Hugo Delgado: El rezago democrático

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La sentencia estaba hecha desde 2018. Era poco probable que la tendencia derechista liderada por José Antonio Kast (44,13%) lograra la victoria en las elecciones presidenciales de  (19-12-2021). La victoria del izquierdista, Gabriel Boric (55,89%), asesorado por los mismos corruptos españoles de Podemos, financiados por el chavismo, abre interrogantes sobre sus posibilidades de manejar la violenta crisis orquestada internamente con los aliados del Foro de Sao Pablo.

Solo el tiempo dirá quién tiene la razón, si los gobernantes chilenos que impulsaron la democracia liberal o los ibéricos que ayudaron a hundir a Venezuela en su peor crisis. La estrategia de Podemos (ya aceptada por el propio Boric) tiene el objetivo claro de llevar a la sociedad al comunismo disfrazado de socialismo, que aprovecha las bondades de la democracia  para eternizarse en el poder tal como sucede en Venezuela, Nicaragua, Bolivia y lo pretendió Rafael Correa en Ecuador,  exacerbando el revisionismo y el resentimiento.

El editor argentino, Diego Fonseca  (NY Times 20-09-2021) escribió: “El siglo XX y las dos décadas del actual han dado suficiente evidencia: salvo excepciones, la izquierda latinoamericana no ha sido democrática sino autoritaria. La amplia mayoría de la izquierda jamás se preparó para gobernar, apenas para llegar al poder. No ha generado propuestas de crecimiento, solo de redistribución de la pobreza. No piensan el futuro desde el presente, vive pertrechada en un pasado rancio, encerrada en dogmas desde los que pontifica con superioridad moral. Cuando debió demostrar de qué estaba hecha, en los primeros veinte años del siglo XXI, mientras gobernaba buena parte de la región, probó que gusta de los gobiernos fuertes, descree de los acuerdos y no tiene imaginación cuando se queda sin dinero.

Leandro Rodríguez (El Nuevo Herald 18 agosto 2021) agrega  que “lo trágico de todo esto fueron los hechos de corrupción que a través de esa cofradía internacional se gestaron, como los “Panamá Papers” y “Odebrecht”, además del espíritu retencionista de poder que animó a estos presidentes a modificar sus constituciones nacionales para intentar perpetuarse malignamente en el poder y mellar la democracia”.

Olvidando la advertencia de Steven Lewinsky de la Universidad de Harvard (BBC Mundo 8-04-2021) sobre la amenaza que representan  ciertos personajes que irrespetan  la institucionalidad y a sus rivales para destruir la democracia desde su interior, en Venezuela ocurrió que una inmadura sociedad ayudó a sepultar a los partidos Acción Democrática (AD) y Copei, que  desde la instauración de la democracia  en 1958 se alternaron en el poder, pero cuya práctica y la riqueza petrolera propiciaron su corrupción y abusos del poder, la receta para contrarrestar el deterioro fue optar por el comunista disfrazado, Hugo Chávez. Las consecuencias están a la vista ¿Ocurrirá lo mismo con el inexperto Boric? El tiempo lo dirá.

Pero el problema de la democracia Latinoamericana responde a una enfermedad universal. O es que acaso los presagios de Platón en su obra La República se está dando y quienes tomaron aquellas ideas de esa organización política y social griega, no han logrado entender sus advertencias para construir nuevas propuestas y revertir el daño que causa la obsesión por el poder, la mediocridad, la corrupción y la autocracia.

En un trabajo de Andrea Greppi  (DW 11 de junio de 2021), el profesor de filosofía del derecho de la Universidad Carlos III de Madrid, aseguró que el futuro de la democracia es el gran desafío porque el abstencionismo electoral, partidos desacreditados, pérdida de confianza en las instituciones y el  populismo, afectan la afectan. «Si una determinada forma de democracia fue la gran conquista política del siglo XX, ahora, en el siglo XXI, estamos aprendiendo que la conquista democrática es reversible”. Asoma como opciones positivas el incremento de la educación, la capacidad de comunicación de la sociedad y la lucha por  la igualdad.

A las apreciaciones de Greppi, se añaden las explicaciones expuestas por José Luis Cebrián (El País 19-11-2018): “la democracia está a punto de perecer en varios países por culpa de la democracia misma: su corrupción, el deterioro de sus instituciones, la mediocridad de sus líderes, el cortoplacismo impuesto por los objetivos electorales y el creciente menosprecio de los derechos y libertades individuales como clave de arco del sistema en beneficio de los llamados derechos colectivos. La democracia necesita más democracia. Hablamos de un sistema no tan complejo en su diseño. Se trata de garantizar igualdad de derechos entre los ciudadanos, sin discriminación de sexo, etnia religión o ideología; elecciones periódicas con votaciones libres y secretas; separación de los tres poderes clásicos y rendición periódica de cuentas. Para ello es perentoria una opinión pública informada”.

Es decir, como lo afirma el ex vicepresidente de Estados Unidos de América (EUA), Al Gore, hay que defender los pilares de la democracia protegiendo con todas las herramientas políticas y sociales, la libertad de ideas y la verdad, como fuentes morales para establecer las prácticas justas. Estos dos aliados, advierten también Cebrián y Youval  Noha Harari  (El País 6 enero 2019) están amenazados por las redes sociales y el Internet ahora utilizados para divulgar la información falsa.

Harari advierte que La democracia liberal se enfrenta a una doble crisis: el autoritarismo y los descubrimientos científicos y desarrollos tecnológicos que afectan  la libertad humana. “Ha logrado sobrevivir, desde hace siglos, a numerosos demagogos y autócratas que han intentado estrangular la libertad desde fuera. Pero ha tenido escasa experiencia con tecnologías capaces de corroer la libertad humana desde dentro. Ha desarrollado un impresionante arsenal de argumentos e instituciones para defender las libertades individuales contra ataques externos de gobiernos represores y religiones intolerantes, pero no está preparado para una situación en la que la libertad individual se socava desde dentro y en la que, de hecho, los conceptos “libertad” e “individual” ya no tienen mucho sentido. Para sobrevivir y prosperar en el siglo XXI, necesitamos dejar atrás la ingenua visión de los seres humanos como individuos libres”. 

Pierre Rosanvallon (BBCMundo 13-11-2020) considera que “existe una fatiga democrática”, reflejada en el agotamiento de la política y su capacidad de acción, dando la posibilidad de surgir tendencias populistas que están satisfaciendo las aspiraciones a la sociedad, en materia de representación  y de tratamiento de injusticias sociales. El catedrático muestra la faceta positiva de este modelo y rechaza la explicación superficial, apuntando que al no responder la democracia liberal  surgen este tipo de opciones. Sin instituciones democráticas vivas existe el riesgo de que los ciudadanos se cansen de ese modelo y consientan su desaparición”.

Michael Sandel de la Universidad de Harvard (El País  13-10-2018) considera que la democracia debe humanizar los mercados, reconciliando  el sistema de valores cívicos para reducir la desigualdad y la ira, aumentado el poder de sus ciudadanos y evitando los daños al sistema. Mientras que Max Fisher (NY Times 18-11-2021) señala que “las penurias de la democracia, una tendencia característica de la era actual, sugieren que gran parte del retroceso democrático del mundo no es impuesto por las potencias extranjeras, sino que es una podredumbre que está creciendo dentro de la red de alianzas más poderosa, vinculada al atractivo de Estados Unidos como modelo de régimen. Cuando una de esas cosas decae, hará decaer la otra”.

@hdelgado10