Hugo Delgado: Lluvia en tiempos de desesperanzas

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El miedo es libre y el miedo a la libertad se hace más visible en determinados momentos de la historia, porque para ser libres hay que asumir responsabilidades, escribió en su reciente artículo, el ex rector de la Universidad del Zulia, Neuro Villalobos (El derecho a ser libre 4-08-2023).  Ese factor propagó sus raíces durante veintitrés años de régimen chavista, desfigurando las capacidades de respuesta de una sociedad que ahora vive  en  la angustia, los  sin valores y la parálisis, navegando en un tormentoso mar, en un barco que requiere de un capitán que busca un faro que lo conduzca hacia un puerto seguro.

Recordando al asesinado presidente de Estados Unidos de América (EUA), Abraham Lincoln (1809-1865), el miedo  paraliza pero también activa al hombre. Es el dilema que vive la sociedad venezolana, reflejado en las distintas praxis emprendidas por políticos del G-3 , empresarios, banqueros, analistas  que tratan de justificar sus negocios, militares, jueces y el común de la gente impactada por una inflación dolarizada, la impunidad, la inseguridad y la mala calidad de  la educación, la salud y los servicios públicos básicos.

Recientemente, Luis Vicente León (Datanalisis) reprochaba a un enojado cibernauta, que mostraba su apoyo por las sanciones económicas impuestas por EUA. En su respuesta decía que quitarlas generaría bienestar a la población, porque crearía empleos y riqueza, pero se olvida que en la bonanza y la escasez petrolera miles de millones de dólares fueron saqueados y pararon en cuentas personales de la nomenclatura de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro, mientras los venezolanos sufrieron las inclemencias de la ineficiencia y la corrupción del “socialismo del siglo XXI.

La eliminación de las sanciones es bueno para los negocios profesionales de LVL , pero el venezolano común no opina igual. La corrupción,  impunidad e ineficiencia generalizada creó escepticismo en las mayorías y consideran que esa presión norteamericana redujo el saqueo ( relativamente porque igual el último y olvidado caso  orquestado por Tareck El Aissami (TEA) demostró lo contrario, el robo oscila entre 21 y 70 mil millones de dólares) y amenaza “las cabezas de los traicioneros del chavismo”.

Pero no es solo León,  el hijo del lapidario ministro de Cordiplan durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, Gumersindo Rodríguez, Francisco Rodríguez, quien fungió como asesor de la Asamblea Nacional controlada por Hugo Chávez,  y representante de Torino Capitales LLC, con sede en Nueva York, es otro defensor de la eliminación de las sanciones. La razón es muy simple, representa a varios tenedores de títulos de deuda de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y de otros papeles emitidos por el régimen chavista.

Uno de los clientes es el testaferro de TEA, Samark López Bello, también sancionado por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) y por cuya captura se paga una recompensa de 5 millones de dólares. También se le acusa de narcotráfico (armando.info 08-08-2021). El portal publicó: “Todavía en 2016, con el colapso económico y social de Venezuela en pleno desarrollo, Torino Capital, una empresa de banca de inversión en Nueva York pero fundada y gestionada por venezolanos, seguía apostándole fuerte al negocio de los papeles de deuda emitidos por Caracas, sobre todo con el respaldo de PDVSA”. 

En la concepción comunista, los valores de la democracia occidental deben destruirse, por eso mienten, destruyen las familias, el concepto de amistad no existe, tampoco los fundamentos de la patria. Creen en sus fracasados e inoperantes preceptos marxistas, por eso manipulan al “pueblo”, mientras la nomenclatura vive disfrutando las mieles del poder”, aprovechando las dádivas generadas por la corrupción y  del narcotráfico.

Otros hechos que evidencian las verdaderas intenciones del chavismo, son la explotación de las ambiciones desmedidas del G3 , de los banqueros tradicionales cuyas diligencias y arcas se llenaron lavando los miles de millones de dólares de los corruptos chavistas, que hoy están en sus cuentas en los paraísos fiscales, Andorra, Luxemburgo, Hong Kong, países árabes como Qatar y Emiratos Árabes Unidos, Turquía, Rusia, Colombia,  España, Panamá e -irónicamente- EUA.

Tampoco es casualidad que el ex presidente del payaso del circo económico, la otrora poderosa Fedecámaras, Ricardo Cussano (2019-2021) fuera nombrado por el ilegítimo Tribunal Supremo de Justicia  chavista, como presidente de la junta reestructuradora de la Cruz Roja (La Patilla 4-08-2023). El insistente apoyo del gremio empresarial a la posición del régimen de Nicolás Maduro de exigir la eliminación de las sanciones, no es gratis. Nada es casual y siempre tiene un trasfondo de intereses, decía el desaparecido periodista, Pablo Bassim. Ya el anterior presidente, Carlos Hernández,  lo había dicho en varias ocasiones y en las reuniones privadas mediaba para reducir el enfrentamiento  de sus miembros con el régimen.

El miedo generó temores. Algunos sectores de la sociedad asumieron la tesis de la cohabitación expuesta por el secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro (octubre de 2022), ante la inoperancia y paralización de la situación en Venezuela. Es la tesis propuesta que argumentan los del G3, la nomenclatura, los empresarios y banqueros enchufados, más interesados en mantener los negocios que en proponer salidas justas y viables, y en las que el régimen solo busca alcanzar sus objetivos: reconocimiento, legitimidad, impunidad y eliminación de las sanciones. 

Mientras, el país camina por un sendero espinoso tratando de justificar lo injustificable, con crecimientos fantasmagóricos de un Producto Interno Bruto, sin inversión ni producción, y un éxodo poblacional que va en aumento. Desde Panamá, su Ministerio de Seguridad indica que en el primer semestre de 2023, las cifras de inmigrantes aumentó a 201 mil, la mayoría venezolanos (101 mil y de estos un tercio son menores de edad).

Un asunto que poco importa al régimen chavista y que su sociedad ya lo toma como coloquial, total esos familiares que huyen de la crítica situación, se convertirán en “remeseros”, que ayudan a ocultar la deplorable condición y facilitan “los bonches, visitas a discotecas y restaurantes, y el pírrico consumo que ayuda en algo al comercio”, como si nada ocurriera.

Poco importan los millones de venezolanos que deambulan, cargando sus desgracias, por las calles de las grandes capitales de Latinoamérica, la frontera entre México y EUA, Europa y la inclemente selva del Darién, donde muchos compatriotas han perdido la vida, sin que el régimen muestre importancia alguna sobre la desgracia ocasionada. Tampoco interesan quienes mueren en las cárceles, donde muchos reciben condenas injustas de un sistema corrompido y mediatizado por las decisiones de Nicolás Maduro y su nomenclatura. Igualmente ocurre con los jóvenes imposibilitados de soñar, porque el sistema educativo se mediocrizó y perdió el capital humano, dejando poco espacio para soñar con  el futuro del país.

Es la Venezuela acostumbrada a la crisis, a la corrupción en las alcabalas y todos los organismos del Estado, la que acepta la “llegada del agua una o dos veces al mes”, la del servicio de aseo urbano que pasa con frecuencia semanal y los cortes periódicos de energía, mientras el régimen, sin titubeo alguno, ofrece electricidad a su socio del Foro de Sao Paulo, el corrupto presidente de Brasil, Ignacio Lula da Silva; la de los crimines y extorsiones de los cuerpos de seguridad, con permiso para delinquir, y del crimen organizado.

Es el país que busca un capitán para que en rumbe su barco, en el que los sin valores hacen posible que la capacidad de asombro desaparezca. La de los políticos “opositores” sin escrúpulos que solo aspiran obtener cuotas pírricas de poder y comer un pedazo de la torta de los ingresos petroleros, que claman -a cuatro vientos- que eliminen las sanciones económicas para participar en el festín petrolero y mantener los vicios  que llevaron al colapso a Venezuela.

Lo malo se convirtió en la norma aceptada por todos.  Hasta en los reductos que deberían estar pensando en el país postpetrolero, como lo son las universidades públicas, los vicios parceleros se comieron los principios éticos y académicos, para resguardar los intereses personales y crear micromundos de negocios en los que venden los cupos para estudiantes de pre y postgrado o los espacios de las revistas arbitradas a extranjeros, en dólares, para llenar los bolsillos de decanos y profesores inescrupulosos.

En estos momentos de angustia y desesperanza cabe  evocar la frase de Miguel de Cervantes Saavedra, en su clásica obra “El Quijote de La Mancha”: “Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suele llover sus misericordias en el tiempo que están más secas las esperanzas”. 

@hdelgado10