Ender Arenas: Causas sin rebeldes.

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People scavenge for food in the streets of Caracas on February 22, 2017. Venezuelan President Nicolas Maduro is resisting opposition efforts to hold a vote on removing him from office. The opposition blames him for an economic crisis that has caused food shortages. / AFP PHOTO / Federico PARRA (Photo credit should read FEDERICO PARRA/AFP/Getty Images)

Venezuela se ha transformado bajo los 20 y tantos años de dictadura. Cuestiones nacionales y sociales que habían sido resueltas por la democracia, la llegada del chavismo con la promesa de resolver lo que quedaba por resolver, lejos de hacerlo los agravó y los ha agravado hasta tal punto que su gestión de gobierno ha arruinado al país.

20 años que no son un paréntesis y, en consecuencia, hoy, no podemos referir formas anteriores.

Hay así una profunda crisis en el país diagnosticada por todos los actores significativos de la sociedad y vivida objetiva y subjetivamente por todos los venezolanos, incluyendo a aquellos que masivamente optaron por la decisión de poner al país en manos de la elite que hoy gobierna al país y que perfectamente pueden ser calificados como los verdugos de la inteligencia, de la eficiencia y del buen gobierno.

 Es bueno decir que no solo la democracia entró en una crisis que no pudo ser manejada con eficiencia por los actores democráticos, sino la dictadura chavista-madurista, también, está en crisis.

Todo el país con cerca de seis millones de venezolanos que ha salido del país evidencia la naturaleza de esa crisis. No hay sector que no la sufra. Sus datos son de una dimensión catastrófica:  la pobreza por encima del 90% y la pobreza extrema del 76%, con solo un 37% de la población que trabaja, la infraestructura en el suelo y los servicios públicos quebrados sin excepción, algunos de manera dramática: la salud y la educación.

Pero, en mi opinión, lo peor de la crisis que sufre el país es la emergencia de una nueva sensibilidad, produciéndose una dinámica, que afecta a la oposición, especialmente, que ha leído de manera inexacta e incorrecta la realidad que la dictadura ha construido.

Esta nueva sensibilidad se expresa sobre todo en los jóvenes que no se siente interpelada por el liderazgo democrático y vive un sentimiento de «desilusión y derrota». Se ha producido en el sector joven del país un desvanecimiento de los afectos y el, consecuente, enfriamiento de las emociones: desconexión con la política, como muy bien afirma Pedro Luis España.

Solo la mitad de los encuestados por la UCAB afirmó que la democracia es el sistema político preferible, mientras que el 28% cree que da lo mismo que el régimen sea democrático o autoritario. Apenas un tercio de la juventud tiene confianza en partidos políticos, se puede leer en la encuesta.

La afirmación de España es tremenda cuando afirma que «La democracia, como sistema político para los jóvenes, está en baja».

Esta crisis de los nuevos estados de ánimo, también los vive el chavismo, pero ellos se mantienen gobernando aun siendo minoría por la fuerza de los aparatos autoritarios de poder.

Asi que el país vive un doble desencanto: desencanto hacia la democracia y desencanto hacia el chavismo. Solo que el chavismo se ha constituido en nuestro destino trágico al final del siglo XX y comienzos del siglo XXI.

Quizás si entendiéramos su naturaleza de movimiento que alguna vez fue masivo, que expresa un nacionalismo ramplón, de espíritu seudo revolucionario y exmoderno y, si superáramos la “cultura de la militancia”, será posible construir un nuevo “sentido de orden” que llene una nueva institucionalidad democrática.

@enderarenas