El llamado Acuerdo de la Casa Amarilla o «Acuerdo de la mesita de noche», como gusta llamarlo en la intimidad Jorge Rodríguez, muestra el mar de fondo que sacude al régimen usurpador.
Fue un acto desesperado, una carta bajo la manga, una jugada que venían cocinando para chantajear a la oposición en Barbados hasta que decidieron montarla a troche y moche para salir del trance en el cual se metieron al decidir levantarse sin ton ni son de la negociación.
Enterarse que las sanciones de la Comunidad Europea vienen con todos los hierros y que incluyen a sesenta personajes del régimen usurpador (esposas, maridos, hijos y amantes) los puso a correr. En su intervención durante el acto Jorge Rodríguez no pudo ocultar sus angustias.
Con el «Acuerdo de la mesita de noche» trataron de mostrarse dialogantes, serios, responsables, dispuestos al entendimiento y la negociación. Pero todo lo hicieron mal, muy mal.
El formato que se sabe tenían previsto no podía transcurrir en la sede de la Cancillería de la república, era necesario un escenario neutro para darle credibilidad que por la desesperación no hubo tiempo de encontrar.
Los firmantes de la «oposición» estuvieron incompletos. Los Fernández le jugaron outside y Falcón se puso iracundo al enterarse de que no era él quien iba a hablar y se largó del encuentro.
Y aunque pudiera argumentarse aquello de «qué es una raya más para un tigre», lo sucedido con los invitados del Cuerpo Diplomático después de semejante burla, aumentó a grados siderales su descrédito internacional.
De modo que el resultado fue un acuerdo en el cual se comprometen sin aparentemente nada a cambio. Así que cumplen o arrojan a Timoteo, Mujica y Claudio de nuevo a un limbo en donde no le serán útiles.
El régimen se entrampó con el «Acuerdo de la mesita de noche». Y vislumbrado el fracaso, lo pagarán con más repudio, menos credibilidad, mayor fractura interna y acercamiento a su fin.
Al intentar cumplirlo liberaron al primer vicepresidente de la AN (aunque con medidas cautelares), diputado Edgar Zambrano, evidenciando que estaba secuestrado en condición de rehén político para intercambiarlo en caso de emergencia.
Se conoce que el primer lote de la lista de los próximos a liberar incluye entre 58 y 65 dirigentes políticos. Timoteo, Mujica y compañía exigirán el cumplimento de su promesa, mientras Guaidó y el resto de la AN le recordarán que los presos son muchos más y que incluyen cientos de militares.
También aceptaron designar en la AN (no en el TSJ, Mujica) a un nuevo CNE. Por supuesto, siempre cabrá esperar de ellos que falten a su palabra empeñada, pues no cumplen ni años. Pero ¡Tamaño peo! les espera, si no cumplen semejante compromiso. Se lo exigirá todo el mundo y también los «abajo firmantes».
Por último, el régimen usurpador prometió que los diputados del PSUV se reincorporarán a la AN y todo indica que asistirán en cualquier momento. ¡Mayor brete! Tendrán que explicar por qué se incorporan a un ente que acusan de «desacato», no es un tema fácil.
Quienes se incorporen deberán oír lo que no quieren oír, como que la corrupción y la ineptitud de Maduro y su pandilla destruyeron al país, que se robaron todo, que más de 25 millones de venezolanos pasan hambre, que no tienen acceso a las medicinas, a una buena educación, a servicios públicos, y que 5 millones de compatriotas se convirtieron en parias por culpa suya.
Deberán oír que cerca de treinta diputados se encuentran exilados, presos o en la clandestinidad solo por el hecho de disentir.
Sin embargo, ver a Diosdado, la Primera Combatiente, Carreño y compañía entrar a la AN con el rabo entre las piernas a incorporarse a sus curules para que Juan Guaidó desde la presidencia los meta en cintura recordándoles que en la AN se viene a trabajar por un país en paz, libre y democrático ¡no tendrá precio!. ¡Gracias Timoteo!