La evacuación de extranjeros alimenta el miedo sobre un inminente conflicto armado en Ucrania

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Estados Unidos parecía el único actor de la crisis de Ucrania que estaba seguro de que Rusia, más temprano que tarde, acabaría por invadir el país vecino. Sin embargo, ha conseguido convencer a todos sus aliados de que el inicio de la contienda armada es inminente. Algunos estrategas del Pentágono incluso circunscriben el retraso de la operación militar del Kremlin a una cuestión climatológica y afirman que el hecho de que el suelo de la región no esté totalmente congelado hace que los tanques que ha desplegado Moscú en la frontera pudieran tener problemas de estabilidad en su avance hacia Kiev.

Seguro de que la guerra es inminente, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, señaló este viernes en Melbourne, donde se encontraba de visita oficial, que las fuerzas rusas tienen previsto pisar territorio ucraniano durante los actuales Juegos Olímpicos de Invierno, que se desarrollan en Pekín hasta el día 20. Por ello, hizo un llamamiento para que los estadounidenses que residan en el país europeo lo abandonen de forma inmediata. «Sencillamente, seguimos viendo señales preocupantes de escalada, incluyendo más soldados arribando a la frontera», manifestó tras reunirse con sus homólogos de India, Japón y Australia.

A la llamada de evacuación norteamericana se unió su principal aliado al otro lado de Atlántico. El Reino Unido también detecta señales de que las hostilidades podrían desencadenarse en cualquier momento y ha diseñado en las últimas horas un plan de evacuación para sus compatriotas residentes en Ucrania. «Temo por la seguridad de Europa en las circunstancias actuales», dijo Johnson durante una reunión virtual junto a otros líderes mundiales.

Luz amarilla en la UE
La Unión Europea todavía no ha encendido la luz roja, pero si ha pulsado el botón de la amarilla y da permiso al personal no esencial de la delegación comunitaria en Kiev para que abandone el país. Cada uno de los Veintisiete tendrán autonomía para decidir sobre la marcha de los compatriotas civiles. Holanda ya ha optado por ello. Fuera del Viejo Continente han seguido el mismo camino Israel y Corea del Sur.

A la toma de estas ‘precauciones’ ha contribuido el tono agresivo y poco diplomático que emplean en las últimas fechas los responsables ministeriales rusos tras reunirse en Moscú con sus respectivos homólogos occidentales. Todos regresaron a sus respectivos países con la sensación de que la crisis en Europa del Este, lejos de iniciar la solicitada desescalada, experimentaba un fuerte incremento de tensión.

Los precios del petróleo se disparan. El riesgo de una invasión ha disparado los precios del petróleo. El mercado cerró con el barril de Brent del mar del Norte para entrega en abril experimentando un aumentó 4,50% hasta los 95,52 dólares, su precio más alto desde septiembre de 2014. En Nueva York, el barril de West Texas Intermediate alcanzó 94,37 dólares.

La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Maria Zajárova, calificó incluso de «maleducada» e «irrespetuosa» la respuesta colectiva formulada por el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el responsable de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, a una batería de cartas que había enviado Lavrov a los ministros de Exteriores de 37 países con preguntas a título individual acerca de la seguridad en Europa del Este, un gesto que fue interpretado en la OTAN y la UE como un intento de sembrar la división.

La diplomacia no ha protagonizado ninguna conquista. No se han registrado ningún paso hacia adelante. Quedó patente durante la reunión a nivel de expertos del denominado Cuarteto de Normandía que tuvo lugar en Berlín el jueves. El viceministro de Exteriores ruso y representante en las conversaciones, Dmitri Kozak, abandonó la reunión destacando que se habían producido «cero» avances. El punto de fricción radica en el estatus de las autoridades prorrusas en las regiones rebeldes. Rusia insiste en que Ucrania establezca un diálogo con las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk.

Lo cierto es que el Kremlin, que ya mantenía más de 100.000 uniformados cerca de Ucrania, ha desplazado en las últimas horas más tropas a la región, unos cuatrocientos hombres, según desvelan imágenes de satélite obtenidas por una empresa privada de Estados Unidos. «Las cosas podrían volverse locas rápidamente», señaló el presidente, Joe Biden, a la cadena de televisión NBC News antes de mantener conversaciones telefónicas para discutir la crisis con los líderes de Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania, Polonia y Rumania, así como con los jefes de la OTAN y la UE.

Punto crítico
Biden asimismo se reunió con sus asesores de seguridad nacional en la Sala de Situación de la Casa Blanca durante la noche del jueves. Los altos funcionarios le manifestaron que la crisis podría estar llegando a un punto crítico con el endurecimiento de la retórica de Moscú, y el envío de seis buques de guerra al Mar Negro y más equipo militar a Bielorrusia.

Además el jefe del Estado Mayor General de Rusia, Valery Gerasimov, y el presidente del Estado Mayor Conjunto norteamericano, el general Mark Milley, sostuvieron infructuosas conversaciones telefónicas, según la agencia de noticias Interfax. Hablaron de seguridad internacional y Moscú volvió a negar que planee invadir Ucrania, aunque sí podría tomar medidas «técnico-militares» no especificadas. Este lenguaje críptico que recuerda a la Guerra Fría y a la época de la Unión Soviética es el que despierta sospechas.

El Correo