El título obedece a que hace ocho días fue 4 de febrero. Ese día se cumplió treinta y un años de la intentona golpista de Chávez y los suyos, contra la democracia… y yo lo pasé por alto. No fue un olvido ex profeso.
Creo que nadie le echó de menos que yo lo haya olvidado, se ha escrito tanto desde entonces y se ha dicho tanto desde entonces. ¿Pero si no lo olvidé a propósito que pasó entonces?, debí haberlo recordado, porque durante bastante tiempo no hice otra cosa que escribir sobre el tema cada vez que se acercaba la fecha y si estábamos lejos de ella… también. El caso es que lo recordé cuando leí las pocas reseñas que había en la prensa y ya había entregado la nota. Creo, que, por primera vez, desde los años posteriores a 1992, las reseñas en prensa sobre el 23 de enero superaron en mucho a las del 4 de febrero.
Pero, por la tarde me encontré con el discurso de Arias Cárdenas, el exgobernador del Zulia, el ex chavista y ex acusador de Chávez como un criminal, ex candidato en el 200 contra Chávez a quien, durante el proceso electoral, travistió de gallina.
Ahora, Arias vestido de guayabera, nada de uniforme militar, hacía el mejor papel del Arias de siempre: adulador, servil, lisonjero, elogioso, laudatorio, melifluo, panegirista y mentiroso (Uds. pueden hacer infinita la lista de sinónimos) dijo, o ¿Gritó… con el alma? Bueno, con él nunca se sabe: “que Chávez sigue aquí…. Todo el pueblo de Venezuela es Chávez, Chávez es el trabajo constante, debemos entregarnos en alma, vida y corazón a servir leal al pueblo de Chávez y Bolívar. ¡Que viva el 4 de febrero! (no sé porque, pero creo que a este final le faltó un nojoda o un carajo”).
Creo que ni Arias ni la cúpula chavista no se han enterado todavía ( o ya lo saben, solo que se resisten a ver una realidad que ha sobrepasado bastante la realidad que Chávez se inventó y que Maduro ha fracasado en su intento de seguir el invento. Después de todo la realidad es terca, es atea y no admite dioses) que de aquel ejercito fanatizado, un poco más de la mitad del país, que se había entregado a Chávez seducido por su retórica de retaliación, queda muy poco, bueno, todavía quedan algunos bolsones que le rezan a sus estampitas.
A pesar de que hoy, 31 años después de aquella aciaga madrugada, la oposición que tenemos nos inspira ( ¡que lamentable!) cierta desconfianza y vacío, la mejor opción para el país es, aquí retomo una nota de Enrique Krause: “la modesta utopía republicana, democrática y sobre todo liberal” y por supuesto, educar a la gente en valores democráticos para evitar para siempre volver a caer rendidos frente a los nuevos y viejos mesías políticos para que los Chávez y los Maduro jamás reciban una segunda oportunidad.
@enderarenas