Hugo Delgado: El desequilibrio digital

415

Si la tecnología se usa para el bien de la humanidad es positiva, pero si es a la inversa, sólo sirve para destruirla. Contrario a lo que se pensaba con el Internet y las redes sociales, y su efecto democratizador, ocurrió que se creó un monstruo que ahora atenta contra la propia existencia del hombre y  sus sistemas relacionales. El imperio de la verdad se está resquebrajando, afectando los fundamentos del sistema democrático, de la ciencia, de las relaciones interpersonales y del núcleo familiar.

Ya las investigaciones sobre el tema muestran las fisuras que se están dando con los procesos de transformación en el interior de la “Ecología Digital”. El volumen de información generado  por el individuo está impulsando a los grandes desarrolladores de sistemas a generar un liderazgo que acentúa las desigualdades entre las naciones, concentrando la inversión y la creación de organizaciones capaces de almacenar, procesar y manejar los datos.

El imperio del dato, impulsado por equipos, en un primer momento, de grandes y complejas dimensiones, luego evolucionaron hacia computadores personales  (PC) y actualmente hacia los  móviles (tablet y teléfonos), favorecidos por la microelectrónica (microchips y nanotecnología), están obligando a las grandes corporaciones a desarrollar software y hardwere más rápidos, capaces de acumular, relacionar e interpretar para distintos fines: Políticos, seguridad, bélicos, comerciales, sociales y educativos.

En un reciente foro organizado por Venamérica (30-05-2023), la docente e investigadora de la Universidad del Zulia (LUZ), Gleccy Leal, con una visión optimista, decía que los avances tecnológicos debían verse con su lado bueno y aprovecharse para el desarrollo de la humanidad, en especial para Venezuela.  Esa es la parte favorable de la tecnología y su Inteligencia Artificial (IA), la cual  se utilizaría para el mejoramiento de las condiciones del hombre y su contexto ambiental.

La  transformación del Ecosistema Digital esta creando nuevas estructuras relacionales jamás vividas por la humanidad. Es lo que se experimenta con el Internet, las redes sociales y – a partir del 2022 – con la IA, está última es producto de la acumulación del conocimiento que se ha hilado  a lo largo de la historia de la humanidad, con la variante que ese cúmulo de sabiduría le dio al hombre de hoy la oportunidad de hacer todos los avances  de una forma más acelerada, con breves tiempos de respuesta.

Las teorías clásicas sociales relacionadas con la psicología, las matemáticas, la física, la química, la biología, la medicina, permitieron los grandes avances, por eso aquellas sociedades empeñadas en borrar sus valores, principios y fundamentos, pagarán su osadía, y si alcanzan avasallantes cambios, la factura no tardará en llegar, en especial en aquellos campos relacionados con el humanismo, el entendimiento del comportamiento del hombre, la compresión de los fenómenos naturales o sociales y la generación de conocimiento.

En la sección, “La Desigualdad en la era digital”, del del libro El trabajo en la era digital (BBVA  OpenMind, 2019), Zia Qureshi , destaca  que la Revolución Digital  está generando transformaciones en la economía, nuevos desafíos y la profundización de la desigualdad;  cambios en la renta y la riqueza, producto de los efectos en el mercado, el trabajo y las empresas. Se observa -en el campo de la política- que  ésta no está respondiendo a la dinámica actual y eso genera efectos negativos, desconcierto  e inestabilidad.

Qureshi quien es economista  y experto en desarrollo global, y actualmente es investigador del Brooking Institution de Washington (EUA), explica que el cambio tecnológico influye en la desigualdad social, ha desacelerado  el crecimiento de la productividad, afecta los modelos de negocios,   la competitividad, la creatividad, el crecimiento de las empresas, el mercado ( a nivel productivo, del comercio y las finanzas). También, La inversión, el costo y la distribución de la renta, se ha visto impactada por la difusión desigual de la Transformación Digital (TD). Factores que deben ser considerados en las políticas diseñadas para responder a ese cambiante contexto local y global.

La concentración de las mayores rentas del capital y la inversión que caracteriza al mundo, dicen, los economistas estadounidenses (2016) Paul Krugman, Joseph Stiglitz y Lawrence Summer, ha generado mercados con estructuras monopólicas, con mayor rentabilidad para los reducidos grupos  líderes ( por ejemplo, Apple, Amazon, Microsoft, Tesla, etc), los que a su vez hacen menos inversiones, las cuales ahora  se concentran en las áreas financiera y comercial,  afectando así la competencia.

Este panorama de la inversión, las empresas y el mercado, también incide en la relaciones laborales y afecta la renta del trabajo, especialmente en materia salarial y de convenios contractuales. Los salarios son  desproporcionados y se han afianzado relaciones novedosas (subcontrataciones, desproporciones en los sueldos ). Es un contexto, dice Qureshi,  dominado por grandes monopolios y un mercado digital profundamente desigual, caracterizado por más uso de capital  y menos mano de obra, con una marcada tendencia hacia la contrataciones con personas altamente especializadas  y el descarte de los menos preparados.

Organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional  (FMI 2017) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo  Económico (OCDE 2018), advierten sobre los efectos de la TD. En las naciones latinoamericanas -por ejemplo-, la falta de inversión planificada en áreas como la educación y el desarrollo de nuevo conocimiento en el campo de las nuevas tecnologías, es limitado. Su dinámica política (cuya inestabilidad y corrupción hacen perder oportunidades), económica , educativa y social, muestra comportamientos intermitentes, lo cual hace dudar sobre la participación activa en los procesos de transformación del Ecosistema Digital, observándose un rol pasivo, replicador de software y hardware y de ser simples usuarios de herramientas.

Ahora que se propagó el uso de el ChapGPT que utiliza IA, esa desigualdad se acentúa porque el control de esta novedosa herramienta que genera textos a pedido del usuario (BBC Mundo 29-05-2023), cuyas consecuencias generan peligrosas dudas, la mantienen las grandes corporaciones, quienes invirtieron el capital y monopolizan el mercado (OpenAI, en dos meses, captó 100 millones de usuarios activos).

Como toda invención tecnológica, obliga a las distintas naciones a considerar los controles sobre el Internet, las redes sociales y la IA, ya sus promotores tienen conciencia sobre la regulación de este último. Más como lo advierte el periodista zuliano, Dámaso Jiménez, “La guerra de las nuevas narrativas del poder terminó asesinando la verdad, la investigación, el periodismo serio y las democracias, sin levantar ninguna sospecha y sin que a nadie le importe”. Efectos que han vulnerado los fundamentos de la democracia y la generación del conocimiento.

La investigadora Gleccy Leal dice que instituciones académicas, como LUZ, están haciendo esfuerzos para interpretar realidades, crear modelos formativos y de investigación que le permitan – en el caso particular- a Venezuela, asumir un rol activo en estos nuevos escenarios, a pesar de las limitaciones que tiene el sistema de educación superior. 

La visión de Leal es una tendencia que muestra la importancia de generar “ enfoques novedosos ” para que la TD sea aprovechada con mayor igualdad, respondiendo así, a la interrogante planteada por Anthony Pikket en su libro El capital en el siglo XXI: ¿ Qué rol van a jugar los diferentes países en este brinco cualitativo de la humanidad ? En un mundo en el que la propiedad del capital y su rendimiento acentúan la desigualdad. Una respuesta posible la plantea Qureshi: “Deben diseñarse normas y acuerdos de cooperación nuevos que apuntalen la próxima fase de globalización liderada por los flujos digitales”, con una visión más justa.

@hdelgado10