El régimen de Nicolás Maduro y Cuba tienen mucho en juego con la elección presidencial de Estados Unidos el próximo 3 de noviembre. No les es indiferente el resultado. Apuestan a que Donald Trump no sea reelecto. Porque su segundo mandato sería una gran amenaza para la gran empresa criminal de la región que tiene su sede principal en Venezuela.
Cuatro años más de la actual política de máxima presión del gobierno estadounidense sobre la estructura del régimen criminal venezolano permitiría ver sus frutos: el retorno de la democracia al país caribeño y la desconexión de uno de los centros claves del entramado internacional del crimen que lucha contra los valores de Occidente. Maduro se encuentra en una situación muy débil para seguir enfrentando la política de máxima presión del presidente norteamericano.
Los ingresos de divisas por exportaciones petroleras han disminuido a tal punto que en mayo apenas entraron a las arcas del país 33 millones de dólares, según los datos del Banco Central de Venezuela. Una caída del 75% con respecto al mes anterior y 84% en relación con el mes de enero.
Por otro lado, la producción de petróleo se desploma cada vez más. Hace una semana fue de apenas 350.000 barriles por día, según un informe interno de la petrolera estatal Pdvsa.
La mayor caída se registró en la faja petrolífera del Orinoco –la de mayor bombeo– que disminuyó en promedio 50% (184.000 b/d) con respecto a abril. Entre las causas se encuentran el aumento de los inventarios de petróleo no vendido debido a la disminución de las exportaciones y a la reducción de la cartera de clientes, además de la paralización de la actividad de taladro, que pasó de 25 a 2 equipos de perforación en mayo. La falta de estos equipos dificulta la recuperación de la capacidad de producción, pues se corre el riesgo del agotamiento de los pozos.
En consecuencia, el escenario que enfrenta Maduro es seguir manejando una baja producción de petróleo y gas, si se mantiene la política de máxima presión de Trump.
Por otra parte, la pandemia del covid-19 ha afectado el envío de las remesas de los venezolanos que tuvieron que dejar el país para poder darle un sustento a sus familias por la crisis socioeconómica que atraviesa la nación: hiperinflación, fuerte devaluación del bolívar y constante caída de la actividad económica
Un reciente estudio del think tank estadounidense Inter-American Dialogue estima que “los flujos de remesas están llegando a más de 2,7 millones de familias, lo que equivale a más de 35% de los hogares venezolanos. De hecho, dada la situación económica del país, las remesas ahora representan 5% del PIB de Venezuela”. Se han convertido en la segunda fuente más importante de divisas lícitas, después del petróleo.
El Banco Mundial señala que la recesión económica actual está afectando gravemente la capacidad de enviar dinero a los hogares de origen y calcula que las remesas en todo el mundo caerán en 20%, cifra que representa el descenso más abrupto de la historia reciente. Por su parte, la Cepal indica que “en caso de reducirse las remesas provenientes de familiares que migraron, se acentuará la situación de pobreza de quienes las reciben en sus países de origen”.
Estas dos realidades generan una fuerte reducción de la oferta de divisas en la economía de Venezuela, la que se ha dolarizado. Maduro va a tener entonces que recurrir, aún más, a las actividades ilícitas para mantener el aparato criminal que lo sostiene e incrementar la represión al pueblo por el hambre derivada de la falta de divisas. Un panorama que se acentúa cuando incorporamos la crisis de los servicios públicos y de la gasolina.
Maduro y Cuba saben que no aguantan más la política de máxima presión que hasta ahora ha ejercido Trump para el restablecimiento de la democracia en Venezuela.
Un segundo período de los republicanos podría generar las condiciones para la caída de la empresa criminal transnacional, las organizaciones como el Foro de Sao Paulo o el Grupo de Puebla, y el patrocinio al terrorismo. En un mismo tenor al del presidente Ronald Reagan en su segundo mandato, cuando le pidió al líder soviético Mijaíl Gorbachov que derrumbara el Muro de Berlín (1987). Dos años más tarde cayó de la cortina de hierro y la Unión Soviética.
Por ello, el sucesor de Chávez escogido por Cuba y la isla aspiran a que Joe Biden sea electo presidente de Estados Unidos en noviembre.
Conocen que el Partido Demócrata estará menos dado a luchar por la restauración de la democracia en Venezuela. Además, saben, por la agenda de política exterior desarrollada por Barack Obama durante su presidencia (2009-2017), que una nueva administración demócrata estaría enfocada en los derechos humanos y el cambio climático. Una gestión que, sin duda, acabaría fortaleciendo la operación de las organizaciones criminales contra Occidente desde Venezuela.
En definitiva, Maduro y Cuba apuestan a Joe Biden.