“La última vez que América fue admirada, respetada y temida —que son las tres llaves del poder— fue con George Herbert Walker Bush”. (Aaron David Miller, asesor de cinco presidentes)
Desde 2000, el dictador ruso, Vladimir Putin anunció sus intenciones de invadir a Ucrania. La versión la confirma la ex secretaria de Estado Norteamericano de la gestión de Bill Clinton, Madelein Albright (1997-2001), luego de su reunión de tres horas en el Kremlin, aquel 2 de febrero de ese año. Por eso sorpresas no hubo cuando inició su escalada aduciendo una “operación militar especial” para proteger a sus aliados étnicos en las regiones de Donestk y Lugansk.
La estrategia de Putin es volver a viejas prácticas imperialistas en un mundo diferente, por so su enemigo es la democracia que puede desnudar las debilidades de su régimen, dice el ex agente de la CIA, Daniel Hoffman (Infobae 25-02-2022). Busca incitar la división interna de los países objetivos, para luego enviar sus tropas a proteger a las poblaciones de origen ruso, una práctica nada novedadosa. En el siglo XX, luego de la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), utilizó el mismo argumento para entrar en 2008 en Georgia (Osetia del Sur y Abjasia) y Chechenia (1999). En Afganistán (1979) apoyaron a un gobierno comunista y fracasaron por la tenaz resistencia de los Mujahidin, apoyados por Estados Unidos de América (EUA), esta última experiencia puede repetirse.
Ni creativo, ni sorprendente. Al apoyar a los grupos separatistas de Crimea en 2014, ya el dictador (coloquen el nombre preciso por su violación constante a los fundamentos democráticos), no dejó dudas sobre sus intenciones en la antigua filial de la URSS. Conocida la invasión anunciada por los servicios secretos de EUA, se abren ciertas interrogantes relacionadas con las acciones de occidente para detenerla: ¿Serán suficientes las sanciones económicas a los dos principales bancos, la suspensión de Alemania del gasoducto Nord Stream y la deuda externa?
Obviamente las sanciones de EUA y la Unión Europea (UE) encarecerán las operaciones militares rusas si se prolongan más allá de las 48 horas que prevén durará la operación bélica. También es improbable que 190 mil soldados rusos y sus aliados de los territorios pro rusos puedan ocupar la totalidad de Ucrania, dice Richard N. Haass, presidente del Consejo Americano de Relaciones Exteriores (NY Times 24-02-2022).
Haass califica el acto como una vulneración flagrante del principio legal básico de que no se pueden cambiar las fronteras internacionales por la fuerza, y de que los países soberanos son libres de tomar sus propias decisiones. Explica que hay dos tipos de guerras: Por necesidad para proteger intereses nacionales vitales, y la fuerza militar es el último recurso, como la Segunda Guerra Mundial y la guerra del Golfo Pérsico de 1991; y las de elección que son aquellas que se llevan a cabo en ausencia de intereses nacionales vitales o a pesar de disponer de opciones que no conllevan el uso de la fuerza militar. A esta categoría corresponden los conflictos de Vietnam, Irak y, tras una limitada fase inicial, Afganistán.
Por otra parte, Albright resta sustento al alegato histórico sobre la necesaria adhesión de Ucrania a Rusia en función de restaurar la grandeza imperial, perdida con la caída de la URSS. “Putin está cometiendo un error histórico” (New York Times 23 de febrero de 2022), dice: “La condición de Estado de Ucrania era una ficción, La aseveración revisionista y absurda de que Ucrania fue “completamente creada por Rusia” y robada del Imperio ruso coincide con su cosmovisión distorsionada. En los más de 20 años que han pasado desde que nos reunimos, Putin ha establecido su trayectoria al abandonar el desarrollo democrático por el manual de Stalin. Él ha acumulado el poder político y económico al aplastar a sus potenciales competidores, mientras presiona para restablecer una esfera de dominio ruso en zonas de la antigua URSS. Como otras figuras autoritarias, equipara su bienestar con el de la nación y a la oposición con la traición. Está seguro de que en un mundo en el que todos mienten, no tiene la obligación de decir la verdad”.
En sus antecedentes esta región fue de confluencia entre las tribus nómadas eslavas que recorrían el este de Europa y el oeste de Asia. Sus pobladores desarrollaron los primeros indicios de urbanismo, usaron los metales y la rueda, domesticaron los caballos y al sur en la península de Crimea tuvieron contacto con la cultura griega. Se les conoció también como la tierra de los cosacos, guerreros y jinetes de gran prestigio, resultado de la alianza entre los lituanos y polacos.
Históricamente, Ucrania comienza su proceso de formación en 882 con el Rus de Kiev integrada por tribus eslavas. En 1349 el Reino de Rutenia se une con Lituania. En 1569 se forma la República de las Dos Naciones. En 1648 se forma la Ucrania Cosaca. En 1721 surge la República de las dos naciones y el Zarato Moscovita, la cual desaparece en 1772 y es absorbida por el imperio ruso generando un proceso de transculturización y desplazamiento obligado de su población. En 1917, Rusia anexó sus regiones del norte, este y la península de Crimea. Con José Stalin se inició un proceso de reunificación a sangre y fuego, asesinando entre 4 y 12 millones con la hambruna conocida como Holodomor (1932-1933). En 1994 se declaró república independiente. Sin embargo, su anhelada paz no llega. A partir de 2014, la ambición de Putin lo llevó a invadir la región de Crimea y se inicia la injerencia con el apoyo de las regiones de Donestk y Lugansk, una crisis que desembocó en la situación actual.
Según la analista, Yulia Latynina, (NY Times 28 de enero de 2022) a Putin le salió mal la jugada con Ucrania y era evidente que su intención de invadir era cierta; por eso la única manera de asegurar la paz es garantizar que, en un enfrentamiento militar, Putin jamás pueda ganar. Sobre este asunto, la ministra de Exteriores del Reino Unido, Liz Truss (DW 21-02-2022), advierte que el ataque ruso derivará en un conflicto prolongado con «pérdida de vidas» similar al que desencadenó la invasión soviética de Afganistán en 1979, y alerta que «el Kremlin no ha aprendido de las lecciones de la historia”.
La guerra popular prolongada, es una estrategia político-militar a largo plazo desarrollada por Mao Tsé-Tung. Se basa en el concepto de mantener el apoyo popular y atraer al enemigo al interior donde la población puede derrotarlo por medio de una mezcla de guerra móvil y de guerrillas, estas últimas formadas por la población y las fuerzas regulares (en el caso Ucrania) que atacarán la maquinaria invasora, usarán la propaganda como mecanismo de difusión, con el equilibrio estratégico ligado a la guerra de posición y expansión y crecimiento de los combatientes potenciarán los ataques sobre las fuerzas rusas.
Según esta teoría en la ofensiva estratégica, el combate convencional conducirá a la confrontación directa, a la toma de ciudades y la inestabilidad hasta controlar progresivamente el país. En el caso de Putin la solidaridad interna de los rusos a su causa no está garantizada y eso también puede debilitarlo.
En su obra De la guerra, Carl Von Clausewitz (1782-1830), la fundamenta en tres pilares: lo emocional reflejado en el odio, la fuerza natural (emoción violenta); el juego del azar y la probabilidad, el espíritu creativo; la subordinación al instrumento político. Ella es esencialmente política y racional porque define los objetivos y sus alcances. En operaciones prolongadas abarca la política, la economía, la tecnología, las características sociales y psicológicas de la tropa; además, involucra la suma de decisiones, acciones y reacciones en un contexto incierto y peligroso, agravado por una inteligencia imprecisa que en muchas ocasiones genera” nieblas” que dificultan la toma de decisiones en los niveles operativos.
Si desde 2000 occidente conocía las intenciones de Putin, la opinión pública se preguntará por qué ocurrió en 2014 la invasión de Crimea, o por qué la Otan y EUA no apoyaron a Ucrania, instalando tecnología de punta, dotándola de armas modernas, entrenaran con comandos especiales al ejército local y sus cuerpos de inteligencia para monitorear a los agresores y porque no instalaron tropas de combate en la frontera para retar a las fuerzas rusas.
Diseñar y aplicar una estrategia en el caso Ucrania es una tarea compleja. Al respecto, Clausewitz opina que ella requiere de un proceso dinámico y una filosofía de rejuvenecimiento constante, especialmente cuando el entorno es complejo y el riesgo es alto. Cuando se elimina el obstáculo y se consigue el objetivo político, terminará la guerra. Mientras no se elimine por completo el problema, la guerra tendrá que continuar hasta que se logre totalmente la meta.
En un teatro de guerra el tiempo y los recursos son claves para determinar la capacidad para mantener un conflicto prolongado. El contexto mundial está recuperándose del Covid chino, especialmente en materia de inflación, costos de transporte, producción industrial, el combustible, la demanda y oferta de productos, el empleo y la recuperación de la confianza, y ningún país solo podrá salir de esta situación. Más Rusia que tiene condiciones sociales agravadas por los índices de pobreza (superiores al 16% cerca de 20 millones), caída de la calidad de vida, una economía con características semi feudales, raquítica con un crecimiento bajo, burocrática y corrupta; poca inversión extranjera y privada, alta dependencia de la minería y los hidrocarburos, aislada por las sanciones de 2014 y alta necesidad de inversión en infraestructura (El País 26-06-2021).
La ventaja que tienen Rusia y China es que sus decisiones no las consultan con nadie. Con el apoyo anunciado el 27-01-2022, por el canciller chino, Wang Yi, argumentando la defensa de intereses de Moscú frente a la posibilidad del ingreso de Ucrania a la Otan, EUA y occidente deben cuidarse de la distracción de fuerzas en el tiempo y en el espacio, porque el gigante asiático actualmente amenaza con invadir a Taiwán. A pesar de la declaración de Putin a la ex secretaria de Estado en 2000, la tesis de Henry Kissinger de dividir la alianza entre el Kremlin y Pekín, debe retomarse; en esto coincide Haass cuando recomienda establecer una estrategia diplomática silente que toque el tema industrial y comercial.
En 1990, el catedrático de la Universidad de Harvard, Joseph Nye, refería a la transformación del poder mundial ya que “la principal fuente de poder en los asuntos internacionales puede encontrarse en persuadir a otras naciones que consideren como propios nuestros intereses. Advertía que a medida que se incrementa la complejidad política parece disminuir la capacidad de los estados más importantes para alcanzar sus metas. Multipolar es el adjetivo que mejor describe el mundo que ya despunta y varios teóricos sostienen que la flexibilidad de las alianzas relacionadas con el clásico equilibrio multipolar del poder constituirá una nueva fuente de estabilidad en la política mundial”. Los hechos cambiantes demostrarán quien tiene la razón, si las reflexiones de Nye o las garras llenas de sangre del oso ruso. Para Venezuela y Cuba, la declaración de sus dirigentes apoyando la invasión presagia un cambio peligroso en la visión de objetivo político al de objetivo Militar que sobre ellos tiene EUA.
@hdelgado10