La libertad es lo único que no se puede tener si no se está dispuesto a darla a los demás”. Juan Miguel Ávalos
El café está servido pero si no termina de saberse si votamos o no en las elecciones del 21N, seguro que esta bebida nacional seguirá enfriándose y el desasosiego,agonía y desesperanza seguirá arruinándole la vida a la mayoría de los venezolanos cansados de llevar sobre sus hombros el peso de una crisis nunca vista en 200 años de vida republicana que ha originado que la Revolución del Siglo XXI cumpliera con su promesa de eliminar la pobreza y su fracaso gerencial nos ha llevado a la vuelta de dos décadas a ser un país rico en pobreza extrema, donde además lo que comenzó con un “por ahora” borró del mapa a la llamada clase media, cuando éramos felices y no lo sabíamos y la renta petrolera nos permitía llevarnos a la boca los tres golpes diarios pero hoy cuando “ahora el petróleo es de todos” el hambre y la miseria crecieron como la espuma del mar en la inmensa mayoría de los hogares de la patria de Bolívar.
La fecha es el 21 de noviembre cuando el CNE ha convocado a los venezolanos a renovar o cambiar el mandato de gobernadores, alcaldes, concejales y diputados regionales. Eso ya lo sabemos, pero lo desconocido, aún sin definirse y que crea expectativas, es saber si la oposición mayoritaria participará o no en el proceso electoral mientras siguen por estos días deshojando la margarita en consultas, discusiones y deliberaciones, —dentro y fuera del país—, cuando la realidad es que la crisis del día a día sigue golpeando, castigando y maltratando a millones de compatriotas sin filiación política, otros que militan en organizaciones democráticas y aquellos militantes que usando atuendos y discursos rojos rojitos, igual están comiéndose un cable ya que el sueldo o salario que ganan o el dinero extra que le ingresa a uno, dos o tres integrantes de la familia matando tigritos, ni siquiera les alcanza para medio llenar la nevera donde lo que abundan son botellas y envases full de agua para rodar el hambre cuando el estómago apremia pidiendo la ración energizante del organismo, muy a pesar de ser una nación donde el jefe de Miraflores dice ser “un presidente obrero”. A esa ecuación social hay que sumarle la pérdida de fuentes de trabajo por el cierre de empresas a lo largo de estos años por incoherentes y desatinadas políticas económicas que el gobierno revolucionario ha adelantado, llevándonos a todos de fracaso en fracaso y que muy pronto podría ser verificado otro mas con el inminente anuncio de una nueva reconversión monetaria, ya que nuestro signo monetario está tan saturado de ceros que ya rebasaron la capacidad contable de los registros tecnológicos en empresas y en distintas actividades del proceso económico. Digno de ingresar al libro de los récords Guinness que no es cualquier cosa. A estas alturas del proceso revolucionario el llamado “Bolívar Soberano” ya no sirve ni para comprar caramelos. Todo este pandemónium está complementado con la llegada y permanencia del Covid-19 que vino a hacernos más amarga la vida a los herederos de Bolívar.
Esto es lo que hay en la Venezuela que recién cumple 210 años del acto patriótico de la firma del Acta de la Independencia que lideraron nuestros próceres y que hoy la nación sucumbe agotada, maltratada y vuelta nada por el fracaso de la Revolución Bonita que llegó al poder por la vía electoral, pero hoy el camino a elecciones transparentes, libres, sin uso y abuso de los recursos del Estado y en igualdad de condiciones no ha sido el más fácil. Esto a muchos ha llevado a radicalizarse en sus posiciones y a no creer en el proceso pautado para el 21N. Razones sobran por experiencias de un pasado aún muy fresco, pero más allá del escepticismo hay que ser optimista más allá de la duda, sospecha o desconfianza. Otra realidad es que discursos ácidos y contrarios a votar han servido de carta de presentación a radicales extremistas y, conscientes o no, desde hace rato pisan otra conchita de mango que dejó caer el gobierno en el camino. Ha sido una estrategia de “divide y vencerás” que le ha funcionado de lo mejor al gobierno. Decir que el gobierno es malo, mentiroso, embustero y tolerante con la corrupción ya lo sabemos.
El problema es que estos sectores opositores, —extremadamente radicalizados— han estancado su evolución y han permanecido solo expresando y repitiendo como loros que no hay garantías y que las elecciones están viciadas. Sin embargo, los venezolanos no vemos aportes, propuestas o mejores ideas contra las que siempre critican de otros opositores. En pocas palabras algunos siguen soñando en aventuras distintas al voto y en seguir reforzando el dicho que _ni lavan ni prestan la batea_ cuando siguen el libreto que les filtró el gobierno de despotricar, dividir y seguir separando el esfuerzo unitario de un objetivo en común. Además, según este criterio, los venezolanos debemos seguir de brazos cruzados viendo pasar el agua por debajo del puente y sólo leer su furia como guerreros del teclado, pero disparando cual sobresalientes francotiradores contra la misma dirigencia ubicada en la acera que ellos transitan y que busca una salida a la crisis.
De todas maneras debe saberse que con o sin unidad verdadera de la oposición el 21N las elecciones irán contra viento y marea. No importa si la oposición democrática unifica o no a todas las fuerzas dispersas hasta hoy, algo que no pasó en 2015 cuando arrasó en la Asamblea Nacional o que países amigos que abogan por una salida electoral dicen esto o aquello, porque la otra “oposición” que analistas han identificado como “alacranes”, “doble cara”, cercanos y panas del gobierno, harán lo propio en darle legitimidad a un proceso electoral que en condiciones normales permitiría que los candidatos de uno y otro lado suban al ring en igualdad de condiciones y no que uno de los boxeadores vaya en desventaja con los brazos amarrados en la espalda. Lo cierto, verdadero y lo que está a la vista es una nación angustiada, sufrida y en permanente zozobra que espera que si su dirigencia no asume su papel serio y responsables de llamarse líderes —conectando cerebro, corazón y lengua—, será de ustedes, única y exclusivamente, la responsabilidad de “votar” o “botar” el juego como en 2005, cuando la oposición prefirió no votar y entregar la Asamblea Nacional a la Revolución y a sus aliados. Ahora, otra vez se trata de ganar o perder. Contrariamente la gente del gobierno en su proceso electoral del 27 de junio —no excento de presuntas irregularidades denunciadas por muchos— si algo demostró es que la disciplina partidista trasciende a sus dirigentes circunstanciales.
Algunos no favorecidos en las primeras denunciaron presuntos abusos, persecuciones, maletinazos y otros desaguisados que “justificaban” adelantar impugnaciones, pero al poco tiempo las mismas redes sociales y medios de comunicación que reseñaron las denuncias informaban que las alarmas provenientes de Caracas, Miranda, Zulia y otras regiones recogieron discursos acusatorios y anunciaron apegarse a lo que ordena el reglamento electoral del Psuv, dejándose ver que donde manda capitán no manda marinero, ni general y coronel tampoco y disciplinadamente —de la boca para adentro—aceptaron la derrota a sus aspiraciones.
José Aranguibel Carrasco