¿Está comprobado que Venezuela, junto a otros países latinoamericanos, es uno de los principales impulsores del terrorismo en la región? El asunto ha alcanzado en los últimos meses una gran relevancia a tal nivel, que representa un punto clave en los cambios de las estrategias geopolíticas de Estados Unidos y sus aliados en una zona que, anteriormente, se caracterizaba por relaciones interestatales de otra índole y el terrorismo no había aparecido como una preocupación para los gobiernos del área.
La narrativa según la cual, Irán y Hezbolá operan en América Latina desde hace muchos años y que su presencia, financiamiento y operatividad se han incrementado y fortalecido desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999, intensificándose durante la gestión de Nicolás Maduro, ha reforzado la tesis de que Venezuela es un estado patrocinador del terrorismo (islámico), lo cual plantea, entre otras interrogantes, la posibilidad de tantear la variable del uso de la fuerza para derrocar al régimen venezolano, y así neutralizar a estos grupos radicales en la región.
¿El derrocamiento del régimen chavista conlleva a la neutralización de las células terroristas en la región? ¿Hay capacidad y voluntad política en el hemisferio para acabar con la presencia de Hezbolá y sus aliados en suelo latinoamericano? ¿Hasta qué punto es probable que un nuevo gobierno de diferente cuño en Venezuela desarticule las redes de estas organizaciones criminales en el continente? En esta historia, tratamos de dar respuestas a estas interrogantes citando testimonios de expertos en contraterrorismo.
Aunque la presencia de Hezbolá en la región se denuncia desde principios del siglo XXI, esta se circunscribía a la triple frontera de Paraguay, Uruguay y Argentina, donde miembros y simpatizantes del movimiento se entre mezclaron con los inmigrantes sirio-libaneses hasta consolidar un fuerte ecosistema en el que les hacía posible el financiamiento de las actividades del brazo armado de la Revolución Islámica iraní. Fue conformándose un grupo de empresas a través de las cuales se lava el dinero proveniente de actividades ilícitas para enviarlo a Irán y destinar recursos para el pago de las operaciones del grupo armado. En Venezuela y Bolivia también estaban presentes pero actuaban con muy bajo perfil y pasaron casi desapercibidos.
Fue a raíz de la llegada al poder de Mahmoud Ahmadinejad (2005-2013), cuando las relaciones con Venezuela, para esa época gobernada por Hugo Chávez, que se fue afianzando el vínculo y afinidad con el régimen iraní. La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) promovida por el mandatario venezolano, sirvió como canal para facilitar un mayor ingreso y presencia de Irán y de Hezbolá en la región, la cual se fue fortaleciéndose hasta convertir a Venezuela en un punto estratégico para el régimen islámico y la agrupación terrorista. Así, como parte del eje iraní, Venezuela se constituye en una amenaza para la seguridad hemisférica, tal como lo advirtió el secretario de estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, en la III Cumbre contra el Terrorismo que tuvo lugar en Bogotá, Colombia, en enero de 2020. «El régimen de Irán, con su brazo armado Hezbolá, está en Venezuela», sentenció el alto funcionario norteamericano, al tiempo que formuló un llamado a los países de la región para intercambiar información acerca de las organizaciones terroristas.
Los aliados bolivarianos descalifican la tesis
La izquierda radical y los gobiernos que le hacen coro, descalifican las denuncias que en este sentido se hacen y niegan rotundamente que el venezolano sea un régimen que patrocine el terrorismo y, mucho menos, que el territorio de Venezuela sirva de asiento a células de Hezbolá. Alegan que todas las afirmaciones en este sentido están dirigidas a impulsar el derrocamiento de Nicolás Maduro para instaurar un “gobierno títere” de los Estados Unidos que sustituya al incómodo gobierno socialista.
Humire: Hezbolá si opera en Venezuela
Tal tesis es desmentida enfáticamente por Joseph Humire, experto en seguridad hemisférica y director ejecutivo del Centro para una Sociedad Libre y Segura con sede en Washington DC, a quien consultamos acerca de si la presencia de Hezbolá en Venezuela es un hecho verificado, a lo cual respondió que, definitivamente, este grupo armado opera desde territorio venezolano.
Consultado acerca de si la tesis de la presencia de Hezbolá en Venezuela es parte de la estrategia para justificar el uso de la fuerza por parte de Estados Unidos y sus aliados, Humire asegura que si bien EE. UU. tiene muchos acuerdos con el gobierno de Colombia para usar bases de ese país y hay militares estadounidenses en suelo colombiano, y que existen posibilidades de usar el terreno y mar, así como el uso de la fuerza, el experto estima que tal posibilidad no parece estar planteada. “¿Si es una estrategia? No necesariamente, no descarto que [Juan] Guaidó y gente de su equipo esté hablando de estas opciones con el gobierno de Estados Unidos y algunos aliados en Europa. Pienso que los europeos son más escépticos frente a una propuesta de esta naturaleza porque el uso de la fuerza no es fácil en Venezuela, para ello se requieren muchas cosas entre ellas tiempo. Hay capacidades que se tienen y hay unas que hay que construir.
Considera que la relación de Hezbolá y el régimen agregan a la narrativa el elemento de que el gobierno venezolano siempre ha sido un estado criminal, una dictadura orientada a la criminalidad. Esto, refiere, es una narrativa que los venezolanos y el público general comprenden bien. Sin embargo, Joseph Humire advierte que una de las limitaciones que tiene esta narrativa es que la criminalidad no necesariamente representa amenazas inminentes, mientras que sobre el terrorismo hay la percepción de que lo es, de que se trata de algo urgente y global, como también ocurre con el narcotráfico. Tal situación —estima— puede empujar la evaluación hacia el terrorismo, otorgando más urgencia a la situación de Venezuela, «no creo que esto vaya hacia el uso de la fuerza, pero sí representa una escalada porque aumenta la preocupación de lo que está pasando en Venezuela, y a la larga eso podría conllevar a un posible uso de la fuerza, aunque ahora eso no está planteado».
Las evidencias
«La presencia de Hezbolá en Venezuela está comprobada y de ello existen evidencias sólidas», sostiene Humire, quien asegura que hay diferentes tipos de pruebas. “Yo no puedo decir que el equipo de Guaidó las tiene todas o el gobierno de EE. UU. las tiene todas, pero yo he visto algunas y sé que existen, sí hay pruebas, documentación”.
Dice que el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) es utilizado para facilitar documentos de identificación a personas sospechosas de mantener vínculos con Hezbolá, o que son miembros de dicho grupo, “porque más allá de los altos líderes que se conocen públicamente como sus integrantes [de Hezbolá], hay otros que son parte de la organización que no se conocen y otros que no son miembros, pero son muy importantes porque trabajan en apoyo logístico. No sé exactamente quiénes tienen documentos, pero de los nombres que he visto hay muchos simpatizantes y, en algunos casos, facilitadores y financistas. En otros casos, más limitados, son miembros operadores de Hezbolá. Yo sé que existen pruebas y están en manos de las autoridades, y son conocidas por los gobiernos de muchos países de la Latinoamérica desde hace algún tiempo”.
Agrega la existencia de testimonios que dan fe de la presencia de Hezbolá en Venezuela, de aquellos que aseguran que los han visto, como es el caso de Walid Makled, quien declaró sobre ello y sostuvo que Hezbollah está en Venezuela. Laboran, hacen dinero que envían al Medio Oriente.
— Aunque yo no creo que su palabra vale mucho, los criminales mentirosos de cierta forma dicen la verdad, una buena mentira puede tener un 90 por ciento de la verdad que habló, para su propósito. Hay otras personas que los han visto, y [aseguran que miembros de Hezbolá] han estado [en Venezuela], personas de la isla de Margarita que los han visto (…).
Joseph Humire alerta que, aunque no se logrado identificar a todos los actores de Hezbolá en Venezuela, hay personas claves en el país cuya responsabilidad en la organización criminal está evidenciada. Entre estas piezas claves se encuentra Ghazi Nasr al Din, quien ha fungido como diplomático de Nicolás Maduro, ministro asesor de Venezuela en Siria. Este sujeto forma parte de un poderoso clan familiar con negocios en varias ciudades de Venezuela. En 2008, Nasr al Din fue sancionado por Estados Unidos por facilitar la conexión del gobierno venezolano con Hezbolá y en 2015 fue descrito como una persona de interés para el FBI.
Los registros muestran que Nasr llegó a Venezuela en los años ’90, ingresó al Ministerio de Relaciones Exteriores, fue diplomático y fue enviado como Ministro Consejero a Siria. En la nación del Medio Oriente estableció nexos con entes influyentes en Damasco, ostentando un alto poder de decisión en la embajada venezolana por esos años, donde se conectó con las redes subversivas que operan en Siria, Líbano y Venezuela.
Humire advierte que Nasr es uno de los principales actores que conecta al régimen de Venezuela con Hezbolá. La relación de este hombre con Nicolás Maduro se habría profundizado cuando el actual mandatario fungía como Canciller del gobierno de Hugo Chávez. En ese entonces actuó en coordinación con el exvicepresidente venezolano y actual ministro del área económica, Tareck El Aissami, para desarrollar sus actividades en el Medio Oriente.
Según el experto, el clan familiar de Ghazi Nasr al Din está asentado en Margarita, Barquisimeto y La Guaira. Específica que en la isla operan negocios de envite y azar, centros comerciales, hoteles, tiendas y otro tipo de negocios. Según testimonios, refiere, contribuyeron financieramente para que Hugo Chávez ganara la presidencia en 1998.
Agrega que «desde Venezuela, Nasr al Din opera activamente, se ha movido a Colombia, República Dominicana y México. A pesar de las sanciones de la OFAC, y de la alerta del FBI, no se la inmutado y trabaja activamente en la causa. Estuvo a cargo del diseño del sistema de inmigración que Venezuela utilizó para proporcionar pasaportes a Hezbolá». Precisa que, durante la administración del fallecido Hugo Chávez, se activó un plan de inmigración ilegal, (trata de personas) y consiguió entregar unos 10.000 pasaportes venezolanos y documentos de identidad a ciudadanos sirios, iraníes, libaneses y de otros países del Medio Oriente.
Cabe destacar que, en 2015, la revista brasileña Veja publicó que, supuestamente, Nasr al Din encabezaba una red de fabricación y distribución de pasaportes venezolanos auténticos que eran utilizados para ocultar la verdadera identidad de terroristas.
Humire sostiene que Tareck El Aissami es, sí, el vínculo clave entre el régimen de Nicolás Maduro, Irán y Hezbolá.
Sin embargo, no es el único puesto que trabajos de inteligencia apuntan también en dirección al general Aref Richany Jiménez, quien ha estado al frente de la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (CAVIM), fue jefe de la Dirección de Armamento de la Fuerza Armada Nacional (Darfa); y sirvió como director externo de Petróleos de Venezuela S.A.
— ¿El cambio de régimen de Nicolás Maduro equivaldría al fin de Hezbollah en Venezuela y Latinoamérica?
— No. Nicolás Maduro no es el único que está involucrado con estas alianzas, ni siquiera diría que es la figura más importante. Él es una figura política, no operacional, creo que es un títere y cambiando su figura no creo que cambie mucho, pero si hablamos del régimen como tal, que incluye a todas sus figuras que son los que tienen nexos, figuras como Tareck El Aissami, por ejemplo, eso limitaría un poco, pero no eliminaría las actividades de Hezbolá en Venezuela y Latinoamérica, pero obviamente no lo va a limitar permanentemente ni lo va hacer desaparecer, porque Hezbolá está en Venezuela antes de Chávez y Maduro. Ellos tienen tiempo, de hecho, Irán estaba antes del chavismo, pero con el régimen bolivariano se ampliaron las operaciones y se establecieron en la esfera política. Yo diría que no. Creo que para un cambio de régimen libere a Venezuela y Latinoamérica de Hezbolá, se requiere de cambio profundo en el régimen. ¿Cuáles cambios? Unos que les haga retroceder en el tiempo.
Joseph Humire advierte que Hezbolá está presente en otros países de la región donde están operando fuerte, “no sólo es Venezuela, o Colombia, hay otros países”.
— Existe realmente la capacidad (la voluntad parece que sí existe por parte de Washington DC) para contrarrestar a Hezbolá y a Irán y neutralizarlos en la región?
— Sí existe por parte de Washington DC, del presidente Trump, la voluntad política para contrarrestarlo, se ha demostrado ya con tres conferencias ministeriales, y esas conversaciones que se han sostenido han sido contra el terrorismo islámico que no se había manejado con tanto detalle en Latinoamérica. La primera conferencia fue en diciembre de 2018, en DC había 13 países que participaron y en ese momento no se definió directamente a Hezbolá como el punto principal de la conversación, pero 7 meses después en 2019, se logró la primera designación en Argentina de Hezbolá como organización terrorista. En ese periodo se trabajó mucho, con el gobierno de Mauricio Macri, y se logró no solamente la designación como grupo terrorista, sino que además han impuesto sanciones, se han congelado bienes, sacado nombres de miembros libaneses que apoyan a Hezbolá y han ampliado por 6 meses la designación.
Comenta como positivo el incremento de participantes que se han sumado a cada conferencia, al tiempo que advierte que algunos países, por su naturaleza, no se van a incorporar, tal es el caso de Cuba y Venezuela.
Los avances
Al referirse a la capacidad real de Latinoamérica para enfrentar a Hezbolá, Joseph Humire alerta que aún es necesario mucho trabajo para consolidar una auténtica y efectiva lucha contra el terrorismo y, particularmente, contra el grupo islámico, en Latinoamérica.
Refiere que el gobierno de EE. UU. ha trabajado arduamente para contrarrestar el lavado de dinero, contra el terrorismo y para mejorar sus capacidades y la de sus aliados. “Hay mucha educación e investigaciones de cómo se opera”.
Cita que justo antes de la cumbre antiterrorista, se llevó a cabo un taller en Europa manejado por el Departamento del Tesoro acerca de cómo Hezbolá financia sus actividades ilícitas en el que participaron varios miembros de la seguridad de Latinoamérica con el objeto de conocer su nivel operacional. “Se están judicializando casos, revisando expedientes,contrarestando información, es un gran esfuerzo, hay mucho trabajo por hacer y siento que este asunto está tomando el nivel que se necesita. Antes no faltaba la voluntad en la policía de Brasil, por ejemplo, o en Perú, que tenían preocupación, pero no llegaba a nivel político, no había voluntad política en América Latina”.
Tal circunstancia se debía —a su parecer— a que los propios aliados de Estados Unidos no veían el asunto como una prioridad. Del mismo modo recordó que para el gobierno de Barack Obama el tema no representó un problema que ameritara su atención en la medida en que el tema lo requiere. “Todo cambió con el presidente Donald Trump que lo elevó a un alto rango. El Departamento de Defensa trabaja desde el nivel académico hasta operacional; el Departamento del Tesoro ha impuesto sanciones muy fuertes. Se ha sancionado a muchos financistas de Hezbolá a nivel de inteligencia financiera. En el Departamento de Estado hay muchos esfuerzos que antes nunca se habían visto”.
Por otra parte, Humire refiere que la relación de Hezbolá se complejiza porque estos grupos se han mimetizado con otros grupos terroristas y organizaciones delictivas transnacionales en América Latina para proporcionarles servicios de inteligencia, tráfico de drogas y lavado de dinero. En tal sentido, recordó que Hezbolá es un grupo terrorista, declarado como tal por más de cincuenta países en el mundo. “Cometieron actos de terrorismo en América Latina, los más famosos fueron hace 25 años con la AMIA en Argentina, y uno en Panamá en 1994; pero más allá de simplemente ejecutar ataques, también se involucran con otros grupos terroristas en la región y grupos criminales como las FARC y el ELN. Hezbolá tiene una enorme red internacional de lavado de dinero y ofrece sus servicios a los carteles de la droga”.
Subraya que el trabajo que Hezbolá desarrolla en Venezuela lo lleva a cabo de manera clandestina y cuenta con personal de «un nivel muy alto con mucha capacidad».
El especialista va más allá en sus apreciaciones y refiere que al poseer Venezuela un sistema de inmigración completamente oscuro, es posible que miembros del propio gobierno venezolano —particularmente dentro de la policía o las fuerzas militares— también sean miembros de Hezbollah y posean una identidad completamente falsa.
«Debe recordarse que cuando Tareck El Aissami estaba en el cargo de ministro del Interior con una misión bolivariana que se llamaba Misión Identidad, al mismo tiempo también estaba a cargo de la misión de Seguridad con la que transformó el sistema de investigaciones criminales. Entonces sería lógico imaginar que podría haber usado estas dos misiones para combinar una plataforma para que Hezbolá ingrese al país y pase desapercibido. Bajo esta estrategia, Irán penetró la región, aumentando de manera preocupante su presencia económica, militar e ideológica en la región, principalmente en Venezuela y Bolivia”.
Al final de su conversación, Joseph Humire destaca que la presencia militar de Irán no ocurrió de manera convencional con las tropas, sino con ingenieros, técnicos, personas que forman parte de la industria militar iraní. Para estas organizaciones el aspecto geopolítico es muy importante, la proximidad a los Estados Unidos es clave. A nivel estratégico se ha observado que Irán entiende que la única forma de avanzar en su revolución es anular la influencia de Estados Unidos y con ese objetivo ha dado pasos importantes.
Douglas Farah: Venezuela es una amenaza para el continente
El Consultor de Seguridad Nacional de IBI Consultants y especialista en narcotráfico, crimen organizado, financiación del terrorismo y fundamentalismo islámico, Douglas Farah ha sostenido en varias testificaciones ante el Congreso de los Estados Unidos que Venezuela se ha constituido en una amenaza significativa para la seguridad de EE. UU. y del continente.
Según Farah, en torno al gobierno de Venezuela, primero a cargo de Hugo Chávez y luego en manos de Nicolás Maduro, giran las relaciones y vínculos que Irán y Hezbolá mantienen con otros países y líderes latinoamericanos.
Farah citó en su testimonio en el parlamento en 2015 que el fiscal argentino Alberto Nisman, asesinado aparentemente en razón de sus investigaciones sobre el bombardeo con presunto respaldo iraní al centro judío AMIA en Buenos Aires en 1994, habría documentado las acciones emprendidas por los gobiernos de Irán y Venezuela en todo el hemisferio occidental.
De hecho, un informe de Nisman recogía datos acerca de la política de Irán sustentada en el terror y el asesinato en la que Venezuela le servía como un importante medio de consecución de sus objetivos.
Se ha advertido que, presuntamente, el régimen de Irán se valía de instituciones bancarias de Venezuela y Ecuador para evadir las sanciones que le ha impuesto la comunidad internacional.
El informe de Nisman aseguraba que las actividades de inteligencia de Irán en Latinoamérica las realizaban directamente funcionarios de esa nación o a través de Hezbolá.
Farah ha alertado que Hezbolá está involucrada en el comercio de cocaína mediante alianza con Venezuela, Ecuador, Bolivia y otros lugares. «La presencia de Hezbolá en América Latina está creciendo y la organización sigue siendo la principal organización terrorista en el mundo», advirtió ante el Congreso estadounidense.
Gran arraigo difícil de combatir
Las advertencias del secretario de estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, sobre la presencia de células activas de Hezbolá en Venezuela y de que «los iraníes están impactando al pueblo de Venezuela», requiere de acciones concretas y contundentes.
En Venezuela el grupo terrorista islámico habría establecido una vasta infraestructura en materia de narcotráfico, lavado de dinero y contrabando, especialmente en la isla de Margarita. Una relación que afecta no solamente a esa nación, sino al resto de Latinoamérica.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, también se ha hecho eco de las advertencias sobre el peligro que la presencia de Irán y Hezbolá representan, no solamente para Venezuela, sino para toda la región. “Irán y Hezbolá tienen una base sólida de operaciones en América del Sur en alianza con la narcodictadura de Nicolás Maduro. Si fracasamos en Venezuela, representa una victoria para el terrorismo, la delincuencia organizada transnacional y el antisemitismo”, alertó y el Grupo de Lima se ha sumado a la advertencia.
¿Un cambio de régimen en Venezuela lograría neutralizar la presencia de Hezbolá en el país?. Todo va a depender de la naturaleza del nuevo gobierno, de la capacidad para establecer alianzas con otros países para combatirlo y, obviamente, de la voluntad política de los gobiernos de la región y del mundo para establecer una alianza que permita enfrentarse a la fuerza y complejidades del grupo terrorista islámico que ha penetrado de manera silenciosa la región sin que hasta ahora haya encontrado obstáculos para lograr sus objetivos.