Ender Arenas: Uno de esos días que parecen no tener final

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Hoy es jueves, el día en la que me siento a escribir mi nota semanal que será publicada en los portales de tres amigos que, como yo, ya no vivimos en nuestro país.


Durante años estas notas han servido para camorrearme, otros también han hecho lo mismo, contra aquellos que han convertido el país en el escenario de la peor pesadilla vivida desde la guerra federal. Obviamente me refiero a la dictadura chavista.


Durante muchos años hemos encarado una gran verdad y la hemos testimoniado: la democracia venezolana fue revertida y en ese proceso lo que quedó en evidencia fue la falta de conciencia democrática del venezolano que rápidamente se subsumió de manera supina al proyecto chavista, pensando, que se trataba de un proyecto que hacia de la democracia más democrática.


Advierto, que tal falta de conciencia no solo fue asumida por el venezolano de a pie, es decir, de aquel que disfrazó a sus hijos de pequeños paracaidistas golpistas, sino por el liderazgo que encabezaba las instituciones democráticas: el poder legislativo (como olvidar que una de las cámaras era encabezada por un joven diputado de apellido Capriles) y judicial (tampoco hay que olvidar a la Sra. Cecilia Sosa, presidenta de la entonces, Corte Suprema de Justicia) que se plegaron al nuevo mandante del poder ejecutivo.


La historia nos demostró lo erróneo de la creencia de que estábamos frente a un proceso que profundizaría la democracia aun cuando el propio Chávez dio indicios discursivos que eso no se paseaba por su proyecto de poder.


Su discurso se caracterizaba por la preeminencia de “paradigmas revolucionarios” y un desprecio por la democracia a la que le puso tempranamente adjetivos peyorativos: democracia burguesa, democracia puntofijista, democracia corrupta, y hasta se juramentó frente a la constitución a la que calificó de “moribunda”.


¿Qué podemos seguir diciendo de quienes sistemáticamente “deshumanizaron la otredad, higienizaron el odio y burocratizaron la violencia”?.


Podemos seguir diciendo que son fundadores de un país donde ha reinado, desde entonces la crueldad, pero, eso ya lo saben y lo sufren siete millones de hombres, mujeres y niños que deambulan por el mundo.


Podemos acusarlos de la “zombificación del sistema político” pero, ¿acaso, eso no lo sabemos todos aquellos que hemos presenciado, sin asombro alguno, la disolución de la responsabilidad política en la que los culpables siempre son los otros y cómo ello no solo es un patrimonio del régimen, sino que también es cultivado por la oposición, que también busca culpables en los otros en una especie de deriva paranoica?.


Podemos seguir diciendo ad infinitum las acciones emprendidas por la dictadura chavista-madurista que han culminado en la destrucción y ruina del país.


Podría hacer un exhorto, lo cual es una quimera por razones obvias, donde se incite a los venezolanos que superen los ya inaceptables niveles de acostumbramiento que, en algunos sectores el país, el chavismo inoculó tempranamente. Pero no creo que tenga la mas mínima proyección, no creo tener tantos lectores.


Pero, bueno, creo que debo pedirles perdón por el tono y la voz de esta nota, pero hoy es uno de esos días de los que Persi Diaconis decía que eran especiales porque no ocurría nada inusual y yo, no tengo otra cosa que mirar por mi ventana. Cuando lo hago mis ojos tropiezan con la alfombra blanca de la nieve que ha caído toda la noche y la madrugada.


En la larga Rue Westgate donde está el apartamento en la que habito no se ve un ser humano durante todo el día. A veces tengo la sensación que soy el único habitante de esa larga calle, pero no es así, sé que, dentro de esas casas marrones y tristes de techos blancos, por la nieve que se derrama, habitan hombres y mujeres que no hablan, no saludan, es posible que no se emocionen sino que solo cuidan sus gatos y perros en sus pequeñas salas.


Si, debe ser a eso a lo que se debe el tono de la nota de esta semana. Perdón.

@enderarenas