Muchas personas tenían grandes esperanzas cuando Joe Biden asumió como el 46° presidente de Estados Unidos, el 20 de enero de 2021. Pocas semanas antes, cientos de radicales simpatizantes de su rival en las elecciones, el entonces presidente Donald Trump, atacaron el Capitolio, símbolo nacional de la democracia, lo que mostraba la polarización del país que heredó Biden. Una de sus principales promesas era unir a la nación.
En su discurso inaugural, enfatizó que deseaba liderar un nuevo comienzo y «actuar rápida y vigorosamente», porque «hay mucho que reparar, mucho que restaurar, mucho que sanar».
81 millones de personas votaron por Biden, más que todos los presidentes que lo precedieron. También obtuvo una escasa mayoría en el Congreso. Y sin embargo, a un año de haber asumido, el glamur de los primeros días parece haberse diluido. La inflación sube, la pandemia está fuera de control y las encuestas muestran un constante declive en el respaldo al mandatario.
«Yo creo que la palabra más amable que se puede decir del primer año de Biden como presidente es ‘decepcionante'», opina el columnista de New York Times Bret Stephens, conservador, pero crítico de Trump. Biden ha tomado malas decisiones políticas, como, por ejemplo, la retirada de Afganistán. Desde el punto de vista de Stephens, esto afectó la reputación del mandatario en el Congreso y, en última instancia, su credibilidad como líder de una potencia mundial.
El legado de Trump: un montón de escombros
La pérdida de respaldo no se debe solo a errores políticos, dice Virginia Sapiro, profesora emérita de Ciencias Políticas en la Universidad de Boston. Biden asumió el cargo en tiempos particularmente problemáticos, estima. «Posiblemente debió enfrentar los momentos más difíciles para un presidente desde Rooselvelt, que tomó el mando en medio de una profunda depresión económica».
La mala situación económica del país, la pandemia y un Partido Republicano en el que los miembros más influyentes siguen diciendo que Biden le robó la elección a Trump, suman para generar lo que Sapiro llama «un enorme montón de escombros que deben limpiarse antes de poder hacer algo». Otra razón que podría explicar el decreciente apoyo a Biden es que muchos republicanos moderados votaron por él porque no querían apoyar a Trump. Ellos, empero, siguen siendo conservadores.
Política exterior fallida, sociedad dividida
Pero no todo ha sido malo en el primero año de gobierno de Biden. Ya en marzo logró un paquete de ayuda covid-19 por 1,9 billones de dólares, que brindó apoyo financiero a familias particularmente afectadas por la pandemia. Biden obtuvo otra victoria a fin de año, al lograr el respaldo de los republicanos para un plan de infraestructura por 1,2 billones de dólares.
Sin embargo, en medio sucedió lo que, para muchos, es el mayor error de Biden: la retirada de las tropas de Estados Unidos de Afganistán. Como consecuencia, los talibanes tomaron el control del país con aplastante velocidad y lideraron un enorme retroceso en los derechos humanos en el país, especialmente en lo concerniente a los derechos de las mujeres.
Seth G. Jones, vicepresidente del Center for Strategic and International Studies, critica la falta de preparación en la salida de las tropas. «Tanto la forma como el fondo hicieron ver a Estados Unidos como torpe, incompetente y, en definitiva, débil», estima. El daño a la imagen de Estados Unidos es devastador, dice Jones. Muchos países se preguntan ahora si Estados Unidos es realmente un socio confiable.
Hasta el momento, Biden tampoco ha podido cumplir su promesa de unir al país. Las encuestas muestran que, para el 40 por ciento de la población, él no es el presidente legítimo del país. Esto muestra la profunda división de la sociedad estadounidense.
El mandatario apenas ha podido mover su agenda legislativa, a menudo torpedeada por los republicanos. Entre sus mayores derrotas se encuentra la ley «Build Back Better», un polémico plan de inversión para el cuidado de niños, la educación y la protección del clima, que contenía varias de sus promesas de campaña. Sus esfuerzos también fallaron en su proyecto para reformar a la Policía, porque las partes no pudieron ponerse de acuerdo sobre la inmunidad de los agentes.
¿Quién viene después de Biden?
El año 2021 no fue un año fácil para Joe Biden, pero los próximos tres años no serán más sencillos. Entre sus desafíos en política exterior se encuentra la acumulación de fuerzas de China en el Pacífico, la inestabilidad en Medio Oriente y la amenazante presencia de Rusia en la frontera ucraniana. Para recuperar su credibilidad, el gobierno debería «mostrar coraje y tomar medidas serias contra Rusia, China o Irán», dice Seth G. Jones. Hasta ahora «se habla mucho y se actúa poco».
A nivel interno, este año también es decisivo, porque Biden podría perder su escuálida mayoría en el Senado tras las elecciones intermedias de noviembre. Esto haría más difícil para el mandatario sacar adelante los paquetes de medidas que sigue teniendo en carpeta: posiblemente busque aprobar una versión reducida de la ley «Build Back Better» y una reforma electoral.
Otra pregunta que está en el aire es si Biden se volverá a postular al cargo. Lo más probable es que no, eso es un secreto a voces en Washington D.C., dice Bret Stephens.
La edad del presidente juega un rol importante en esta decisión. Con 78 años, en 2020 se convirtió en el mandatario electo de mayor edad, y para las elecciones de 2024 tendrá ya 82 años. Por ello, Stephens piensa que Biden debería concentrarse en los grandes desafíos del país y el Partido Demócrata tendría que buscar un candidato que dispute la presidencia en 2024. Porque los republicanos, dice Stephens convencido, serán unos contrincantes poderosos en las próximas elecciones.
DW