En los últimos años hemos visto cómo MLB junto a la MLBPA han introducido una serie de cambios en las reglas del juego con el propósito fundamental de disminuir el tiempo de duración de los encuentros, aunado a mantener el equilibrio entre bateadores y lanzadores, objetivo fundamental de la disciplina del diamante.
Para este 2020 cuyo comienzo se ha visto demorado por la pandemia del COVID-19, se espera con el favor de Dios dar inicio el próximo jueves 23-07, entrarán en vigencia la obligación de que un lanzador enfrente a tres bateadores, siendo las únicas excepciones que ese lanzador haya retirado al último bateador del inning, o salga lesionado, lo cual pudiera dar al traste con los lanzadores especialistas en bateadores de su misma mano, lo cual ya comentamos en otras entregas.
En 2019 se limitó la cantidad de visitas al montículo de seis a cinco, en 2018 se implementó un cronómetro de 20 segundos para efectuar el lanzamiento, y en 2017 se eliminaron los cuatro lanzamientos para dar un boleto intencional.
Pero ninguna de estas modificaciones ha afectado tanto el equilibrio entre bateadores y lanzadores como la reducción de la altura del montículo de lanzadores de 15 pies de altura a 10, introducida en 1969, después que se produjera una temporada marcada por el dominio de los lanzadores con Bob Gibson como protagonistas principal.
Gibson terminó la temporada de 1968 con una efectividad de 1.12, estadística que quizás hoy en día no se tan importante para medir el desempeño de los lanzadores pero era en esos tiempos la más gráfica, con un WAR Victorias sobre reemplazo de 11.2 el más alto de su carrera y por supuesto de la liga.
Esos cinco pies de altura cambiaron hasta la mecánica de pitcheo de muchos lanzadores quienes sacaban un gran partido del plano inclinado que tenían a la hora de efectuar sus lanzamientos, mientras que el bateador veía venir la pelota desde una altura superior, a la que se instauró hasta nuestros días de 10 pies de altura, lo cual les resto poder en los lanzamientos basados en el impulso que obtenían al descender y radio a la curva.
En esa temporada no solo Gibson estuvo impresionante, Luis Tiant 1.60, Sam McDowell 1.81 con los Indios de Cleveland siendo la primera pareja de lanzadores en hacerlo con un mismo club, Dave McNally Baltimore 1.95, Denny McLain Detroit 1.96, Tommy John White Sox 1.98 y Bobby Bolin San Francisco 1.99, números casi equivalentes a la época de la pelota muerta.
Esa reducción de la altura junto a una nueva zona de strike trajeron de vuelta la ofensiva logrando MLB el ansiado equilibrio en los 70, teniendo algunos de esos lanzadores que reinventarse pero manteniendo la esencia del juego.
Los lanzadores se reinventaron cada día son más potentes, pero sería interesante saber si esa altura pudo haber influido en la mayor durabilidad de esos pitchers que sobrepasaban los 200 episodios con una facilidad pasmosa para nuestros días.
La zona de strike también ha sufrido variaciones desde entonces siempre buscando ese ansiado equilibrio, favoreciendo a los bateadores, mientras los lanzadores de la liga Americana desde 1973 enfrentan generalmente a un peligroso enemigo en los line up contrarios, el bateador designado que por la pandemia por los momentos también se usará este año en la liga Nacional, a pesar de las protestas de algunos románticos, siendo lo más probable que se mantenga para los años venideros.
Razones por las que siempre el “equilibrio” busca favorecer a los bateadores por algo se considera al acto de batear uno de los más difíciles en disciplina deportiva alguna y los grandes exponentes son aquellos que conectan de hit en tres de cada diez veces al bate, .300 de average, 30 % de aciertos para quienes no siguen la disciplina.
Será hasta la próxima Dios Mediante.
Hit & Run Por Antonio “Toño” Soler
Twitter/Instagram: @tonosolerp
Orlando, Florida.