Marcos Tarre: cómo nació y se conformó la clase social chavista más próxima a Nicolás Maduro

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A partir de 1998, cuando gana la Presidencia por primera vez, el teniente coronel Hugo Chávez Frías instaura la repugnante modalidad -cuando comienzan a surgir críticas a su gestión- de no contestar argumentos sino descalificar a quién se atreve a formular dudas, preguntas o reservas, bien fueran estos activistas políticos, periodistas o académicos. Pronto todo el que pensara distinto sería calificado como «escuálido» o «fascista».

La verborrea del presidente es incesante. Aprovechando los recursos del Estado atiborra a la gente de largas cadenas, transmisiones obligatorias y simultáneas en todos los medios de radio y televisión, a cualquier hora y por cualquier motivo. Cuando llega el tiempo electoral de la descalificación se pasa al insulto abierto apelando a sobrenombres ofensivos.

En la campaña de 2002, el candidato Henrique Salas Römer es llamado «Frijolito»; en el 2006 el candidato de la oposición Manuel Rosales será calificado únicamente como «el candidato del imperio» y en 2012, Henrique Capriles Radosky también será sistemáticamente agredido verbalmente, primero insinuando que es homosexual simplemente porque era un joven soltero. Pero los insultos se incrementarán. El 17 de febrero, en un acto académico, presidiendo una graduación de médicos comunitarios, y vistiendo toga y una boina negra, Chávez se refiere a Capriles:

«…Una de mis tareas… Majunche… Perdón. Señor Majunche, es… Va a ser desde ya… La asumo porque es una responsabilidad: quitarte la máscara, Majunche. Porque por más que te disfraces, Majunche, tienes rabo’e cochino, tienes orejas de cochino, tienes… ¿Cómo es? Roncas como un cochino… Eres cochino… Eres un cochino. Entonces no te disfraces. No te disfraces, Majunche. Mientras más te empeñes en disfrazarte, más te vas a conseguir conmigo. Todos los días de este mundo, Majunche… No me vas a poder evitar. La confrontación con Chávez no la vas a poder evitar, que es la confrontación con los patriotas, con la Patria, con la dignidad nacional…».

Según el diccionario de la Real Academia Española majunche es un adjetivo coloquial venezolano que significa «de calidad inferior, deslucido, mediocre». Los asesores de Capriles le habían aconsejado no caer en bajezas y nunca responder los insultos presidenciales, sin embargo, en cierto momento el candidato utiliza un calificativo que caló hondamente. Se trató del adjetivo «enchufado» para señalar a los gobernantes de turno.

Rápidamente los publicistas de la campaña de la oposición advierten el potencial del fenómeno y lo convierten en un popular spot publicitario electoral. En pantalla aparece la imagen de una calle de un barrio humilde, dos vecinas se encuentran y dialogan:

– Hola Irma, ¿cómo estás?
– Hola, ¿cómo estás? ¿Cómo te ha ido?
– Mira, ¿viste que Lilian entró en el programa? …Y que para seguir estudiando…
– Eso es porque tiene un compadre en el gobierno que está super enchufado. En cambio, yo tengo cuatro años y nada…
– Bueno, a Flor le salió su casa… y a mi… Nada
– Esas casas son para los amiguitos de siempre… Pero yo te digo, chica, yo estoy cansada. No vuelvo a votar por los enchufados de siempre.
– Yo tampoco…

Capriles Radosky usa el «enchufado» para referirse a los burócratas corruptos pero el término va adquiriendo vida y espacio propio. Es recogido en forma gráfica y magistralmente inmortalizado por el genial caricaturista y artista plástico Eduardo Sanabria, EDO.

«Enchufado» es parecido pero no lo mismo que «boliburgués» o «Bolichico», con el que popularmente se designaban por una parte a la «casta» de nuevos ricos que han hecho o siguen haciendo fortuna en el régimen bolivariano y el segundo se refería a los pragmáticos y bastante corruptos hijos de adineradas y tradicionales familias venezolanas que hicieron lucrativos negocios con la crisis energética, suministrando al gobierno de Chávez centrales eléctricas anticuadas, que no funcionaban o que nunca llegaron al país. Uno de ellos, Alejandro Betancourt, propietario de la empresa Derwick Associates es uno de los más mencionados. Pero tanto los «boliburgueses» como los «bolichicos» corresponden a la etapa en la que Venezuela nadaba en la fortuna del barril petrolero en alza mantenida. Actualmente casi no se usan, mientras que el «enchufado» sigue plenamente vigente.

Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Con el primero aparecieron los “enchufados”… con el actual dictador, se hicieron más visibles y se multiplicaron
Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Con el primero aparecieron los “enchufados”… con el actual dictador, se hicieron más visibles y se multiplicaron
El «Enchufado» tampoco debe confundirse con el alto oficial, el narcotraficante o el franca y decisivamente corrupto, ni con el militante partidista o con quienes participaron junto con Chávez en los intentos de golpe de Estado en 1992. El inicio del chavismo gobernante fue una época de bonanza y de danza de dólares, de fortunas rápidas y sospechosas. La gente miraba con una paradójica mezcla de rechazo, admiración y envidia a figuras que destacaban en los cotilleos y leyendas urbanas. En ese tiempo de abundancia y derroche era muy frecuente escuchar diálogos como los siguientes:

– Que cantidad de motos chinas se ven ahora en las calles…
– Ese es un negocio de Diosdado Cabello.
– Y ahora levantaron la prohibición de circular en moto por las autopistas…
– Claro, eso lo hizo Diosdado para que se vendan más de sus motos chinas.

– ¿Viste la torre de oficinas que están construyendo en Chacaíto?
– Más de 30 pisos y sin financiamiento bancario. En ese negocio están los
testaferros de Diosdado Cabello…

– Finalmente están terminando el Hotel Meliá de la avenida Casanova…
– Claro. Ahí metió mucho dinero Diosdado Cabello

– Los propietarios de El Universal y de Globovisión vendieron la mayoría de sus acciones.
– Seguro que Diosdado les hizo ofertas que no pudieron rechazar…

Se decían tantas cosas de Diosdado Cabello. Era el nuevo dueño de Venezuela o por lo menos de la mitad… Pero él no era un «enchufado», era mucho más, era el sol oscuro, el núcleo siniestro de dónde fluían negocios y dólares ilimitadamente. Con la crisis económica, el hambre y la férrea dictadura que se terminó de consolidar con Nicolás Maduro, la gente empezó a sentir y padecer en carne propia que la corrupción y sus hijos pródigos «enchufados» tenían mucho que ver con la crisis venezolana y comenzaron a sentir rabia hacia ellos.

Quizás quién tífica bien la figura, aún antes de acotarse el término, fue Guido Antonini Wilson con el escándalo de su maletín. En la madrugada del 4 de agosto de 2007, descendiendo de un jet privado que acababa de aterrizar en el Aeroparque Jorge Newbery de Buenos Aires, le encontraron al empresario venezolano 790.550 dólares en efectivo, no declarados, en un maletín de mano. Buen amigo de directivos de la estatal PDVSA, industrial del aceite automotor, amante del lujo y de las carreras de autos, Antonini Wilson se codeaba con las altas esferas del gobierno de Chávez y de esas relaciones nacían buenos negocios que le permitían vivir en una mansión en la exclusiva isla de Key Biscayne en Miami. En PDVSA le pidieron que hiciera el favor de llevar esos dólares, según se presume, para apoyar la campaña electoral de Cristina Kirchner.

Otro famoso «enchufado» fue Alejandro Andrade Cedeño. Teniente del Ejército, acompañó a Hugo Chávez en la intentona golpista de 1992. Mientras cumplían prisión se entretenían jugando «chapitas», una versión de baseball en la que en vez de pelota se utiliza una tapa metálica de botella de refresco y en vez de bate, un palo de escoba. Chávez bateó con tan mala fortuna que la «chapa» alcanzó a Andrade en el ojo derecho y se lo vació. Chávez trataba de consolarlo:

– Coño, hermano, perdóname… Cuándo salgamos de esta vaina te compensaré como es debido

Hugo Chávez no se olvidó del accidente ni del «Tuerto» Andrade. Durante la campaña electoral de 1998 lo hizo su guardaespaldas y al ganar la presidencia lo llamó a su lado y lo nombró secretario privado, continuaría una fulminante carrera y para el 2007 ocupaba simultáneamente los cargos de Tesorero de la Nación, Viceministro de Gestión Financiera y presidente del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, BANDES. Salió del gobierno en el 2010 y apareció como propietario de un haras de cría de caballos pura sangre en Wellington, Florida, bastante cerca de la famosa Mar-a-Lago de Donald Trump. Unos pocos años después la justicia norteamericana pondría el foco sobre tan súbita y desbordada riqueza e iniciaría una investigación y luego un juicio en su contra. Lo acusaron de lavado de dinero y de aceptar sobornos por 1.000 millones de dólares. En el 2013 se declaró culpable y aceptó colaborar con la justicia. Le confiscaron sus bienes inmuebles en Palm Beach, 15 vehículos, 17 caballos, 35 relojes de lujo, sus cuentas bancarias en Estados Unidos y en Suiza y fue condenado a 10 años de cárcel.

Un caso parecido de «enchufada» es el de Claudia Patricia Díaz Guillén, de formación militar, fue asignada en el 2001 a la Guardia de Honor porque al presidente Chávez le gustaba rodearse de bellas mujeres, pero como también era enfermera ejerció esa función a partir del 2003. Se graduó de abogada y para premiar sus leales servicios Chávez la nombra en el 2011 como jefa de la Oficina Nacional del Tesoro y Secretaria Ejecutiva del Fondo para el Desarrollo Nacional, FONDEN. Al declararse la enfermedad del presidente ella se desliga del gobierno. Al asumir Maduro en el 2013 comienzan acusaciones de corrupción en su contra. En el 2018 llama la atención de las autoridades españolas al comprar un lujoso apartamento en Madrid valorado en 1,8 millones de euros.

La lista de «enchufados» y «enchufadas» es tan grande como el saqueo de las arcas públicas venezolanas, que comienzan a develarse a través de escándalos, en los Panamá Papers, las cuentas bancarias en Andorra, el caso Odebrecht, totalmente silenciado en Venezuela, la inmensa caja negra de corrupción del mercado cambiario controlado por el gobierno a partir del 2003; los juicios abiertos en Estados Unidos a algunos de ellos o cuando caen en desgracia frente al madurismo gobernante, como Rafael Ramírez, quién fungió por años como el todopoderoso director de PDVSA. Era tal la magnitud de dinero producto de la corrupción que más allá de contar con cuentas en paraísos fiscales, algunos más avispados se dieron cuenta que lo más sencillo era tener su propio banco. Ese es el caso de otro notorio «enchufado»: Raúl Antonio Gorrín Belisario. En la página web que ensalza sus orígenes humildes, vida y obra, según sus propias palabras afirma:

«En los barrios caraqueños escuchan mucha salsa. Cuando iba al colegio desde muy temprano, ya en las casas y los ranchitos se escuchaba salsa… Me gusta hacer amigos, yo nací para hacer relaciones. Desde niño siempre me gustó el emprendimiento, siempre soñé con construir…»

Esa facilidad para relacionarse lo llevó a crear la empresa Seguros La Vitalicia en el 2008 y muy rápidamente comenzó a beneficiarse de jugosos contratos con ministerios y empresas del Estado. Su habilidad de relacionista logró también acceso a los dólares preferenciales otorgados a dedo por el Gobierno a sus amigos; Raúl Gorrín hace rápida fortuna. En el 2006 el presidente Chávez cerró el popular canal de televisión RCTV y el costo político fue brutal. Para no caer en esos errores y con tanto dinero rodando, el Gobierno implementa la estrategia de forzar la venta de medios opositores, para no tener que cerrarlos o censurarlos. En el 2013 Gorrín le hace el gran favor al chavismo-madurismo de comprar la muy crítica y popular emisora de noticias de televisión Globovisión. También se asocia con un banquero de República Dominicana y compra el Banco Peravia. El 2018 su socio dominicano se declaró culpable de lavado de dinero ante la justicia norteamericana.

Especialistas anticorrupción venezolanos, que prefirieron no revelar su identidad, manifestaron:

– ¿Enchufados? La lista pica y se extiende. Ahí tienes a la señora María de los Ángeles González Hernández; ella fue una alta ejecutiva del Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela, BANDES, fue arrestada en los Estados Unidos en el 2013 en el marco de la investigación a la empresa Direct Access Partners de Nueva York por haber recibido sobornos por más de 5 millones de dólares por parte de beneficiados con contratos en Venezuela. O los casos de Nervis Villalobos, exviceministro de Energía y Petróleo; Javier Alvarado, expresidente de Corpoelec y Diego Salazar, primo de Rafael Ramírez. Entre esos tres manejaron once sociedades en Panamá por las que circularon entre 2007 y 2012 cerca de 1.350 millones de dólares irregulares.

– Para conseguir enchufados basta con ver las listas que están apareciendo de venezolanos que han comprado valiosas propiedades en España. Por ejemplo Carlos Luis Aguilera Rojas; fue guardaespaldas de Chávez y tiene apartamentos y fincas que valen mas de 5 millones de euros… También están Luis Carlos de León, ex director de Finanzas de la Electricidad de Caracas, su esposa Andreína Gámez y el presidente de la empresa de electricidad, Javier Alvarado Ochoa; ellos tienen un pequeño imperio de propiedades. También Rafael Reiter Muñoz, ex jefe de seguridad de PDVSA que se compró una mansión de 580 metros cuadrados de construcción en el exclusivo pueblo de Sant Cugat o Roberto Rincón Bravo que tiene propiedades valoradas en más de 60 millones de euros… Todos esos están siendo investigados por corrupción o lavado de dinero…

– También se puede citar el caso de Rafael Lacava, el actual gobernador de Carabobo. Cuando era alcalde de Puerto Cabello en el 2013, llegó a un acuerdo con el FC Barcelona para montar una escuela de fútbol y casualmente representantes del club se fijaron en el potencial de uno de los hijos de Lacava. El padre decidió montar casa en Cataluña, inscribió a los hijos en el exclusivo instituto privado St Peter School uno de los más costosos de España. Sus redes sociales enseñaban los paseos en yate a Cadaqués o Ibiza o visitas a Disney World… ¿Cómo puedes pagar todo eso con un sueldito de alcalde? O el caso del ex gobernador del estado Bolívar hasta el 2017, el general retirado Francisco Rangel Gómez que amasó una fortuna con la llamada «mafia de la chatarra» y ha sido sancionado por Canadá y Estados Unidos.

En las interminables listas de «enchufados» ocupan un sitio privilegiado los sospechados de ser testaferros, como el empresario Samark José López Bello, acusado en los Estados Unidos y en las listas OFAC por manejar las inversiones de Tareck El Aissami y al que le fueron incautadas propiedades valoradas en más de 600 millones de dólares. O el caso del hijo mayor de la primera combatiente Cilia Flores, Carlos Erick Malpica Flores sancionado en marzo del 2018 por el gobierno de Panamá por blanqueo de capitales. Y los «enchufados» más recientes, que han ocupado titulares de prensa, los empresarios colombianos Alex Saab Morán y Álvaro Pulido Vargas, contratistas favoritos del régimen de Maduro que han hecho fortuna con contratos tan variados como construcción de obras, explotación petrolera o suministro de alimentos para las famosas cajas CLAP.


Pero el término «enchufado» también lo aplican algunos a ciertas figuras de la oposición venezolana, como Henry Ramos Allup, secretario general del partido Acción Democrática y que, según dicen, no habría dejado de lograr beneficiar a su suegro Franco D’Agostino con jugosos contratos de construcción durante el chavismo-madurismo; o a Timoteo Zambrano, alto dirigente del partido de oposición Un Nuevo Tiempo, UNT, por su interesada, ambigua y permanente actitud conciliadora con el gobierno. Los «enchufados» también tienen representación internacional, como el ex primer español José Luis Rodríguez Zapatero, por presentarse como interesado «facilitador y negociador» siempre complaciente con la dictadura de Maduro o el lamentable caso del ex embajador de España en Venezuela Raúl Morodó, cuyo hijo fue detenido por blanqueo de capitales y él se salvó de ir preso por su avanzada edad, acusados de recibir más de 4 millones de euros por supuestas «asesorías» a la estatal PDVSA. O lo millones que recibieron por asesorías los dirigentes de la ultra izquierda española que luego fundarían el partido Podemos. Así como también las empresas y contratos de rusos y chinos…

Como puede verse, el término «enchufado» tiene demasiados representantes, múltiples aplicaciones e interpretaciones, pero por lo general, hoy en Venezuela se asocia con corrupción, con altas y buenas relaciones con los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, con tráfico de influencias, nepotismo, favoritismo, fortunas mal habidas, negocios turbios, con el despilfarro y lujo desmedido y con el saqueo de dimensiones incalculables perpetrado y que ha contribuido en gran parte al desastre social, político, la hambruna, la hiperinflación desatada, la emigración forzada y la crisis general que padece el país. Al paso del tiempo se van descubriendo las corruptelas y fechorías cometidas y engrosando las listas de solicitados por la justicia internacional y cuando ocurra un cambio político, seguramente lo serán también por la justicia venezolana.

Si bien el excandidato presidencial Henrique Capriles Radosky, continúa calificando de «enchufado» a Maduro, la gente ya no lo llama así ni lo incluye en esa categoría. Al déspota y tirano se le considera algo mucho peor y la sabiduría popular ha acuñado un término en boca de todos, reflejado en canciones, expresiones artísticas, grafitis, redes sociales, protestas en las calles o en las colas; y que incluso sirvió de nombre comercial de una hamburguesería en Buenos Aires; un término que refleja la ira, el desprecio, el aborrecimiento, la «arrechera» para decirlo en términos venezolanos que se siente por el tirano. Es muy simple: Maduro Coño’e tu madre…

@marcostarre

publicado originalmente en Infobae