Nicolás Maduro no quiere que votemos. Toda la estrategia de este dictador de muy malas mañas, está basada en promover una pavorosa abstención en las elecciones del 21-N.
La razón no es otra que se trata del único escenario favorable para que sus candidatos en las elecciones regionales puedan ganar.
Utilizando un dicho popular: A Maduro no lo quieren ni en su casa. La casi totalidad del pueblo venezolano rechaza a Nicolás Maduro y en consecuencia, a su gobierno por su desastroso desempeño como presidente.
Lo culpan del hambre que está pasando un 80 por ciento del pueblo y del colapso del país. La gente no se come el cuento del imperio y de la derecha asociada con el gobierno colombiano a quienes quiere endosar su incapacidad para gobernar.
Es el, y punto. Sus candidatos a las elecciones regionales, la mayoría repitiendo, llevan el peso muerto de Maduro en sus hombros y en su mayoría tienen una pésima gestión gubernamental o municipal.
Sí la oposición se une monolíticamente y el pueblo venezolano sale a votar masivamente el 21 de noviembre, este cronista pone en duda que los candidatos de Nicolás puedan ganar una sola gobernación y una sola Alcaldía.
Sería una derrota más humillante que la sufrida por el régimen en las elecciones parlamentarias del 2015 cuando la oposición obtuvo las dos terceras partes de los escaños de la Asamblea Nacional, triunfo que fue burlado por el régimen con el contubernio del arrodillado TSJ para validar esa asonada contra la decisión del pueblo venezolano.
El cuadro que presenta Venezuela luego de estos años de lamentable gestión de Nicolás es dramático. Siete años continuos de decrecimiento económico , hiperinflación que convierte los sueldos en migajas (dos dólares) que no alcanzan ni para un precario desayuno familiar, la mayor parte del país sin servicio de agua potable y con apagones y racionamiento eléctrico, los hospitales abandonados y colapsados en tiempos de pandemia. En fin, un cuadro nada alentador para el régimen y sus candidatos.
Es de este convencimiento que tienen en el régimen que serán derrotados apabullantemente en unas elecciones concurridas por el pueblo , aún sin garantías de pulcritud, que ha llevado a Nicolás a darle una patada de burro a la mesa que estaban preparando para negociar en el mes de agosto en Ciudad de México, ordenando la ilegal detención de Freddy Guevara y otros dirigentes opositores, así como los atropellos contra el Presidente interino Juan Guaido, reconocido por los Estados Unidos, la Unión Europea y la mayoría de los países democráticos del continente.
Con ello quieren sembrar en los electores la matriz de opinión sobre un gran fraude que de ninguna manera podrán cometer si la oposición se une. Allí está el ejemplo del 2015, cuando ni las cuatro alegres comadres que dominaban el CNE, pudieron evitar la coñaza de votos democráticos que desalojaron a la revolución de la AN.
Maduro se encuentra contra la pared. Esta acorralado y sin salida. Perdió todo apoyo popular y solamente cuenta con el respaldo de unas inconscientes fuerzas armadas y unas bandas de criminales armadas ilegalmente y que se les han ido fuera de control. El llamamiento es a organizarse para ir a votar todo el mundo, sin miedo y con la seguridad que el régimen no podrá evitar la derrota del pueblo. Sólo le quedaría como recurso colocar nuevamente gobiernos paralelos bajo las ilegales figuras de protectores los cuales ya han sido descartados por el propio Maduro.
No escuchemos a quienes pregonan otra salida que no sea democrática. A votar. No hay otra.
Emiro Albornoz León/Periodista. [email protected].