“…Blanca luna como el cuerpo del Hombre en cruz, espejo del sol de vida, del que nunca muere…” Miguel de Unamuno
Misterio y aprendizaje hay en las breves horas agonizantes de Jesús en la cruz, expresaré mi opinión considerando a quienes creemos dogmáticamente en el como Dios y quienes piensan que no es así, he aquí el inicio de este misterio impregnado de una fuerza intangible llena de símbolos y aprendizaje para tratar de entender quiénes somos y nuestra relación con Jesús.
Jesús dedicó su vida a predicar un mensaje impregnado de amor que afirmaba venía de Dios, su Padre, en sus extraordinarias intervenciones recogida por los evangelistas hay una especial que resume lo que hoy conocemos como el gran mandamiento o la gran enseñanza “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente…Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
El nuevo testamento de la Biblia está lleno de aprendizaje y sabiduría, pero este comienza y termina con el mandato antes mencionado, en él se resume todo lo que Dios espera de nosotros, en una reflexión sencilla podremos ver que nos es mucho lo que nos pide y será la libre decisión de cada uno intentarlo o no.
El momento de Jesús en la Cruz es simbólicamente importante para entender el alcance del mandamiento central de amar a Dios y al prójimo, Jesús está consciente que es Dios, pero al mismo tiempo se ha transformado en hombre para que el hombre pueda verlo y sentirlo como un semejante, es el hombre mismo quien lo castiga y traiciona, a pesar de que es consciente que es Dios mismo, sufre y lo acepta, el padre lo ha enviado precisamente para eso, necesita que el hombre observe su obra destructiva para que a través de ella se transforme, nos dice el Papa Benedicto Joseph Ratzinger al respecto: “El mirar al Traspasado y el compadecerse se convierten ya de por sí en fuente de purificación. Da comienzo la fuerza transformadora de la Pasión de Jesús.”
Jesús recibe el trato de forajido y adicionalmente es burlado por la multitud que lo condena, a pesar de ellos los perdona diciendo “Padre, perdónalos que no saben lo que hacen” es un acto de amor entre la barbarie irracional deshumanizada que Dios advierte y pide con sufriente agonía que se detenga, es una invitación a darle sentido al espíritu que él mismo les ha otorgado, su cuerpo semidesnudo, golpeado y manchado de sangre es el espejo de una humanidad que Dios ama y quiere salvar, salvación que necesariamente pasa por decisión propia de esta.
Todo se ha consumado, Jesús hombre duda y le pregunta a su padre porque lo ha abandonado, pero no es Dios quien pregunta, es una interrogante que deja Dios a los hombres para que el propio hombre busque la respuesta y descubra a través del mandato de amar a Dios y al prójimo que nunca fue abandonado, siempre estuvo con él.
Finalmente, en la lucha entre cuerpo (yo) y espíritu (alma) surge la grandiosa exclamación liberadora de entrega “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”, el hombre ha encontrado a Dios y se ha liberado de las cadenas del ego, la promesa de Dios sobre el Amor entregado a él y al prójimo a través del sacrificio se ha cumplido, el espíritu atormentado por el cuerpo se ha liberado, ahora es verdaderamente libre y eterno.
@lombardijose