Brasil elige entre Lula y Bolsonaro en medio de la incertidumbre y la polarización

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Este 30 de octubre, los brasileños vuelven a las urnas para escoger en segunda vuelta quien será el presidente desde el próximo 1 de enero y por los cuatro años siguientes. Polarización histórica y pocos puntos de diferencia en las encuestas marcan una recta final colmada de incertidumbre.

Una campaña reñida hasta el desconcierto ha caracterizando la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil.

156,6 millones de ciudadanos eligen este domingo desde las 08:00, hora de Brasilia, entre su actual presidente, el ultraconservador Jair Bolsonaro, y quien fue entre 2003 y 2011 el mandatario del gigante latinoamericano, el líder de izquierda Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva. En esta jornada, también 12 estados escogerán a sus gobernadores y vicegobernadores, pero los ojos están puestos en la disputa entre los dos pesos pesados de la política brasileña, que quedaron a tan solo cinco puntos porcentuales de distancia en primera vuelta, con Bolsonaro pisando de cerca su contendiente.

Las cuatro semanas siguientes se han convertido en una intensaba batalla de ambos candidatos por conquistar tanto entre los simpatizantes de sus rivales como a aquellos que no se inclinan ni por uno ni por otro. Y es que la adoración que reciben de sus bases es casi tan palpable como el rechazo hacia ambos. Según una reciente encuesta de Datafolha, un 49% del electorado se movilizará por ‘Lula’ y el 44% por Bolsonaro.

El rechazo a ‘Lula’ se debe en gran parte al recelo a su Partido de los Trabajadores, al que le achacan escándalos de corrupción como el caso Lava Jato. Mientras a Bolsonaro se le reprocha un discurso incendiario, misógino, machista y con tintes autoritarios, que ha cuestionado al Congreso, al Poder Judicial y al Sistema Electoral.


Sus detractores también rechazan que haya impulsado el uso de armas de fuego y propiciado la deforestación de la Amazonia -que también tuvo altos índices durante el mandato de ‘Lula’- a favor de sectores como el agroindustrial y la minería ilegal, así como su gestión de la pandemia, que mantuvo durante meses a los hospitales de Brasil más allá del colapso.

La incertidumbre y la pesca de votos marcan los comicios

Las principales encuestadoras del país se estrellaron con la realidad después de haber dado hasta 12 puntos de ventaja a Lula sobre Bolsonaro en primera vuelta. Y la cosa aprieta. La más reciente encuesta de Datafolha, prevé para Lula un 53% del apoyo en votos válidos, mientra que Bolsonaro subió a un 47%. Con una diferencia estrecha, ambos han llevado a cabo una feroz campaña diversas zonas del país, pero con el ojo puesto en regiones como el sureste, estratégica por ser la más poblada.

En el sprint final, a parte de mantener su habitual discurso basado en los valores familiares impulsado por buena parte de la Iglesia evangélica, el presidente se ha volcado a seducir a las clases empobrecidas, históricamente afines a ‘Lula’. Y lo ha hecho echando mano al aparato estatal, impulsando promesas como el aumento del salario mínimo por encima de la inflación o la ampliación subsidios sociales como Auxilio Brasil, que destina unos 114 dólares mensuales a más de 20 millones de ciudadanos en situación de pobreza.


La medida, que no formaba parte de la campaña de Bolsonaro -quien criticó a sus antecesores Dilma Rousseff y ‘Lula’ da Silva por iniciativas similares-, ha sido ampliamente cuestionada. Incluso el Ministerio Público pidió que se cancelara el subsidio luego de que el procurador Lucas Furtado advirtiera indicios de perseguir un “objetivo electoralista” y que este ponga en riesgo la arcas del Estado. Para extenderlo -una promesa que también acuña ‘Lula’- se supera el presupuesto y no hay garantías de que se pueda mantener para el próximo año. Gane quien gane, su implantación genera serios interrogantes en un momento en que el país vive una aguda crisis de pobreza, con más de 33 millones de habitantes pasando hambre en la nación.

En medio de este panorama, existen dudas sobre por quién votarán las clases menos favorecidas. También si podrán hacerlo, ya que aliados bolsonaristas, como el alcalde de São Paulo, Ricardo Nunes, dice que no suministrará transporte público a quien lo necesite durante la jornada, a pesar de que el Tribunal Supremo ordenó hacerlo a los gobiernos locales. Esto supondría aislar a muchos votantes de ‘Lula’, generalmente agrupados en zonas marginales y periféricas.

‘Lula’, entretanto, ha buscado acercarse a los jóvenes. De acuerdo al instituto Ipec, este es el sector que se muestra más proclive al izquierdista, pero es también el más volátil según la encuestadora y el que más fácil podría cambiar de opinión respecto a su elección.


Y ha intentado conquistar el voto evangélico. El izquierdista se ha reunido con diversos líderes de la Iglesia, a quienes ha asegurado que garantizará la libertad de culto y manifestado su “rechazo contra el aborto”, en un intento desesperado por disputar el voto evangélico a su rival. La comunidad religiosa reúne nada más y nada menos que un tercio de los 213 millones de brasileños en el país y en los últimos años se ha replegado en torno al ultraconservador.

El fuego cruzado se intensifica en las redes sociales

La campaña también ha estado marcada por ataques cruzados. El ultraderechista y sus aliados han repetido a discreción que una presidencia de izquierdas traería olas de delincuencia y la ruina económica, así como la legalización del aborto y el cierre de iglesias, lo que ‘Lula’ asegura no es cierto. En medio de esta retórica, el Tribunal Electoral prohibió algunos comentarios que se referían a Lula como un «ladrón» y el «jefe de organización criminal» en medios de comunicación.

Ambos se lanzaron también al barro en las redes sociales, donde la campaña de ‘Lula’ incluso ha llegado a sugerir acusaciones de canibalismo y pedofilia por parte de Bolsonaro y «un pacto con el diablo» de ‘Lula’ desde la campaña de su adversario. La proliferación de mensajes de este tipo en las plataformas digitales fue calificada como «un desastre» por el Tribunal Electoral, que tuvo que ampliar sus facultades para eliminar masivamente las fake news de la red.


Pero a pesar de los ataques, los cara a cara han sido limitados, luego de que ‘Lula’ decidiera no asistir a un segundo debate frente a su adversario, lo que multiplicó los encuentros en solitario con la prensa, o que ambos mandatarios hayan asistido a largas entrevistas como la realizada a Lula en podcast Flow o a Bolsonaro en el espacio Inteligencia Limitada. El viernes, 28 de octubre, ambos se vieron las caras en la cadena privada ‘O Globo’, donde volvieron a cruzar ataques a razón de la corrupción y la gestión del actual presidente.

La elección se celebra también bajo cierta tensión, luego de que Bolsonaro expusiera a días de la segunda vuelta sus reiteradas dudas sobre el sistema electoral del país, del cual ha lanzado -sin pruebas- cuestionamientos durante los últimos años. En medio de la alta polarización, el fantasma de que el ultraconservador y sus simpatizantes no acepten una eventual victoria de ‘Lula’ ha planeado sobre el país en los últimos meses, sobretodo luego de que Bolsonaro haya flexibilizado masivamente con decretos el porte de armas y haya hecho de esto una marca personal.

Como garantía de transparencia, el Tribunal Electoral informó la presencia de ocho organismos de observación nacionales y siete internacionales para la segunda vuelta, entre los cuales estarán Organización de Estados Americanos y el Parlamento del Mercosur. Entre tanto, llamó a la movilización de la Fuerza Federal, que estará en 561 localidades de 11 estados del país, en búsqueda de sellar la seguridad.


Para la jornada, están habilitados 472.075 colegios electorales ubicados en los 5.570 municipios de la nación y en 181 ciudades en el exterior. Y la que será «la segunda vuelta de las mayores elecciones jamás realizadas en los 90 años de existencia de la Justicia Electoral», según el propio Tribunal Superior Electoral, contará con un total de 1,8 millones de trabajadores.

Los brasileños deben acudir a esta elección obligatoria para quienes están entre los 18 y los 70 años so pena de pagar una mula de 3,51 reales, unos 0,6 dólares. No están obligados a acudir a la urnas las personas que no sepan leer, los ciudadanos de 16 y 17 años, ni los mayores de 70.

El cierre de urnas se prevé para las 17:00, hora de Brasilia, y los resultados se comenzarán a dar desde entonces, con un dato definitivo esperado sobre las 20.00. Sea quien sea el ganador, enfrentará los próximos años no solo un país dividido, también con niveles récords de pobreza, una situación de hambre retrocedida a niveles de 1990 y desafíos mundiales, como la conservación de una Amazonia cada vez más devastada por la deforestación.

Natalia Plazas/ France24