Hay un tratamiento selectivo del régimen hacia los 67 detenidos por la Operación Gedeón.
La discriminación comenzó cuando algunos fueron enviados a celdas de la Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim), mientras que otros quedaron en el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin). Tal y como lo señala un reciente informe de la organización Una ventana para la libertad, en Boleíta las condiciones de reclusión son mucho más onerosas y degradantes que las existentes en el Helicoide.
En Dgcim el hacinamiento superaba el 80% antes del 3 de mayo, cuando comenzaron las detenciones de militares y policías que llegaron desde Colombia en lanchas, con el propósito declarado de capturar a Maduro y a elementos de su entorno. Allí han ido a parar aproximadamente 30 implicados. En lo que respecta al Sebin, hay detenidos por este caso que permanecen en celdas compartidas con varias personas, y soportan el confinamiento y las limitaciones en cuanto a la alimentación y la atención médica. Allí, sin embargo, padecen menos incomodidades que las de los reclusos en Boleíta.
Pero hay tres individuos por los que tienen especial deferencia. Se trata de los ex marines estadounidenses y miembros de la corporación Silvercorp Airam Berry y Luke Denman, a quienes hasta ahora han tratado con guantes de seda, atendiendo incluso sus requerimientos de alimentación especial (Denman es vegano). Y está también el ex directivo de Venoco, Franklin Durán, recluido en una celda especial que anteriormente era ocupada por el abogado José Rafael Parra Saluzzo. Hasta ahora, todas las audiencias se han celebrado en una sala ad hoc del Helicoide, a la que se trasladan las partes del caso. Los jueces que atienden el expediente Gedeón son los abogados Hilda Villanueva (Segundo de Terrorismo) y José Maximino Márquez (Cuarto de Terrorismo).
-Todavía quedan muchos cabos sueltos en torno a la llamada operación Gedeón. Informaciones que deben ser recabadas y ponderadas para lograr un cuadro completo sobre un hecho histórico. Una de las cuestiones más ilógicas se refiere al empecinamiento en embarcar a este grupo de militares y policías, desde algún punto en la Guajira colombiana, cuando todo indicaba ya en ese momento que el proyecto fracasaría. No solo se había producido la entrega del líder de la operación, el mayor general Clíver Alcalá, luego del decomiso de 26 fusiles AR15 en la carretera Barranquilla-Santa Marta. También se había producido la defección del coronel (GN) Félix Mata, experto en operaciones de comando, quien lideró uno de los campamentos de entrenamiento. Y, por si fuera poco, el 25 de marzo el vicepresidente para Comunicación Jorge Rodríguez revelaba que habían capturado a un primer teniente de la Guardia Nacional, directamente involucrado en este movimiento. Era Rubén Darío Fernández Figuera, alias Búho, calificado por el Gobierno como un desertor, quien con seis días de antelación reveló a los órganos de inteligencia parte de los objetivos del grupo que aún estaba en Colombia. Fuentes de la disidencia militar en Cúcuta indicaron que Fernández pidió un permiso a los líderes de Gedeón para ver a su familia, en una etapa crítica del proceso. Todas estas señales de alerta fueron desatendidas.
@javiermayorca / crimenessincastigo.com