Ángel Lombardi: Los llaneros en la independencia: ¿Paladines, libertarios o fascinerosos?

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Es recurrente encontrarnos entre los apologistas de nuestra Independencia la supuesta mención que hizo Morillo en tono de admiración sobre los bravos llaneros de Venezuela: “dadme 10.000 soldados llaneros y toda Europa estará bajo los pies de Su Majestad”, algo así más o menos. ¿Invento o realidad? Ya hay veces que no sabemos distinguir esto como historiadores curtidos en muchas batallas contra el olvido y los discrepantes testimonios. Lo cierto del caso es que más parece un recurso exculpatorio del general Morillo por ser incapaz de derrotar a los llaneros en sus inmensas estepas. Otro testimonio los llamó los: “cosacos de América”. Lo cierto del caso es que los llaneros fueron apropiados por la mitología de los vencedores, obviando, que esos mismos llaneros con Boves y otros cabecillas pulverizaron la llamada Segunda República en el año 1814.

            Hacemos estas reflexiones a partir de un interesante trabajo de Miquel Izard que lleva por nombre: “Libertarios, patriotas y embaucadores. Venezuela los llaneros y la Independencia” de reciente publicación. Izard, un tanto anti-académico, no se va por las ramas y siempre ha reivindicado el protagonismo de los marginales en la Historia de Venezuela: llaneros, negros, esclavos, indios, pardos y demás. De hecho, su tesis es interesante al señalar que tanto en la Colonia como en la República los únicos con derechos consagrados y dueños de la legalidad eran los herederos de los conquistadores, es decir, el sector blanco criollo pudiente. El resto no pasaba de ser sub-humanos con “calificativos penales, cuatreros, bandidos o forajidos”.

            La Venezuela “legal”, la de los propietarios y comerciantes, ubicados en la franja norte costero no tenía nada que ver con la Venezuela del sur, que Izard, denomina: cimarrona. Por eso Bolívar, un citadino rico y caraqueño sólo entendió acerca de la Venezuela del norte y paradójicamente para terminar venciendo se tuvo que aliar con la Venezuela del sur, y esto lo hizo a regañadientes, sólo por realismo político.

            De hecho las partidas llaneras nunca le fueron adeptas al Libertador sino a sus más díscolos aliados como el mismo Páez. Y esto cuando Boves salió del escenario en Úrica a finales de 1814. Y Morillo, que no sabía nada de la sociología de ese entonces, en vez de mantener a la “multitud promiscual” a su lado lo que hizo fue espantarla creyendo que con su ejército de veteranos haría un desfile militar y todos volverían al redil de la Monarquía.

            Pocos entendieron que los llaneros y la Venezuela cimarrona pelearon su propia guerra. La única «libertad» que querían los llaneros, antes, durante y después de la Independencia: es que los dejaran en paz. Les daba igual pelear al lado de los realistas, patriotas o marcianos. Lo mismo aplica para los indios, negros y pardos. Los llaneros no pelaron a favor de Boves o de Páez y Bolívar: pelearon su propia «guerra» como un grupo social marginal y perseguido tanto en la colonia como en la nueva nación republicana. Les pasó lo mismo que a los indígenas y negros: libres y ciudadanos sólo en el papel y dentro de la nueva mitología patriótica inventada por los vencedores.

            Y si somos justos: los ciudadanos de las nuevas repúblicas quedaron reducidos a los caudillos y la nueva plutocracia que se formó. El Pueblo «que ganó» sólo fue otro instrumento de manipulación ideológica, de la misma forma que los llaneros. Y esto es un asunto aún no resuelto en el presente. De hecho, tenemos un populismo histórico que bebe en ésta laberíntica fuente y es uno de los principales nudos para asumir la modernidad política.

            Los llaneros, tan exaltados por nuestra Historia Patria, no pasaron de ser bandoleros, que refugiados en las profundidades de los llanos le huían a las leyes coloniales y republicanas. Sus «hazañas» no fueron más que saqueos e hizo que el status quo les temiese. Esta «otra historia» causará ruido en la mayoría de las mentes bien adoctrinadas de los venezolanos con la épica de la Independencia. Esto que les hace «ruido» es más cercano a la realidad que toda la mitología del «centauro de los llanos» y sus afanes libertarios.

            De acuerdo a los testigos de la época los llaneros eran buenos o malos dependiendo del bando en que estaban. Si Boves los mandaba eran buenos para los realistas y malos para los patriotas. Y si Páez los mandaba eran muy malos para Morillo y los realistas. La única causa real para pelear por parte de los llaneros era el saqueo y el botín. Todos fueron analfabetos y no tuvieron la menor idea de lo que significaba la monarquía o la república. Su única causa era su propio interés material como medio de sobrevivencia.

            Morillo fue invencible en la franja costera norte: nadie le pudo vencer y tomarle la capital: Caracas. Bolívar, resignado, tuvo que asaltar la Nueva Granada para hacerle un rodeo en 1819. Con los adecuados refuerzos el realismo se pudo haber mantenido por muchos años más. Aunque está claro que Morillo, luego de la decisiva batalla de Semen en 1818 nunca pudo recuperar el sur y se resignó a una “guerra de trincheras” acantonado en el piedemonte de la cordillera central.

            En fin, los llaneros fueron una guerrilla efectiva como insubordinada. Un grupo de soldados sin ningún adiestramiento militar formal aunque mimetizados con el medio geográfico. Invencibles en la llanura aunque vulnerables en los pie de montes y cumbres. En realidad nunca lucharon por la «libertad» sino por un botín.

Dr. Ángel Rafael Lombardi Boscán

Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia

@LOMBARDIBOSCAN