Más de 70 cuerpos han sido enterrados en la fosa común desde que se abrió el martes.
Los cadáveres de los niños yacen allí, en una fosa larga y estrecha cavada a los apurones en la tierra fría de Mariúpol, con el sonido constante de bombardeos de fondo. Está Kirill, de 18 meses, que no sobrevivió a heridas de metralla en la cabeza. También Iliya, un chico de 16 años a la que una explosión durante un partido de fútbol en una escuela le voló las piernas. Hay una pequeña de no más de seis años en piyama, que fue una de las primeras niñas fallecidas por los bombardeos rusos en Mariúpol.
No son solo niños. Hay decenas de cadáveres en esta fosa común en las afueras de la ciudad. Se ve un hombre cubierto con una lona azul sujetada con piedras. A una mujer envuelta en una sábana roja y dorada, con las piernas atadas por los tobillos con un pedazo de tela blanca.
Los trabajadores tiran los cadáveres tan pronto como pueden porque cuanto menos tiempo pasen afuera, más probabilidades de sobrevivir a los bombardeos tienen.
“Lo único que pido es que esto termine”, declaró Volodymyr Bykovskyi mientras bajaba cadáveres en bolsas negras de un camión. “Malditos sean los que empezaron todo esto”.
Se esperan muchos más cadáveres recogidos en las calles y en el sótano de un hospital donde hay cuerpos de adultos y niños esperando que alguien se los lleve. El más pequeño todavía tiene el cordón umbilical.
Los ataques aéreos y los bombardeos que sufre Mariúpol –por momentos uno por minuto– reflejan la maldición geográfica que coloca esta ciudad en el camino de Rusia hacia el control de Ucrania. Este puerto sureño de 430.000 habitantes ha pasado a ser un símbolo de la campaña del presidente ruso Vladimir Putin para dominar a la Ucrania democrática y también un símbolo de la resistencia en el terreno.
En las casi tres semanas que pasaron desde que empezó la invasión, dos periodistas de la Associated Press han sido los únicos miembros de la prensa internacional presentes en Mariúpol que informan acerca del caos y la desesperación de sus ciudadanos. La ciudad está rodeada de soldados rusos, que lentamente exprimen toda la vida de la urbe a fuerza de bombardeos. Varios pedidos de crear corredores humanitarios para evacuar a los civiles no tuvieron eco hasta que las autoridades ucranianas dijeron el martes que unos 4.000 automóviles con civiles habían partido de Mariúpol en caravana. Los bombardeos alcanzaron una maternidad, el departamento de bomberos, casas, una iglesia y un terreno junto a una escuela. Quedan en la ciudad cientos de miles de personas que no tienen adónde ir.
MYSTYSLAV CHERNOV y EVGENIY MALOLETKA Yahoo!