“El principio verdaderamente moral es aquel que puede convertirse en una ley universal para todos los demás.” Fernando Savater.
La mentira permanente es degradante, es el instrumento favorito de los mediocres y viles para intentar imponer sus ideas. Esta conducta se hace posible sobre todo en las organizaciones que mantienen el principio de la autoridad jerárquica. En este tipo de organización se busca imponer la sumisión y no el compromiso, tal es el caso de la Venezuela roja, rojita, donde se ha querido imponer, ya que el poder jerárquico cuanto más fuerte se ejerce, más sumisión procura.
Las pandillas son así, son un ejemplo gráfico del ejercicio del poder jerárquico y la sumisión entre sus miembros. Para nuestra desgracia esa es una de las características del régimen actual. Nos gobiernan unas pandillas que aprendieron a usar la política en el ejercicio del poder de una manera delincuencial, haciéndola aparecer como un acto legal.
Olvidémonos que a través del diálogo y las negociaciones podemos esperar la transformación de los viles y mediocres en hombres virtuosos. El sentido de la alquimia tal como la conciben los musulmanes es que para que “el alma haga cosas provechosas y buenas tiene que hacer un viaje desde el pecado hasta lo sublime”, y los asaltantes del poder siguen disfrutando de sus pecados y no entienden de sublimidad ni les interesa la verdad.
El mundo de la denominada izquierda vive del engaño y no ha querido darse cuenta, ni quieren, ni les conviene hacer ver que no ha existido cultura alguna en la que se haya impuesto, ni siquiera dicho, que la mentira es preferible a la verdad o que los cobardes sean más apreciados que los valientes. Convertir el plomo en oro, es decir, el hombre mediocre en uno noble o virtuoso no es posible en la Venezuela de hoy, ya que como dijera Santayana, “vivimos una barbarie que en política se caracteriza por la tiranía democrática, el egocentrismo nacionalista, la comercialidad a ultranza y la fatuidad criminal de los revolucionarios que no quieren ayudar a los pobres sino acabar con la idea de pobreza.”
Ésta, se ha incrementado en Venezuela, y no son estimaciones superficiales o acomodadas. Según la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en el informe Encovi 2022 realizado por su Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, la pobreza se incrementó y afecta el 81.5% de la población, es decir, que cada 8 de cada 10 venezolanos no cuentan con los recursos suficientes para adquirir la canasta básica, y la inflación no deja de escalar niveles insoportables, por no mencionar otros factores que inciden en el índice del costo de la vida.
Según el sociólogo Luis Pedro España en información que suministra el periodista Hugo Delgado, el daño psico-social y económico producto de la diáspora es difícil de cuantificar en materia de muertes, suicidios, desmembramiento familiar, pérdida de capital humano y quiebra de empresas.
Lo he escrito en otras oportunidades, la realidad es terca y termina por imponerse, la “normalización” del país sólo es posible en la medida que salgamos del régimen bestial que nos oprime, y podamos, entonces, cambiar de rumbo. Es de ilusos creer que el mérito puede abrir las puertas de un régimen envilecido. Por cada hombre de mérito en este país, hay decenas de sombras insignificantes, pero audaces, en el régimen.
Urge devolver a los venezolanos su capacidad de soñar. Unirnos nuevamente en pos de un ideal, “esa partícula de ensueño que te sobrepone a lo real” y te hace rebelde frente a la mediocridad, como ya lo expresara José Ingenieros. Debemos fortalecernos moralmente porque vivir es aprender para ignorar menos y actuar más.
Neuro J. Villalobos Rincón