Hugo Delgado: Sorpresas

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Mill concibió a las comunidades humanas como eternamente susceptibles a caer en la ignorancia y el error”.

(Karl Deusch, en su obra Política y Gobierno Pag. 117)

En estos tiempos de violentas protestas en Latinoamérica, cuando la hipócrita izquierda se apodera de incautos que creen en su honestidad y con el derecho a criticar, violentar el derecho de los demás y endosar la responsabilidad de los males a otros, sin reconocer la suya; cuyos orígenes –en algunos casos- se remontan a épocas de la colonia, y que durante las largas gestiones presidenciales de sus principales representantes, tampoco se resolvieron y -por el contrario- las potenciaron.

Ahora que entregaron sus mandatos y le cedieron sus responsabilidades a presidentes derechistas, se creen con autoridad para criticar dichas gestiones, descalificándolas con términos peyorativos como “neoliberales”; tomando las banderas sociales de cualquier color o ideología, organizando supuestas marchas nobles y confusos fines, que en el fondo solo llevan planes desestabilizadores, organizados por comunistas en los fríos laboratorios moscovitas y ejecutados con el cálido accionar de La Habana y Caracas.

Entre los miembros del Foro de Sao Paulo (1989) que ejercieron largos mandatos están Ignacio Lula da Silva (por cierto apoyado inicialmente por el criticado Fondo Monetaria Internacional con US $30 mil millones) y Dilma Rousseft mandaron en Brasil entre 2003 y 2016; Rafael Correa gobernó de 2007 a 2017; Néstor y Cristina Kirchner entre 2003 y 2015; Michael Bachelet lo hizo en dos oportunidades 2006-2010 y 2014 y 2018. La pregunta es ¿si ya existían tantos desequilibrios sociales, porque estos líderes emancipadores no los resolvieron y, al contrario, desataron una ola de corrupción y endeudamiento sin parangón en la historia?

En la gran marcha nacional del 16 de noviembre de 2019 en Colombia, se accionó la pauta propuesta por el FSP contra sus enemigos, para quienes aún creen en espontaneas acciones se les recomienda que busquen los resultados y las acciones anunciadas por sus participantes (ahí están los nombres incluso, por ejemplo, del corrupto e ineficiente alcalde de Bogotá, Gustavo Petro y del narco presidente, Ernesto Samper) en la reunión celebrada en Buenos Aires (Argentina) el 18 de noviembre de 2018, y la de Caracas (Venezuela) realizada entre el 20 y 21 de julio de 2019, a la cual asistieron los disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).

Un aspecto destacable es que la izquierda no tiene capacidad para activar la marea de protestas (son minorías en la mayor parte del continente) ocurridas en Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Brasil y Colombia, pero han demostrado su eficacia, con el apoyo económico de Venezuela y Rusia, principalmente, y la penetración de las organizaciones sociales, políticas y culturales, y los partidos verdes o ecológicos.

Es destacable que esta crítica anárquica y violenta se genera en el seno de una sociedad basada en la institucionalidad democrática, en la que la crítica de la minoría debe ser respetada, partiendo del supuesto que esa forma de pensar puede movilizar a la sociedad, siempre que, como escribió John Sturar Mill en el siglo XVIII, esa opinión o acción no perjudique a otras personas. Ese irrespeto al otro caracteriza la protesta latinoamericana, y se ha reflejado en los daños a iglesias, transporte público y la propiedad privada (grande y pequeña), etc.

También es necesario definir el criticado término “liberal”, base de lo que se conoce como liberalismo y obviamente neoliberalismo, y bandera de la protesta izquierdista. Por definición, refiere a la persona que pregona la libertad del individuo. La teoría liberal sembró sus fundamentos con pensadores ingleses y escoceses -principalmente- del siglo XVIII, defiende la libre empresa, la mínima intervención del Estado en la vida económica, se opone al socialismo, pregona la libertad del individuo, su derecho a decidir, al goce de los derechos ciudadanos y al hacer todo lo que no prohíbe la ley. En su largo historial, esta doctrina se ha convertido en un medio político, social y económico, que ha evolucionado en el tiempo, gracias a la crítica de filósofos que han buscado mejorar la calidad de vida en sus sociedades, partiendo de esa libertad del individuo y del rol del Estado.

Por otra parte, el socialismo surgió en medio de la crítica al incipiente industrialismo, como búsqueda de la humanización de las relaciones sociales y productivas aparecidas en el siglo XVIII. Basado en el movimiento de la sociedad, tomó ideas de pensadores económicos ingleses y escoceses, políticos de los franceses y filosóficos de los alemanes, planteó su tesis considerando el impacto de tecnología y la economía, y los intereses de las clases. Sin saber cómo llegar, Karl Marx, propuso que el socialismo era la etapa previa al comunismo, y éste último sería el modelo de las ausencias de clases y de la abundancia económica; por esta razón, los socialistas, comunistas o marxistas, se niegan a abandonar el poder, porque por esencia consideran que “son los ungidos” determinantes de la verdadera “historia de la humanidad”.

Aún con los errores a cuestas, el comunismo mundial durante 70 años instaurado en Europa y la Unión Soviética, pocos aportes tiene que mostrar. Como un castillo de naipes su sistema represivo se derrumbó, sólo Cuba y Corea del Norte se mantienen a sangre y fuego, y China languidece tratando de sobrevivir ante la arremetida de una fuerza social y económica que ya busca sus espacios de verdadera libertad. Ante ese dilema, la izquierda latinoamericana intenta abrirse espacio sin merecerlo, ayudada por la Rusia del ex agente de la KGB y presidente, Vladimir Putin, y la dictadura cubana de Raúl Castro.

Lo ocurrido en Latinoamérica abre serios interrogantes sobre la democracia occidental y el papel de su principal defensor: Estados Unidos. Especialmente por la falta de organización de los países democráticos afectados, que conociendo los planes del FSP dejaron que sucedieran los hechos violentos, sin planes contundentes ante la amenaza. Igualmente, las organizaciones de derechos humanos, controladas por la izquierda mundial, ante la ola de violencia se han dedicado a denunciar, investigar y condenar a los cuerpos de seguridad y nunca culpan a quienes generan los actos irregulares. Otra advertencia está relacionada con la posibilidad de iniciarse una nueva escalada en la adormecida guerra fría, con la creciente intervención de Rusia, China y Cuba, en el continente. También se abre una interrogante polémica y peligrosa, la posible escalada de gobiernos democráticos con visos militaristas para contrarrestar el comunismo.

Muchos critican la aparente pasividad de Estados Unidos, pero como decía el desaparecido periodista y diplomático venezolano, Pablo Bassim, “los gringos manejan la inteligencia, cuando tienen que hablar, hablan, y cuando tienen que matar, matan”. Lo ocurrido en Bolivia con la salida del ex presidente y peón del FSP, Evo Morales, en un momento impensable, es un ejemplo de ello; igual sucedió en Honduras cuando expulsaron “institucionalmente” a Manuel Zelaya ¿Seguirán las sorpresas?

Hugo Delgado

@hdelgado10

Periodista