Ender Arenas: «Hasta el final»

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La opositora venezolana, María Corina Machado, habla durante una rueda de prensa hoy saluda a sus seguidores en Caracas (Venezuela).

«Para hacer lo posible, hay que concebir lo imposible», frase del mayo 68.

Dada la chapuza de las inhabilitaciones, aunada a la supresión de facto del CNE, queda evidenciado que cualquiera que sea el rumbo de la transición venezolana a la democracia, esta, no será tranquila ni ordenada. Especialmente porque desde el mismo inicio de lo que se llamó la revolución bolivariana, el chavismo, trastocó la lógica política por la lógica de la guerra y se dedicó a pensar la política en términos de poder y astucia

Ya es mi costumbre referirme al chavismo desde la óptica de lo que ha sido desde que asumieron el poder, es un vicio que tengo, para que, aunque sea una sola persona que me lea, recuerde siempre que: La dictadura chavista- madurista refundó el país, primero, sobre la mutilación autoritaria de la democracia que ellos llamaron, peyorativamente “puntofijista” (la ironía es que, ahora, bien mirada la cosa, precisamente, la naturaleza del pacto de “Punto fijo”, que solo era un ámbito de un pacto más amplio, que incluía a todos los sectores de la sociedad, era lo mejor que tenía la democracia que se instituyó en el país en 1958).

En segundo lugar, la dictadura produjo de manera traumática la pérdida del mundo familiar. No sé si esa pérdida aplica como crimen de lesa humanidad, pero, sin dudas ha sido más violenta que todos los dispositivos represivos y sus consecuentes muertes, ya producidas en 2014, 20117, 2019 además de la que ejerce el régimen cotidianamente.

Y, en tercer lugar, como complemento a los anterior la dictadura incrementó los “miedos sociales”: miedo al desamparo y a la miseria: 7 millones de personas que deambulan por el mundo en busca de una vida mejor que la que el chavismo- madurismo les ha enajenado, es demasiado cruel.

 Solo en lo que va de año, 100 mil venezolanos, han tomado la peligrosísima opción de atravesar la selvas del Darién.

De tal manera que estamos frente a una situación de deterioro y destrucción como nunca hubiésemos pensado que una fuerza política que emergió con la oferta populista de salvar el país (no sabemos, al final de que se proponía salvarlo) lo destruyera construyendo solo estropicios.

De allí la necesidad de la urgente renovación de un nuevo orden. Y es que, lo que se plantea, hoy en Venezuela, es precisamente, una lucha por el orden y en ese sentido, una vez, teniendo la certeza de que el régimen perdió su iniciativa fundacional   y que ha devenido en un pésimo gerente de la crisis, que él mismo ha producido, el país debe asumir, primero, las primarias y, luego, las elecciones del próximo año como la posibilidad cierta de construir un orden democrático.

Ese es el horizonte temporal propio que la oposición ha creado, de allí, que esta no puede permitir que las acciones del régimen con toda la estructura de poder que tiene le impongan a la oposición límites para su acción política.

Por eso es que la expresión de María Corina Machado “hasta el final” adquiere mucha importancia porque nos remite a la naturaleza de la lucha a emprender una vez que se consolide los dispositivos inhabilitantes.

Y esa lucha es una lucha por la recuperación de la democracia, no por la que había antes del advenimiento de la dictadura chavista, esa no tiene vuelta atrás.

Todos los analistas que han abordado la inhabilitación de María Corina Machado y, también, la de Capriles y Superlano, incluso la nota publicada este martes en El Nacional de Fernando Mires señalan que la única vía para la recuperación de la Democracia es la vía electoral y yo la comparto, pues es inconcebible la derrota del régimen por otra vía que no sea esa.

Pero, en el contexto actual, dado los recursos de poder autoritario del que goza el gobierno que incluye: además de la Fuerza Armada, policía, colectivos armados, también incluye, de manera fundamental, al TSJ, CNE y la Asamblea Nacional. La estrategia del régimen que se materializa a través de esa arquitectura de poder autoritario es la eliminación del otro, inclusive la eliminación física.

Así las cosas, se hace necesario que, la oposición, junto a la estrategia electoral, construya un vasto movimiento social cuya presencia en las calles, plazas y en todo espacio de la sociedad civil y política le envíe el mensaje al régimen de que el horizonte social y político de las expectativas del grueso de los venezolanos se articulan en torno a la idea de que la democracia solo es posible si se lucha por ella.

Eso significaría reivindicar el “hasta el final” de María Corina Machado para impedir que sea el régimen el que imponga, a la fuerza de la “ley” a los Brito, los Rausseo, los Bernabé Gutiérrez o cualquier otro alacrán como los candidatos de una oposición que, a fuerza de dádivas, el régimen ha hecho a su medida.

Sin lugar a dudas, los sentimientos despertados por María Corina Machado en la población amenazan al madurismo-chavista con sacarlo del poder y este hará cualquier cosa, de naturaleza bastarda, para evitar que ella concurra como candidata de la oposición.

María Corina Machado, estoy seguro, creo estar seguro, que ella se ve a sí misma como una ciudadana que lucha, igual que muchos, por la recuperación de la democracia. Sería terrible que nuestros ciudadanos la conciban como una heroína, como siempre lo ha hecho, especialmente, en los años que ha durado el régimen chavista que le ha asignado esta naturaleza a lideres que son asumidos como héroes mesiánicos (no sé cuántos han sido envestidos de ese ropaje), y a quien se le ha exigido, las más de las veces, “acciones sobre humanas, para que todos nosotros podamos llevar una vida humana.” Y que luego, los mismos que los llevaron a los altares terminan martirizándolos, pienso, como ejemplo, para nombrar a uno, de tantos, a Juan Guaidó.

““la política no tiene por tarea la redención” y no sería descabellado que recordemos a Bertold Brecht quien en alguna parte escribió que “Pobre el país que requiere de héroes” y de verdad sería inmoral pedirle a María Corina que fuera una heroína. En este sentido, sería bueno que la gente recordara, también, que la política es una actividad ciudadana, una actividad de todos y lo que mejor podríamos hacer es no dejarla sola.

@enderarenas