“Mientras que el sistema de riqueza de la primera ola se basaba principalmente en hacer crecer cosas y el segundo en fabricar cosas, el sistema de riqueza de la tercera ola se basa cada vez más en servir, pensar, saber y experimentar.” Alvin Toffler.
Venezuela lleva casi un cuarto de siglo debatiéndose entre dos actitudes, entre dos formas de vida en que no se logra dilucidar otra vía, otra forma honrosa y digna que nos permita saltar por encima de las dificultades, hoy magnificadas por un régimen que representa el atraso y una copia del fracaso visible de los países socialistas en su camino al comunismo, sistema éste que no ha logrado materializarse beneficiosamente en ningún lugar del orbe.
En la acera de enfrente nos hemos topado con un pueblo que si bien ha resistido los intentos de avance de un régimen dictatorial, no ha logrado un liderazgo efectivo y sincero que nos saque de este atolladero histórico y del tremedal político al que ésta banda de forajidos resentidos nos ha empujado. Lo hemos dicho infinidad de veces, el diálogo no tiene sentido y es una necedad querer entablarlo con los dictadores, aunque es una necesidad entre demócratas. Hay quienes han alertado que el que se sienta a negociar con hambre, se conforma con las migajas, y eso lacera la dignidad de un pueblo.
No se puede seguir gobernando este país en contra de la corriente que significan los avances científicos y tecnológicos mundiales, ni se podrá gobernar pensando en una vuelta al pasado que conocimos. La dinámica socio-cultural nos obliga a enfrentar el atraso representado en el actual régimen y superar la mal entendida modernidad asumida como un individualismo exacerbado, un consumismo irracional y una moral relativista, hedonista y acomodaticia, como también se ha señalado antes.
Tenemos que tomar una decisión trascendental porque el hambre no espera y la situación desespera; o decidimos por una forma de gobierno opresor, totalitario, con privilegios para una camarilla incondicional en el poder, o por otra forma de gobierno democrático, con respeto a la libertad individual y a los derechos humanos universales de los ciudadanos.
Debemos decidir sin miedo entre dos sistemas de vida diferentes y contrapuestos, o vamos hacia una forma de organización social donde nadie es propietario de nada, donde la propiedad se hace supuestamente colectiva y pasa a manos del Estado omnipotente, omniabarcante y omnipresente, o vamos hacia otro sistema de vida donde se promueva, estimule y respete la propiedad privada y se precise su función social.
No nos cansamos de repetir que se hace necesario e imprescindible comprender las complejidades de la sociedad del conocimiento en que estamos inmersos, tal cual como se nos ha venido encima, para obtener mejores resultados. Esto a su vez se logra reorganizando, transformando e integrando los sectores educativos, científicos y tecnológicos; la estructura de gobierno en todos sus niveles, y la actitud, comportamiento y responsabilidad social de las empresas y empresarios que conforman el sector productivo venezolano. Sin mezquindades, con sentido de Patria y una visión de largo alcance, que nos permita, unidos, concentrar y dirigir nuestros esfuerzos hacia la consecución de esos objetivos y hacia el logro de mejores horizontes para todos.
Obviamente, se hará necesario elevar los niveles de exigencias éticas, morales, científicas y tecnológicas que faciliten la aplicación de políticas de autoevaluación y coevaluación institucional con el propósito de corregir desviaciones que afecten la misión de las mismas. Igualmente, los órganos de control deberán revisarse conceptual y procedimentalmente con el fin de remover obstáculos funcionales que impiden agilizar los procesos, sin que se vulnere la aplicación de severas penalidades para quienes incurran en manejos indebidos en su gestión.
Neuro J. Villalobos Rincón