Neuro Villalobos: Decencia política para vivir en democracia

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“Detesto ver a un hombre utilizar el artificio para poner a otros contra su destino, cuando es algo que les ha tocado a pesar de sí mismos y hacen lo que pueden a pesar de él.” Paul Valery.

Es preciso aclarar cada vez que podamos que la democracia es la expresión de la pluralidad, del disenso y del acuerdo, del respeto y la tolerancia. De allí lo dificultoso que resulta lograr consenso entre los sectores que adversan al actual régimen. No estamos luchando en un ambiente democrático y pleno de libertades individuales o colectivas. El régimen es dictatorial y cuenta con una banda de esclavos satisfechos, aduladores empedernidos y aprovechadores de oficio que bajan su cerviz ante la palabra o el capricho de su amo de turno.

Los regímenes totalitarios generalmente consiguen dentro de sus oponentes cómplices tarifados cuyos valores se miden en función de sus abultadas cuentas bancarias o el número y fastuosidad de sus propiedades mal habidas. Es decir, existe una correlación directa entre el tamaño de su traición y la dimensión de su ambición. El destino de la Patria no es tomado en cuenta en ese mercado de la ignominia que llevó a Einstein a exclamar con mucho acierto que la estupidez humana es tan infinita como el universo. Más cerca en el tiempo, el Dr. Alfredo Brice-Echenique la consideró como un problema de salud, ya que perjudica a toda la población cuando se torna epidémica, incluyendo a los pocos en que brota su alma corrompida.

El régimen actual desechó la democracia como sistema de relaciones humanas desde el comienzo y se propuso un cambio estructural de una economía social de mercado hacia una economía de corte comunista Marxista, negador de las libertades, que se ha caracterizado por demoler las bases del primero sin saber ni poder exhibir ni siquiera un país con éxito económico y social aplicando las ideas que Marx propuso para lo segundo.

Es increíble cómo seguimos, a estas alturas de los avances científicos y tecnológicos, dando vueltas, embobados, alrededor de las ideas y conceptos inaplicables del Marxismo. Una Nación libre, soberana e independiente, tal como la soñó nuestro Libertador y es nuestro sueño también, debe ser democrática, plural, justa, y amante de la paz, tal como la veníamos construyendo los venezolanos, con todo y sus bemoles y desvaríos, cuando decidimos sacudirnos el yugo de la penúltima dictadura en el año 1958.

Sabemos que hoy nos va a costar mucho más reconstruir nuestra Patria. Si nos preciamos de demócratas, si coincidimos en esa percepción y queremos ser coherentes, tenemos que empezar por quitarnos la bota militar y la visión de Chávez y Maduro, de nuestro cuello, con dignidad y coraje por que lo que se impone es la valentía y la decencia política para vivir en democracia.

No hagamos de unas elecciones primarias una interpretación maniquea del sentimiento democrático de los venezolanos. No debemos poner unas elecciones primarias como el centro de nuestra preocupación y distracción. Es urgente cambiar de rumbo y para ello es necesario salir del régimen que nos embrutece y engaña. Lo más probable es que  en lugar de tener un candidato único que sería lo inteligente en condiciones normales, vamos a tener varios candidatos unitarios luchando por demostrar quién es el líder de la unidad y acusándose mutuamente de haber obstaculizado la elección de una candidatura única.

Será una lucha entre algunos”estúpidos esencialmente listos” y algunos “ listos estúpidos”, según la clasificación de Brice-Echenique, con lo cual se confirma su hipótesis de que “el ser humano lleva consigo un germen de estupidez que aflora con mayor o menor resplandor en cada uno de manera ineludible.”

No hay duda que la elección mediante la participación abrumadora de la base oposicionista es lo más democrático, sí y sólo sí ciertas condiciones se cumplen: que tengamos partidos políticos fuertes y una sociedad civil sólidamente organizada; que tuviéramos líderes dispuestos a decir lo que tienen que decir y hacer lo que tienen que hacer y no tartufos de la política que se reconocen sin chance en unas primarias y piensan que éstas le proveerán del liderazgo necesario y el ropaje democrático imprescindible; que los venezolanos expatriados puedan votar en sitios accesibles y suficientes, que el registro electoral sea depurado, que el CNE no sea una representación del régimen y otras condiciones que ya han sido señaladas por el Movimiento de Ciudadanos Venezolanos por el Mundo (MCVM) y el grupo de Venamerica como una representación importante de la diáspora venezolana.

Neuro J. Villalobos Rincón
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