Recorrer los espacios urbanos de Maracaibo, negados a morir por la aplastante influencia del modernismo urbano, con sus moles de concreto y negras líneas viales facilitadoras de la movilidad de su gente, es escudriñar en su historia para encontrar los colores de sus casas tradicionales renuentes a fenecer, ante la envestida de la voraz humanidad.
En los países refugiados en su historia, su gastronomía, su vestimenta, en la forma arquitectónica y el colorido de sus viviendas y edificaciones, el atractivo turístico y académico se hacen irresistibles, en un mundo afanado por explorar nuevas experiencias relajantes y conocer las raíces de los distintos pueblos del mundo.
Esa esencia humana todavía ocupa los rincones de la Maracaibo tradicional, la de casas coloridas, estrechas, con paredes de 3 metros de altura, techos refrescantes, de ventanas alargadas y sobresalientes. Destacan en Santa Lucía (El Empedrao), la Plaza Baralt, la Basílica de la Chiquinquirá, Valle Frío, Veritas o Belloso.
Es la expresión captada por un eterno enamorado de la fotografía trascendente, Gustavo Bauer Grimán, en la serie “Maracaibo vestida de colores”, legada a los enamorados de la cultura hispanoamericana. Disfrútenlas.
Hugo Delgado/ @hdelgado10