Hasta ahora las dos explosiones que sacudieron la capital libanesa, Beirut, generaron 73 muertos y 3700 heridos en los alrededores de la zona portuaria, mientras la ciudad entera se sacude para socorrer a las víctimas. La columna de humo de las explosiones evocaron a las autoridades las imágenes de Hiroshima.
El incidente fue impactante incluso para una ciudad que tras ser la perla del Mediterráneo oriental, con una admirable pujanza comercial y una legendaria tradición cultural, fue golpeada ferozmente por la guerra civil, ataques suicidas e incluso un bombardeo.España: crece el debate legal sobre Juan Carlos y hay dudas sobre su paradero
La explosión más poderosa que se registra en Beirut en años sacudió el suelo e hizo pensar a los residentes que se había producido un terremoto. Aturdidos y llorando, algunos heridos buscaban por las calles a sus familiares.
El primer ministro libanés, Hassan Diabi, señaló que el estallido se dio en un almacén del puerto donde había depositadas 2750 toneladas de nitrato de amonio, un compuesto químico utilizado en la fabricación de explosivos. Según fuentes de seguridad, se trataba de material confiscado años atrás al grupo armado Hezbollah.
El gobernador de Beirut, Marwan Abboud, describió al escenario posterior a la explosión como «un desastre nacional parecido a Hiroshima», en referencia a la ciudad japonesa atacada por Estados Unidos con una bomba nuclear a finales de la Segunda Guerra Mundial.
«Es una catástrofe en todos los sentidos», dijo por su parte el ministro de Salud, Hamad Hassan, desde un hospital de la ciudad. «Los hospitales de la capital están todos llenos de heridos», subrayó, y pidió que se trasladaran a otros heridos a los sanatorios de las afueras.
La zona del puerto fue acordonada por las fuerzas de seguridad, que solo dejaron pasar al personal de defensa civil, ambulancias y bomberos. La televisión mostró repetidas imágenes de gente atrapada entre los escombros, algunas cubiertas enteramente de sangre. Las llamas alcanzaron también un barco de los Cascos Azules de la ONU anclado en las inmediaciones de los estallidos.
Entre los edificios dañados están las oficinas del exprimer ministro Saad Hariri y las oficinas locales de CNN, según informó la propia cadena de noticias. «Fue como una explosión nuclear», dijo Walid Abdo, un maestro de 43 años de Gemayzeh, cerca de Beirut. La onda expansiva también alcanzó la embajada argentina y causó daños materiales.
Muchos habitantes heridos se encaminaron por su cuenta en dirección a los hospitales, entre ellos menores. En las calles quedaron autos abandonados con los airbags inflados.
El presidente libanés, Michel Aoun, convocó de urgencia al Consejo Superior de Defensa, y el premier Diab decretó para mañana un día de luto nacional, en un país que padeció los efectos del extremismo armado, sobre todo en una larga guerra entre facciones religiosas en las décadas del ochenta y del noventa del siglo pasado.
Según dijo un oficial de seguridad a la agencia AFP, la explosión puede haber sido producida por material explosivo viejo almacenado en el puerto.
Fuentes citadas por la agencia estatal libanesa de noticias, NNA, señalaron que el incidente habría tenido lugar en un silo del puerto que acoge una fábrica de fuegos artificiales, si bien no hay versión oficial del suceso.
La explosión sacudió varias partes de la capital y el espeso humo se elevó desde el centro de la ciudad. A kilómetros de la escena de la explosión se derribaron balcones, cayeron techos y se rompieron vidrios de ventanas.
Oficiales israelíes confirmaron que Israel no tiene nada que ver con la explosión. En el último tiempo, ha habido tensión en la frontera con Israel, que dijo la semana pasada que había frustrado un intento de Hezbollah, la milicia libanesa, de infiltrarse en territorio israelí.
La explosión se produjo en uno de los peores momentos en la historia del Líbano, azotado por una profunda crisis económica, y tres días antes del veredicto en el juicio por el asesinato del exprimer ministro Rafik Hariri en 2005.
Un tribunal de la ONU emitirá el viernes su sentencia en el juicio en ausencia de cuatro sospechosos del asesinato con coche bomba de Hariri. Los cuatro son miembros de Hezbollah, respaldado por Irán, que ha negado sistemáticamente cualquier papel en la muerte del político libanés.
Con información de las agencias