El ex prisionero político Leopoldo López abandonó la residencia del embajador español en Caracas, en donde se mantenía en calidad de huésped luego de los incidentes del 30 de abril del 2019.
López se refugió en la Embajada de España tras fracasar la rebelión militar del 30 de abril contra Nicolás Maduro. Aquella madrugada, el dirigente opositor fue liberado de su arresto domiciliario por los hombres del general Cristhoper Figuera, quien entonces dirigía el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), la policía política del chavismo. Previamente, López había permanecido tres años y medio en una mazmorra de la cárcel militar de Ramo Verde y otros 21 meses en su hogar de Caracas, gracias a una medida de casa por cárcel.
Desde entonces el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) mantiene un despliegue en las inmediaciones de la embajada española, por lo que se desconoce el tipo de salida de la Embajada y del país de parte del máximo dirigente de Voluntad Popular.
Tras conocerse el relevo del embajador español en Caracas, Jesús Silva, el Ministerio de Exteriores de España aseguró que no cambiaría el estatus de López en el seno de la legación diplomática. Pero esta decisión coincide con el cambio de rumbo emprendido por el Gobierno de Madrid, de la mano de Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea (UE): más cercano a Henrique Capriles, quien negoció con Nicolás Maduro, y más alejado de Guaidó y, por lo tanto, de López. Desde que se supo de este cambio comenzaron las especulaciones de cómo influiría el nuevo embajador en el trabajo político del antiguo prisionero político.
López ejercía como comisionado presidencial para el centro del Gobierno de la Presidencia interina, una especie de primer ministro en el debilitado e inexistente gobierno interino Juan Guaidó.