“Cuando mejor estamos es cuando no hacemos nada con respecto a las realidades mundanas. Rechazamos el orden de la sociedad de manera tan absoluta que en la práctica, es como si lo aceptáramos todo”. Harold Bloom.
Esta semana que pasó estuvo cargada de tensiones y de mucha incertidumbre tanto para el mundo como para Venezuela, empeñado como está el régimen heredado de Chávez y peor dirigido por Maduro, de tomar medidas arbitrarias e inconvenientes para el país, pero que lucen muy agradables para los ojos de sus socios del mal.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, ONU, Antonio Guterres, declaró que “el mundo está a un error de cálculo de la aniquilación nuclear”. Estas no son declaraciones irresponsables, son bien ponderadas y es de suponer que se refería tanto a la invasión Rusa a Ucrania, que se torna insoluble y peligrosa para el orbe, como a la visita de una altísima funcionaria de los Estados Unidos a la isla de Taiwan, la cual se encuentra en disputa por su independencia de la República Popular China, que hizo poner en alerta máxima y en tono amenazante a su ejército, y en movilización de seguridad al ejército de USA. Las verdaderas razones que motivaron esa visita están por desentrañarse, más allá de un sólido respaldo a la aspiración independentista de Taiwan.
Por otro lado, el secretario general de la Organización de Estados Americanos, OEA, en un escrito muy claro y contundente, como para que no se prestase a malas interpretaciones, recomienda a Venezuela un proceso de cohabitación con el nefasto régimen dictatorial que la oprime y que la ha destrozado material y moralmente. Viniendo de Luis Almagro quien desde su alto cargo ha tenido y mantenido las posiciones más frontales contra el régimen venezolano, nos confunde y nos hace pensar sobre las verdaderas razones a las cuales responde esa sugerencia. No creemos que se deba a conveniencias políticas personales en virtud del avance de las degradantes fuerzas de la izquierda latinoamericana hacia el poder, ni a una posición derrotista ante las debilidades, errores y desunión de las fuerzas de oposición política en Venezuela. Algo flota en el ambiente y el régimen se acicala.
Simultáneamente, un Ministro del régimen Iraní nos sorprende con la noticia de que entre los acuerdos con Venezuela, está la cesión de extensas fajas del territorio nacional para desarrollar “actividades agrícolas”, lo cual, además de difícil creencia, sería un acuerdo contrario a nuestra Constitución Nacional, atentatorio contra la soberanía del país que podría calificarse como “vende Patria”, que favorece a un enemigo de mi enemigo, lo cual lo convierte en mi amigo, aunque no solo perjudica nuestra nación, sino que además nos mete en un berenjenal político y religioso ancestral, que lleva siglos de existencia, que no creemos que lo comprenda bien el régimen de Maduro. Mientras tanto, la iglesia católica venezolana se inquieta.
En los mismos días en que ocurren estos movimientos, Fedecámaras Nacional pone en manos de los venezolanos un documento titulado: “Camino al futuro. Venezuela 2035”, donde expone las bases para la discusión y construcción colectiva de un nuevo modelo de desarrollo, el cual pretende una visión compartida como premisa indispensable.Si bien dicho organismo empresarial, con los pies en la tierra, como debe ser, manifiesta que “No identificamos agendas de políticas públicas que representen ventanas de modernización” y “No comprobamos convicciones en el modelo político del actual régimen a favor del desarrollo de nuestro sector privado”, presenta al país decente una nueva propuesta de futuro cuyo elemento central es lograr “una economía productiva, diversificada y con mirada global, que genere empleo digno y bienestar inclusivo y sostenible”. Es un camino saturado de espinas, pero que tenemos que transitar juntos los venezolanos, dentro y fuera del país.
Ante tan nebuloso y difícil panorama mundial y nacional, no nos queda otro recurso que entender y seguir las sabias palabras del filósofo Edgar Morin que nos dice: “nuestras certezas son islas en las que hacemos tierra para volver a emprender el viaje por el océano de lo incierto.”
Neuro J. Villalobos Rincón