Titule esta entrega “Cuando los hijos se van” al recordar el titulo de una película mexicana en su llamada época de oro, la cual verso sobre el trauma de una familia clásica y tradicional, donde los hijos se van entusiasmados por los ideales de la juventud de entonces. La realidad de nuestros familias es muy diferente, más dura, nos encontramos viviendo un proceso para el cual no fuimos preparados y nunca creímos que podríamos enfrentar; la migración, la diáspora o el éxodo de nuestros hijos hacia otras latitudes en la búsqueda de un mejor destino para ellos y sus familias, destino que les fue negado por su país, que en otrora fuese el más rico y prometedor de América Latina.
Los venezolanos fuimos criados en el seno de una familia, algunas matriarcales y otras patriarcales, mucho más frecuente la primera que la segunda, pero familia al fin de cuentas. Una vez crecidos y aptos para una vida independiente donde forjamos nuestras propias familias, seguimos atados a nuestros padres y ellos todavía más a nosotros. Cualquier filósofo del arte de la libertad, podría calificar el sistema de patológico, por aquello del no rompimiento del “Cordón umbilical”, pero al “diablo” con ello, ese sistema familiar nos proporciono mucha felicidad, incrementada con una tercera generación representada por nuestros hijos, y en algunos casos, con mucha suerte, una cuarta generación. Pasamos el transcurso de nuestras vidas viéndonos, compartiendo y amándonos casi todos los días y en el peor de los casos, los fines de semana con ese tradicional súper almuerzo de los domingos. Así que entre abuelos, padres e hijos conformamos una superestructura familiar propia de nuestra cultura latinoamericana.
En todo caso, la ruptura del “Cordón umbilical” no represento trauma alguno para nuestros hogares, no obstante, hemos tenido que padecer una situación verdaderamente mas difícil, un caso especial del “Síndrome del nido vacío”, y digo especial, ya que en su forma original este síndrome consiste en una sensación general de soledad que los padres experimentan cuando uno o más de sus hijos abandonan el hogar, siendo más común en las mujeres que en los hombres, pero en nuestra situación, estriba en una profunda soledad con desesperanza, debido a la lejanía que a un número considerable de familias les resulta difícil de sortear.
Para algunas personas, la soledad se mitiga con recuerdos físicos, para otras una foto podría ser dolorosa y prefieren evitar estos objetos. Pero en definitiva, lo científicamente correcto, es aceptar y superar la soledad para seguir adelante con nuestras vidas, tal como ha sucedido en diferentes sociedades que por efectos de crisis y guerras, muchas familias se separaron y se diseminaron por el mundo y algunas veces nunca volvieron a reencontrarse. En mi caso, y me disculpo por personalizar este articulo, la superación de la soledad ha sido difícil, no por las pertenencias que mis hijos dejaron en la casa, se trata de recuerdos sensoriales, el “olor de mis hijos“, que todavía lo percibo en el momento crítico cuando subo a limpiar las que fueron sus habitaciones, en ese instante entro en un momento dramático y confuso entre el pasado, presente y futuro, el tiempo retrocede al recordar todo lo que fue, contrasta con el presente al sentir la soledad y se conjuga con el futuro, al visualizar lo que pudo haber sido el estar con ellos y con sus hijos, pero sigo adelante con la limpieza en la esperanza que el proceso no elimine los olores, que a pesar de ser dolorosa la sensación, me hace sentir cerca de ellos.
Una vez superada la crisis y recuperada nuestra democracia, quizás regrese la mitad de los que se fueron, la otra se quedara porque sentaron raíces y seguirán con sus nuevas vidas. Así que debemos entender que el proceso no es totalmente reversible, al menos que realicemos un extraordinario trabajo de reconstrucción del país y se genere la mayor riqueza en función de las potencialidades que aun existen, solo así regresaría un mayor porcentaje de venezolanos a sus hogares.
Alberto Barboza
Coach Gerencial en liderazgo, planificación y productividad
Mail: [email protected]
TW: @Abarboza192