalla: “El tiempo de Dios es perfecto”, mantra que caracterizó su huida después de los resultados de 2013. Ya sabemos, después de estos veinte y tantos años de dictadura, que Dios esta muy ocupado, y hasta distraído, para inmiscuirse en la política venezolana y resolver nuestras angustias.
Pero, bueno, al fin y al cabo, tal parece que esa cosa, llamada ideología ya no importa. Me han comentado que ambos temen por la intención de la Sra. Machado de “acabar con la oposición y erigirse ella en su única líder”.
En este sentido estimo que la oposición no será barrida ni por María Corina Machado ni por ningún otro, pues bastante ha hecho la llamada “oposición institucional”, como la llama Luis Vicente León (él sabrá porque la llama así) u “oposición funcional” (definición más pertinente), como la llama Antonio de la Cruz, para suicidarse.
Aparte del temor a una barrida de María Corina Machado en la primaria qué otra cosa pude justificar tal alianza. La repuesta es la conveniencia de ambos dirigentes. Conveniencia que aparece enmascarada en el discurso esgrimido por ambos donde se nos muestran como instrumentos para la recuperación de la democracia y su lucha contra la dictadura, pero por más que los disimulen, se observan ciertas “contorsiones” volteretas, saltos mortales dobles y hasta triples.
Y es que uno sabe que Rosales, por ejemplo, es un esgrimista del poder y uno es libre de sospechar que sus acrobacias terminaran en el despacho de Miraflores donde “él y yo y yo y él, es decir nosotros” (lo dijo Maduro) negociaremos o la habilitación de Capriles o la imposibilidad de su habilitación y así, su acrobacia terminará en elevarlo a candidato opositor por consenso, solo que en la bajadita lo va a esperar otro político líquido de nuestro país: Henry Ramos Allup.
@enderarenas