José Aranguibel: El coloso llega a 60 años esperando su reemplazo

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“Cuando voy a Maracaibo
y empiezo a pasar el puente
siento una emoción tan grande
que se me nubla la mente.
Siento un nudo en la garganta
y el corazón se me salta.
Y sin darme cuenta tiemblo,
sin querer estoy llorando… oooohhh”

Autor: Norberto Pirela García (+)

Extraordinariamente grande o sobresaliente por su inmenso tamaño dice el diccionario del término “coloso”, mollejúuuo diríamos en el Zulia, el mismo que le fue conferido al Puente sobre el Lago de Maracaibo, que este 24 de agosto está cumpliendo 60 años de construido, cuando la naciente democracia venezolana daba sus primeros pasos y decidió iniciar las obras de esta magna estructura que costó 350 millones 105 mil 830 bolívares y luego de seis décadas espera otra vía alterna para descansar su agotado cuerpo de cemento, hierro, acero y asfalto.

Lleva el nombre del militar más ilustre, nada demagogo y excepcionalmente leal a la causa Libertadora de Simón Bolívar que ha parido el estado Zulia en la persona del General en Jefe Rafael Urdaneta Faría.


Esta monumental obra la entregó al Zulia y a Venezuela el expresidente Rómulo Betancourt. Este miércoles cuando celebramos el 60 aniversario de ser construida esta maravilla de la ingeniería del Siglo XX, debemos estar conscientes de que el agotamiento, cansancio y fatiga estructural, originada por el deterioro propio de una vejez adelantada por la acción de elementos corrosivos del ambiente y a la inexistencia de un adecuado, serio y responsable mantenimiento preventivo, sólo queda pedirle a La Chinita no permita ningún contratiempo que ponga en peligro la vida de las personas que a diario circulan sus casi nueve kilómetros de largo. Además, otro milagro divino permita que las aguas podridas y contaminadas del Lago de Maracaibo, que bañan las bases del coloso, no continúen su proceso de polución ante la indiferencia de la Revolución Bonita que en 24 años no ha dicho ni pío y no ha movido un dedo para descontaminar a este gigante estuario de agua dulce que, según decreto de la Gobernación del Zulia de 1998, quedó declarado en igual fecha como Día del Lago.

Nunca el Zulia y Venezuela podrán olvidar que un accidente de grandes proporciones enlutó a todo el país cuando —dos años después de inaugurado—una falla eléctrica en la sala de máquinas del supertanquero petrolero Esso Maracaibo II, derribó un extenso tramo de su estructura cuando la chocó y cayeron a aguas del lago varios vehículos en los que perecieron algunos venezolanos. No menos resultó sobresaltada la tranquilidad de la gente cuando durante la gestión del exgobernador Oswaldo Alvarez Paz, la posibilidad de un accidente estructural estuvo cerca de ser parte de una historia trágica del Zulia, pero prevaleció sin demoras, mezquindad, dividendos políticos o el “cuánto hay pa’eso” la disposición gubernamental en los palacios de Miraflores y Los Cóndores que condujo a la sustitución de todas las guayas de acero del puente lacustre, inspiración junto con el Coquivacoa de poetas y compositores.

Capítulo aparte en la vida prolongada de este icono de la zulianidad, debe decirse lo ha liderado la Universidad del Zulia a través de sus especialistas en corrosión, adscritos a la Facultad de Ingienería. No obstante, lo preocupante es la existencia de un silencio sepulcral en momentos que zulianos y zulianas tenemos todo el derecho de saber el estado físico verdadero del coloso marabino.

El pasar de los años nos dice que mucha, bastante y demasiada agua ha pasado por debajo del Puente General Rafael Urdaneta.


Asimismo, que el tiempo perdido —el mismo que hasta los Santos lo lloran— ha transcurrido y una vía alterna no la vemos nada cercana. Uno o dos amagues e intentos fallidos de concretar la construcción de la anhelada vía alterna, ha sido parte de una promesa del populismo de la V República del Socialismo del Siglo XXI, cuando la primera vez el desaparecido presidente Hugo Rafael Chávez Frías en el año 2005, —casi 17 años atrás—anunció la construcción que alegró, entusiasmó y llenó de vitores al Zulia entero, firmándose su ejecución con la empresa brasileña Odebrecht. Serían 11 kilómetros de puente más una línea ferroviaria. Un tramo de 852 metros sería un túnel sublacustre, es decir, iría por debajo del agua hasta con la posibilidad de que veríamos a lo que queda de la fauna lacustre. Sin embargo, fueron 11 kilómetros de frustración porque la obra proyectada para ser entregada en 2010 quedó durmiendo el sueño de los justos, convertida en una nueva burla para el Zulia. El cuento de la paralización fue que la brasileña Odebrecht tuvo que pedir ayuda a un país europeo para hacer el proyecto porque era una obra bastante complicada.

En otro capítulo frustrante en 2016 el gobierno de Miraflores anunció una inversión mil millonaria para obras públicas, entre ellas, reactivar el Puente Nigale pero el caso de corrupción en Odebrecht que explotó en nuestro gigante vecino del sur, terminó por sepultar el anhelo y necesidad vial que el Zulia tiene de contar con una vía alterna que una a ambas orillas del lago marabino. Quizá la lluvia de sobornos que mojó en dólares a más de uno en Venezuela y en otros países por el caso Lava Jato, resolvió cuentas bancarias, lujos y gustos, pero lo cierto es que el alterno Puente Nigale sigue siendo una promesa electoral.

Dios y La Chinita permitan que el centralismo oficial devuelva al Zulia la administración, mantenimiento y protección del Puente General Rafael Urdaneta y ante la historia queden reinvindicados por los errores cometidos al eliminar la Ley de Descentralización y de Asignaciones Especiales que ya habrían hecho posible tener una vía alterna, en el entendido que talento, capacidad y disposición siempre ha existido en los hijos de la tierra del Sol Amada.

José Aranguibel Carrasco