Altos funcionarios de Estados Unidos viajaron el sábado a Venezuela para reunirse con el gobierno de Nicolás Maduro, en momentos en que Washington buscar aislar a Rusia de sus aliados al intensificarse el conflicto con Ucrania, informó el diario The New York Times.
«La invasión rusa de Ucrania ha llevado a Estados Unidos a prestar más atención a los aliados del presidente Vladimir Putin en América Latina, que Washington cree que podrían convertirse en amenazas a la seguridad si se profundiza el enfrentamiento con Rusia», dijo el diario citando fuentes no identificadas familiarizadas con el tema.
Voceros del gobierno de Joe Biden y de Maduro consultados por AFP no contestaron de inmediato solicitudes de comentarios.
Estados Unidos y Venezuela rompieron relaciones diplomáticas en 2019, luego de que Maduro asumió un segundo mandato en elecciones ampliamente cuestionadas. Washington reconoció entonces al líder opositor Juan Guaidó, presidente del Legislativo, como única autoridad legítima, e impuso una batería de sanciones a Caracas en pos de forzar la salida de Maduro.
Las medidas incluyen un embargo vigente desde abril de 2019 que impide a Venezuela negociar su crudo -que representaba 96% de los ingresos del país- en el mercado estadounidense.
Desde entonces, Maduro recibió un fuerte apoyo de Rusia para poder seguir exportando petróleo a pesar de las sanciones de Estados Unidos.
Según el Times, la actual visita a Caracas de altos funcionarios del Departamento de Estado y la Casa Blanca responde al supuesto interés de Washington de poder reemplazar parte del petróleo que le compra actualmente a Rusia con el que dejó de comprarle a Venezuela.
La Casa Blanca indicó el viernes que examina cómo reducir las importaciones de petróleo de Rusia tras la invasión a Ucrania sin perjudicar a los consumidores estadounidenses y manteniendo al mismo tiempo el suministro global.
Estados Unidos señaló el mes pasado que estaría dispuesto a revisar la política de sanciones hacia Venezuela si avanzaba el diálogo entre el gobierno de Maduro y la oposición, lanzado en agosto en México pero suspendido desde octubre.