Neuro Villalobos: Ignorancia y miseria

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“Saber mucho no es lo mismo que ser inteligente; la inteligencia no es sólo información sino también juicio para manejarla”. Carl Sagan

En el libro titulado “La Revolución de la Riqueza”, Alvin y Heidi Toffler, con mucho acierto, nos dicen que “los analfabetas del siglo XXI no serán los que no puedan leer ni escribir, sino quienes no puedan aprender, desaprender y volver a aprender”. En ese sentido, es preocupante el rezago que está sufriendo la educación formal en el mundo, con escasísimas excepciones como Japón, Finlandia y Noruega, por ejemplo.

La irrupción qué significan los avances científicos y tecnológicos ha introducido cambios en todas las áreas del conocimiento que nos obligan a dejar esa actitud de “sabelotodo”, y humildemente, desaprender y volver a aprender, tener una “mentalidad hospitalaria”, como decía un antiguo profesor mío, para referirse a la necesidad de tener una mente abierta y receptiva a todo lo que significa renovación, cambio y sobre todo a la adquisición de nuevos conocimientos.

Es innegable que una nueva visión política requiere, con mucha más razón, un liderazgo renovado. El líder debe aprender de las águilas, o se renueva o se muere. Si quiere seguir teniendo ascendencia sobre los demás, dirigir a los otros, administrar una organización o un país, debe demostrar que está atento, que no tiene temor a los cambios y que está dispuesto a enfrentar los obstáculos y dificultades con conocimiento, coraje y disposición de ánimo, no con actitudes caprichosas y posturas narcisistas, pidiendo que los demás cumplan por que lo dicta su autoridad formal y no por que lo impone su autoridad moral, es decir, por aquellos que no mandan sino que logran hacerse obedecer.

Los seres humanos, y mucho más quienes pretenden erigirse como líderes, tenemos que aprender que debemos resguardarnos por un tiempo, que nos sirva para reflexionar, para hacer un balance de nuestras ejecutorias y nuestra postura, para tomar el pulso de los cambios que la sociedad exige, para renovarnos y ser verdaderos líderes y no alguien más del montón con ínfulas de jefe.

Tenemos que ser honestos con nosotros mismos, más aún en las condiciones y circunstancias como las que atravesamos en nuestro país. Este esfuerzo es exigente y reclama, al decir de Víctor Guedez, una actitud ética más consciente de lo que existió en el pasado. No hay duda, afirma, de que en una realidad oscura, azarosa y ruidosa como la nuestra es más difícil decidir y en consecuencia , se imponen nuevos enfoques interpretativos acompañados por renovados afianzamientos de principios y valores.

Debemos clarificar que lo que queremos es una libertad plena y que no puede haber libertad donde reina la miseria; una de sus expresiones más evidentes es la ignorancia y hacia allá nos quieren dirigir y sumergir quienes tienen vocación totalitaria. Recordemos las palabras de nuestro Libertador “un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción” y a Dostoievski quien afirmó: “En la miseria no hay ni ha habido nunca quien conserve intacto la nobleza de sus sentimientos.”

La miseria no sólo la provoca la carencia de bienes materiales indispensables para sobrevivir; hay una carencia mayor, que es la de principios y valores que nos orienten en la vida, es la miseria espiritual, la miseria del alma. Por eso hay que insistir en educar para la libertad. Educar para la democracia. Enseñar a discutir; formar ciudadanos demócratas, inconformes, pero conforme a lo que los valores democráticos señalan.

Despertar la inquietud por el destino personal apegado a los valores individuales, sin desconocer las exigencias armonizadoras con los valores sociales, entre los cuales, los democráticos son esenciales. Dicho en palabras de Savater: “Buscar en común una verdad que no tenga dueño y que procure no hacer esclavos.”

La libertad es consustancial a la democracia. Los tiranos buscan idiotizar a los pueblos, sumergirlos en la ignorancia, hacerlos sumisos a una propaganda dogmática y al culto a los semidioses engreídos, soberbios y audaces. Aquellos que mezclan las escrituras celestiales con los afanes materialistas y con los ideales de nuestros libertadores. Aquellos que hablan con rimbombancia para los ignorantes sin culpa y los miserables con intelecto, pero sin honor.

Neuro J. Villalobos Rincón

nevillarin@gmail.com